“Se vendían mucho las revistas de El Santo, Kalimán...”

El paso del huracán Hilda en el 55 fue el motivo para salir a buscar dinero para su familia, y lo encontró como voceador.

Don Gregorio ha sido testigo de la evolución de los impresos.
Editorial Milenio
Tampico /

Toda una vida en el oficio de voceador, es lo que caracteriza a Don Gregorio González Barrios de 70 años de edad, quien después de que su familia se quedara sin casa por el paso del Huracán Hilda en el año de 1955, tuvo que buscar un método para conseguir recursos y así ayudar a sus padres a subsistir.

Esta tragedia sucedió cuando apenas tenía 9 años de edad, mientras residía en la Congregación Anáhuac. Al llegar este fenómeno meteorológico los elementos de la Secretaría de Marina acudieron para evacuarlos de la zona de riesgo.

Por temor a quedarse sin hogar, se negaron a retirarse, pero por su propia seguridad el personal federal optó por retirarlos hacia una zona estable, en este caso, hacia una iglesia ubicada en el municipio de Tampico.

De este punto, fueron movilizados por diversos albergues dependiendo las zonas que se encontraban inundadas.

"Nos llevaron a la escuela Matamoros, después nos sacaron en helicóptero hasta el aeropuerto, de ahí nos regresaron al edificio donde fue el cine plaza, posteriormente a espaldas del palacio y como seguía el huracán, terminamos en las carpas del antiguo hospital Carlos Canseco".

Ya por último fueron llevados hasta el edificio de la Aduana en donde permanecieron hasta que pasaron las lluvias y las fuertes ráfagas de viento.

Sin casa y sin dinero, Don Gregorio, quien apenas era un niño y su hermano, bajaron a la zona de mercados de Tampico para trabajar como "cochinas", ayudando a los clientes a cargar el mandado para ganarse el dinero que les permitiría comer.

"Entonces yo tenía 9 años, me iba a cochinear, ayudaba a las amas de casa con las bolsas del mercado que en aquel tiempo eran costales muy grandes, necesitábamos conseguir alimentos".

Con el paso de los días, el dinero que obtenía de las amas de casa, lo comenzó a invertir en la compra de periódicos para su venta, sin saber que este oficio le permitiría sostener a su propia familia en un futuro.

Comenzó oficialmente con el oficio de voceador y a los dos años recibió una credencial por parte de una empresa periodística de la zona para recibir atención médica. Con esta motivación, optó por visitar colonias para ofrecer el periódico, pero ahora también con revistas y así incrementar las ventas.

"Tenía muy buena condición física, caminaba desde el centro hasta donde ahora se ubica la Beneficencia Española. Las que se vendían más eran las revistas del Santo, El Pepi, Kalimán, Doctora Corazón, pero la que siempre esperaban todas era Confidencias de un Chofer, ya después salieron las de dibujos animados y las fotonovelas".

En la actualidad tiene un puesto fijo de periódicos y revistas en el mercado temporal de Tampico, luego de ser reubicado para la construcción del nuevo mercado.

Aunque dice que las ventas ya no son las mismas y que han ido a la baja, tiene la esperanza de que la situación mejore. Sus hijos ya formaron sus familias, pero su esposa le ayuda a sacar el puesto adelante.


JERR

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