Los representantes de la Iglesia católica en México se sienten bajo amenaza del narcotráfico, así lo revelan datos recabados por el Centro Católico Multimedial (CCM), en el que lleva el registro de asesinatos, amenazas e intentos de extorsión contra los sacerdotes.
“Tenemos, incluso, comentarios de algunos (sacerdotes) en lugares donde hay trasiego de droga, armas o migrantes, les piden que se queden callados, y de no quedarse callados, pues se van a atener a las consecuencias”, reveló el sacerdote Omar Sotelo en entrevista con MILENIO, quien dirige el Centro Católico Multimedial, luego agregó, “hemos registrado en los últimos años alrededor de 850 llamadas de extorsión o amenazas de muerte a sacerdotes a lo largo y ancho del país, en donde les piden dinero por dejarlos en paz, o por no entrar a sus iglesias, amenazarlos y demás, y les piden una cuota para supuestamente tener una cierta seguridad”.
En el recuento de violencia en contra sacerdotes y agentes de evangelización en México del CCM se incluyen tres asesinatos de sacerdotes en el actual sexenio: el caso más reciente es el del fray Juan Antonio Orozco, el padre Juanito, como lo conocían en la comunidad de Santa Lucía, una zona rural en la frontera de Durango y Zacatecas, donde fue asesinado el pasado 12 de junio, en un fuego cruzado entre el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Según la información de la que disponen, la cual es obtenida de primera mano con los sacerdotes desplegados por todo el país, actualmente los lugares más peligrosos para un cura son: Guerrero, Michoacán, Tamaulipas, Ciudad de México y el Estado de México.
Esta información ha hecho eco internacional y fue retomada por el Departamento de Estado estadunidense, debido a que en su Reporte Internacional de Libertad Religiosa 2020, se considera a México el país más violento para los sacerdotes en América Latina, lo que en sus conclusiones “refleja los altos niveles de violencia generalizada que hay en el país”.
Aunque la cifra de tres sacerdotes asesinados de 2018 a la fecha parece menor, si se le compara con los 90 asesinatos que en promedio ocurren a diario en México, para la Iglesia católica representan atentados contra toda la comunidad.
“Cuando asesinan a un sacerdote, no asesinan a sacerdote como persona, asesinan a una institución; inclusive, el mensaje que lanza es: ‘si yo mato a un sacerdote, puedo matar a quien sea', y al eliminar a un sacerdote, imagínate, elimina la cabeza de toda una comunidad parroquial, la desestabiliza, y cuando logran esta desestabilización, entonces ellos inoculan a esa comunidad la cultura del silencio”, aseguró el padre Sotelo.
El recuento del CCM incluye también el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo en 1993, que, hasta la fecha, sigue sin resolverse, pero que ha manejado múltiples autores intelectuales, entre los que se cuentan a narcotraficantes como Joaquín El Chapo Guzmán o los hermanos Arellano Félix, que desde el inicio lo han negado.
Según el Centro Católico Multimedial, hasta un 80 por ciento de los asesinatos permanecen impunes, a pesar de que se ha documentado que los grupos criminales han puesto precio a la cabeza de los sacerdotes, el cual varia entre los 15 mil y 30 mil pesos.
“La investidura sacerdotal es un poder con el cual ellos (los criminales), muchas veces, se topan y con el que, a veces tienen que combatir y ven como un enemigo a eliminar, porque el crimen organizado pretende poder, pretende dominar, pretende imponer ciertas cosas y la iglesia no está bajo este tipo de lineamientos, entonces, al encontrarse con eso lo más fácil es eliminar”, dijo el padre Sotelo.
En lo que va de la última década, México suma 29 homicidios en contra de sacerdotes de la Iglesia católica; la cifra de tres sacerdotes asesinados en este sexenio es la misma con la que terminaron las administraciones de Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, cada uno.
Los crímenes contra sacerdotes empezaron a aumentar durante el sexenio de Vicente Fox, el cual terminó con cuatro casos y se disparó por completo en las administraciones siguientes; la de Felipe Calderón, donde se declaró la guerra al narcotráfico, registró 17 sacerdotes asesinados; mientras que en la de Enrique Peña Nieto mataron a 24.
KT