Si se le pregunta al maestro en ciencias Francisco Valdés Pérezgasga por qué se moviliza en bicicleta, su respuesta suele ser alentadora: “Lo hago porque me divierto como enano, porque es transitar por una infancia alegre, feliz”.
Esta visión aunada a la que los vendedores de automóviles han soterrado, que la bicicleta es barata, amable con el ambiente y que genera un ejercicio de bajo impacto en el conductor que repercute en un buen tono muscular, una oxigenación adecuada y por tanto en la liberación de endorfinas, son el fundamento por el cual hace diez años un grupo de amigos, mayoritariamente hombres, decidieron montar sus “bestias de acero” y pedalear en manada.
Fue el 14 de mayo de 2011 cuando partieron del Nudo Mixteco hacia el monumento a Hidalgo retornando por el mismo bulevar Independencia. En la primera pedaleada participaron 11 hombres y 3 mujeres en 13 bicicletas, es decir, la novia de alguno iba de pie en los diablitos.
Detrás de Ruedas del Desierto, emergieron otros colectivos que de forma imitativa les siguieron por esta ruta pero no prosperaron y otros que sí lo hicieron pero con una filosofía diferente.
“Nuestra filosofía es la promoción del uso de la bicicleta en varios frentes, tratando de influir en el diseño de políticas públicas y capacitando a nuevos ciclistas urbanos, que ese es el objetivo de nuestros paseos, que gente que nunca había agarrado la bici, de repente vea que puede ir segura porque va en un grupo grande, que puede descubrir su ciudad a otra velocidad y de otra manera y poco a poco ir ganando la confianza para luego volverse un ciclista urbano de todos los días”.
En los paseos de Ruedas del Desierto, contrario a lo que se puede pensar, se va al paso del más lento. Si se trata de niños éstos son acompañados en la punta para que sean los que marquen el paso, a diferencia de otros grupos donde si una persona se queda atrás le pueden decir un “lo siento” y dejarlo hasta que se separa del grupo.
Uno de los grandes misterios de la aparición de Ruedas del Desierto fue el que sus integrantes nunca se plantearon el tema de la inseguridad que se vivió en Torreón y que en 2011 tuvo estadísticamente uno de los picos más altos en cuanto a homicidios dolosos, tiroteos en calle, incendio de gasolineras y camiones de ruta urbana.
“Lo nuestro fue siempre el promover la bici y nunca entró en nuestras discusiones el cómo le íbamos a hacer; obviamente cuando había balaceras si ubicabas qué partes de la ciudad eran las más peligrosas, nunca hicimos una pedaleada a un lugar donde había alto riesgo de encontrarse con un tiroteo. Una vez que empezó Ruedas del Desierto sí integramos cuestiones de seguridad pero nunca nos detuvo de seguir saliendo y nunca nos planteamos ser un movimiento que intentar recobrar el espacio público, recomponer en cierta medida el tejido social, eso fue una cosa que salió sin que lo anduviéramos buscando”, dijo Francisco Valdés.
Junto a Francisco Valdés, los fundadores de Ruedas del Desierto fueron Jorge Ruvalcaba, José González, Javier Cofiño, Eduardo Rentería, todos con una orientación hacia las ciencias exactas, y Miguel Valdés Villarreal, activista por la paz y que identifica el tráfico como una cuestión de violencia donde se debe pacificar.
Francisco reconoció que antes de este ejercicio y junto con su hermano, el artista José Valdéz Pérezgasga, hicieron una convocatoria abierta en el año 2005 y para ello aprovechó su columna en La Opinión citando a los interesados en la Fuente de El Pensador.
“A la convocatoria fue mi hermano Pepe, fue otra persona y fui yo. Y la tercera persona que no recuerdo su nombre, en la primera reunión me preguntaba cómo le hacía para defenderse de su vecino que le leía los pensamientos y le estaba causando muchos problemas.
Pensé que con nosotros no se iba a formar un movimiento a favor de la bici y ahí acabó ese intento, entonces cuando llega el 2011 y se vuelve a plantear esto yo fui el más escéptico pero me mayoritearon y se fundó el grupo con el nombre de Ruedas del Desierto, que mi propuesta era que nos llamáramos Orgullo Pedal, y obviamente por las connotaciones alcohólicas no les gustó y quedó como Ruedas de Desierto, nombre genial, lo acepto ahora”.
CALE