El gran río Marabasco separa a los estados de Colima y Jalisco, incluso, algunos territorios están en disputa, son de nadie y de ambos a la vez, por el problema histórico que mantienen. Pero el paso del huracán Lidia, la madrugada de este miércoles, afectó con equidad a los dos estados, hay devastación por igual.
Al menos 50 familias de cada lado del río lo perdieron todo, por la inundación de sus hogares y negocios, donde la altura de la corriente de agua superó en algunos lugares los dos metros, cubriendo casi en su totalidad las construcciones y todos los afectados denuncian obras hidráulicas deficientes.
Ismael Delgado, de Cihuatlán, Jalisco, vio cómo el agua se llevó su patrimonio de 50 años sin que pudiera hacer nada, casi todos sus muebles quedaron inservibles. Al hablar con MILENIO derrama algunas lágrimas y su voz se entrecorta cuando describe lo que vivió en la madrugada: “No pues muy triste la chingadera… se perdió todo”.
Junto a él, su esposa atiende a elementos de Protección Civil municipal quienes realizan un censo preliminar, todavía sin datos precisos, solo saben que son decenas de casas dañadas en las colonias Tecolotera y Educadoras de México, además de en la comunidad de El Rebalse.
En otra casa, Nano bromea con su hermano: “Mira, ahí está mi perro, no se lo llevó el río”. El buen humor se mantiene, aunque están en la calle con las pocas pertenencias que rescataron, iniciando la limpieza de sus casas repletas de lodo.
El Ejército mexicano ayuda en las labores, con el Plan DN-III.
En la noche, el mismo Nano despertó a su hermano y su cuñada para que alcanzaran a escapar: “el agua subió muy rápido, a eso de la 1:00 horas, apenas alcanzamos a irnos nosotros, pero no sacamos nada de nuestras cosas; al perro lo encontramos hoy arriba de un sillón”.
En el otro territorio, en la población de El Chavarín, en Manzanillo, Colima, María Guadalupe Reynaga llora amargamente; es una anciana de cuya casa solo se salvó una imagen de la virgen de Guadalupe y un juego de platos, lo demás es ya del río.
“Todo, todo se me echó a perder, de por sí no tengo nada, y lo poquito que Dios me dio ya no lo tengo, toda la casa se llenó de agua, de lodo, todo se me echó a perder”, dice pidiendo ayuda. Su hijo y algunas vecinas limpian la cocina, porque en su habitación el agua tiene más del metro de altura.
Ella quedó a salvo porque la ayudaron a evacuar, pero cuando volvió a su casa, encontró todo destrozado. Metros adelante, metros al frente, más casas y negocios están en la misma situación, “La Casa de la Abuela”, un restaurante tradicional a pie de carretera está cubierto de agua hasta la mitad de toda la estructura, es imposible ingresar.
El sol salió la mañana de ayer miércoles y con él aparecieron los damnificados. La reconstrucción apenas iniciará. El huracán de gran impacto que recuerdan previo a Lidia fue Jova en 2011.
Don Manuel marcó en su casa a donde llegó el agua en esa ocasión, ahora se batió el récord. “Mira, llegó más arriba, la siguiente vez sí nos va a tapar” pronosticó.
MO