Retratan en libro la precariedad laboral de empleadas del hogar

La presencia de muchas mujeres indígenas en busca de empleo como trabajadoras domésticas y la falta de derechos laborales originaron la obra "Yo trabajo en casa. Trabajo del hogar de planta, género y etnicidad en Monterrey".

Gabriela Jiménez
Ciudad de México /

Un empleo sin prestaciones laborales y con horarios extenuantes sería cuestionado y rechazado por muchos, sin embargo, esa es la realidad de miles de mujeres de un sector invisibilizado, e incluso, violentado: las trabajadoras del hogar.

En el área metropolitana de Monterrey residen muchas personas con esta problemática. La mayoría proviene de otros estados de la República con el objetivo de desempeñarse como empleadas de planta en una casa.

No obstante, poco se habla de los abusos y la falta de derechos que padece el gremio. Aunque aún son escasos los estudios que se han efectuado sobre el tema, el más reciente es prácticamente una radiografía de la situación a nivel local: Yo trabajo en casa. Trabajo del hogar de planta, género y etnicidad en Monterrey.

Este jueves, la antropóloga e investigadora Séverine Durin presentó en su obra los resultados recabados a lo largo de casi 10 años de documentación sobre la materia.

La autora desglosa tres preocupaciones que originaron el proyecto: la presencia de muchas mujeres indígenas en busca de empleo como trabajadoras del hogar; la falta de derechos laborales del gremio, y las dificultades que estas trabajadoras atraviesan en la maternidad.

A todo ello se le suma la violencia de género de la que suelen ser víctimas, sin mencionar la discriminación por su origen étnico u otros aspectos.

“Esta relación social es una relación profundamente desigual, una relación que se va construyendo finalmente sobre la base de las desigualdades que atraviesa la sociedad mexicana. Desigualdades de clase, desigualdades de etnia, desigualdades de género.

“Las trabajadoras experimentan de una manera muy distinta el hecho de ser mujeres”, señala.

La catedrática Libertad Chávez, por su parte, destaca la relevancia del trabajo de investigación, al considerar que contiene elementos que facilitan el entendimiento de las relaciones entre el empleado y el empleador, caracterizadas principalmente por la inequidad.

“El libro proporciona claves importantísimas para entender cómo las dinámicas de trabajo del hogar reproducen y segmentan las desigualdades de género, clase y etnia, en un país profundamente desigual e injusto socialmente.

“Son susceptibles de ser explotadas o puestas bajo tutela, con escasos recursos y muchas necesidades, dice.

Julieta Martínez, vocera de la Casa de Mujeres Indígenas, cuenta que el estudio es un retrato de la violencia y desigualdad que padecen las mujeres que laboran en casa, al no contar con acceso a un seguro médico, prestaciones y en ocasiones verse obligadas a soportar malos tratos.

“Estuve laborando como trabajadora del hogar durante diez años, y leer el libro para mí fue un poco nostálgico, depresivo, porque me permitió entender muchos aspectos de mi vida, me permitió darle nombre también a cada una de esas fases o esas etapas.

“Cada una de las experiencias plasmadas en este libro es la realidad”, afirma.

En tanto, la columnista Ximena Peredo comenta que en la ciudad no se habla del tema por temor.

“En Monterrey creo que hay un tabú enorme, porque si ponemos en riesgo nuestros privilegios, pasamos un mal momento, creo. Preferíamos no hablar del caso, y si se hablaba, se hablaba desde la culpabilidad”.

Carmen Farías, representante de la organización Zihuame Mochilla, resalta la normalización de atribuir el trabajo del hogar a las mujeres, a pesar de los esfuerzos del movimiento feminista.

“¿Cómo podemos construir un mundo incluyente, en donde todas y todos seamos sujetos de derecho?”.

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