Desde la madrugada del pasado lunes la “gran mancha” de sargazo que había pronosticado la Red de Monitoreo una semana atrás dejó de ser un supuesto y se convirtió en una realidad que ya impacta los cerca de 300 kilómetros de playa que hay en la región sur de Quintana Roo.
Las aguas de playas como Tulum, Boca Paila, Sian Kan, Punta Yuyum, Zamach, Javier Rojo Gómez, Uvero, Puerto Bravo, Mahual y Xcalak están cubiertas en su totalidad por una costra de sargazo que pintó de color marrón el azul turquesa del Caribe.
El impacto es mayor de lo que se había pronosticado, pues la mancha que hasta hace una semana tenía 500 kilómetros de diámetro hoy ya alcanza los mil. Es decir, prácticamente toda el agua que hay entre la Isla de Jamaica y la Península de Yucatán están cubiertas por el alga.
De acuerdo con las imágenes satelitales de la Universidad del Sur de la Florida y del Sistema de Monitoreo Marino, de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, los remanentes de esta gran mancha seguirán llegando a la región sur, quintuplicando la cantidad de sargazo que llegó en 2018.
Para Esteban Amaro, director de la Red de Monitoreo de Sargazo, el crecimiento desmedido de la macroalaga se debe a todos los nutrientes que va absorbiendo en su trayecto y a las altas temperaturas que ocasiona el cambio climático en las aguas del mar: “Tenemos una temperatura entre dos y tres grados arriba del promedio normal”.
A diferencia de otras ocasiones, este arribo exacerbado no afecta al norte del estado, pues las corrientes marinas llevan todo el sargazo a la región sur.
“Es mínimo lo que va a llegar a Bahía de Cancún, Isla mujeres, Puerto Morelos y lo que va a llegar también a Playa del Carmen; sin embargo, los recales de fuerte intensidad están siendo desde Tulum hasta Xcalak”, explicó Amaro.
La razón por la que el recale se concentra solo en una región de Quintana Roo es porque en este lugar está la entrada de las corrientes que vienen del mar Caribe, mismas que, de acuerdo con Esteban Amaro, chocan con la parte continental, es decir, con la Península de Yucatán.
Para medir la magnitud del impacto en la región, la Red de Monitoreo tomó imágenes aéreas en las que se aprecia cómo una nata de macroalga cubre las playas. Los videos son de Xcalak, pero asemejan más a un lago, a un pantano, y hasta a aquella capa de espuma café que se forma sobre los canales de aguas residuales.
La postal no es distinta en Tulum. Ahí las bahías de la zona costera también pareciera que están enlodadas y en las playas públicas el olor a sargazo podrido se suma a una atmósfera en la que turistas y pobladores conviven las 24 horas.
La realidad ha comenzado a frustrar a los hoteleros, que en un esfuerzo por limpiar sus playas han tenido que invertir desde 100 mil y hasta 900 mil pesos al mes. Un gasto “insostenible”, que aseguran no puede solventar ni un Grand Resorts.
David Ortiz, presidente de la Asociación de Hoteles en Tulum, aseguró que con este nuevo recale masivo sus esfuerzos se verán rebasados, pues de por sí ya es difícil recolectar el sargazo que llega todos los días, desde hace cinco años, y ahora se ve más complejo recoger el doble.
Tanto para él como para los empresarios que representa, la llegada de la Secretaría de Marina es un respiro al problema, pues confían en su ingeniería y estrategia; sin embargo, exigen con urgencia que los recursos lleguen para que la institución comience a trabajar en la construcción de los barcos que prometió el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Para David no es descabellada la idea de crear un nuevo impuesto que permita a los hoteleros de Quintana Roo contribuir en un fondo para enfrentar el sargazo.
“Ya existe el pago de Zona Federal Marítimo Terrestre, que pagamos los hoteleros que contamos con playa y también ya hay el impuesto al hospedaje que se le pide a los visitantes. ¿Por qué no diseñar una nueva contribución? Creo que los particulares tendremos total apertura, siempre y cuando exista un manejo puntual hacia este problema”, finalizó el empresario.
Y ADEMÁS
HOTELEROS PIDEN APOYO FISCAL
Francesca Pesaresi, dueña de un pequeño hotel en Tulum, dice que la alternativa mientras se termina de diseñar la estrategia para combatir el sargazo a largo plazo es que los gobiernos federal y estatal deben ofrecer un apoyo fiscal que permita amortiguar el gasto que hacen cada mes.
“No pido que venga alguien a limpiar la playa, voy a seguir haciéndolo, solo méteme en condiciones de hacerlo que no afecte la economía de la empresa”.
El impacto este año es tan fuerte, que colegas de Pasaresi han comentado en sus reuniones la posibilidad de cerrar sus negocios durante la temporada en la que el sargazo llegará con más fuerza.
“Para nosotros esto es una guerra perdida, porque en cuanto se limpia regresa”, explicó la mujer de origen italiano y radicada en Quintana Roo desde hace 15 años.