Las cifras previas y más recientes han mostrado que la desaceleración de la economía mexicana había ya comenzado hace algunos meses. Esto se revelaba en la reducción de las tasas de crecimiento anual tanto de la actividad económica como en la creación de empleos formales.
Estos dos indicadores están directamente vinculados con las fases de los ciclos económicos, por lo que se anticipaba que pronto se verían reducciones adicionales a los pronósticos anuales de crecimiento para éste y los próximos años.
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Esta afirmación fue sustentada cuando el Fondo Monetario Internacional (FMI) anunció un segundo recorte a sus estimaciones de crecimiento para México en 2024, la cual se situó en 2.2%, mientras que diversos especialistas de la banca privada estimaban un máximo de 1.9% para el mismo periodo.
Otra de las formas más útiles y tradicionales para identificar los factores detrás de una desaceleración es el de la creación formal de empleo en una región, es decir, los registrados ante el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Este indicador no solo nos permite conocer las cifras reales de la población asegurada, sino que también nos permite conocer en qué regiones del país está ocurriendo dicha desaceleración al identificar dónde están ubicados los focos rojos, permitiéndonos entender mejor los factores que pudieran estar generando dicha situación.
¿A qué se debe la desaceleración económica?
La desaceleración económica, a menudo impulsada por la disminución de la productividad y la falta de innovación, puede encontrar en las Smart Cities un motor de cambio.
La integración de tecnologías como la inteligencia artificial y el análisis de datos permite a las ciudades mejorar la eficiencia en la gestión de recursos y servicios.
Por ejemplo, la optimización del transporte público mediante sistemas inteligentes puede reducir los costos operativos y aumentar la eficiencia, facilitando el acceso a mercados y oportunidades laborales para toda la ciudadanía.
Esta mejora en la infraestructura no solo atrae inversiones sino que también fomenta un entorno propicio para el crecimiento económico.
Además, las Smart Cities ofrecen una plataforma para la creación de nuevos empleos en el sector tecnológico y en áreas asociadas, como la infraestructura y la gestión de datos.
Estos empleos, que a menudo requieren habilidades avanzadas, pueden ayudar a contrarrestar la desaceleración económica al impulsar el crecimiento en sectores emergentes.
Al mismo tiempo, los programas de formación y educación digital accesibles a través de plataformas en línea pueden equipar a la población con las habilidades necesarias para estos nuevos roles, contribuyendo a una mayor movilidad social y una reducción en la desigualdad.
Una vez que están identificadas las problemáticas de la creación del empleo formal, el siguiente paso es detectar cuáles son los factores detrás de la desaceleración.
En este caso, existen tres posibles escenarios que explicarían este fenómeno: el primer factor que podría explicar esto sería la desaceleración de la actividad industrial en Estados Unidos, la cual lleva estancada más de un año. En segundo término, se explica a través de la volatilidad que ha presentado el tipo de cambio en el último año, el cual ha restado competitividad a los productos y servicios del país, debilitando más a las regiones exportadoras del centro y norte de México.
Por último, el tercer factor se explica a través de los choques externos que pueden afectar la demanda interna del país, tales como los conflictos en medio oriente y las guerras comerciales entre los principales países exportadores del mundo.
En cuanto a la desigualdad, las Smart Cities tienen el potencial de mejorar el acceso a servicios esenciales. A través de aplicaciones móviles y sistemas de información en tiempo real, los residentes de áreas desfavorecidas pueden obtener acceso a servicios de transporte, salud y educación que antes les resultaban inaccesibles.
Esta mejora en la accesibilidad no solo eleva la calidad de vida, sino que también crea oportunidades económicas para aquellos que históricamente han estado al margen de los beneficios urbanos.
Estas mejoras representan una estrategia multifacética para combatir tanto la desaceleración económica como la desigualdad social.
Al mejorar la eficiencia, fomentar la creación de empleos, garantizar la inclusión ciudadana y optimizar el uso de recursos, estas ciudades inteligentes tienen el potencial de revitalizar economías y crear una sociedad más equitativa.
En un mundo en constante cambio, las Smart Cities ofrecen una visión esperanzadora de cómo la tecnología puede ser utilizada para el bien común, ofreciendo un camino hacia un futuro más próspero y justo para todas y todos.
aarp