La mañana de viernes fue diferente en la Clínica 80 del Seguro Social de Torreón con relación al resto de la semana. La fila de derechohabientes que están afuera para esperar su turno para ser atendidos no está sola, pues desde hace unos minutos llegó un sacerdote acompañado de dos personas que lo asisten y colocaron pequeña bocina.
Se trata del obispo Luis Martín Barraza Beltrán que desde hace dos semanas se hace presente a las afueras de los hospitales de la ciudad y de esa forma llevar un mensaje de esperanza a los enfermos y el personal médico en medio de la pandemia que coloca a Torreón como segundo foco de atención en Coahuila.
Al comenzar a rezar el Santo Rosario la fila se coloca pone atención fija, destaca de entre el grupo una mujer de la tercera edad en silla de ruedas que lo tiene de frente y se persigna para seguir la oración.
A los espectadores se suman los que transitan por la zona en pleno amanecer y se estacionan para escuchar al sacerdote leer cada uno de los cinco misterios de la oración.
Barraza Beltrán pide en cada uno por distintas cosas: la comunidad médica, los enfermos por el covid-19 y para que los líderes mundiales hagan lo necesario en medio de una pandemia que ha cobrado la vida de miles de personas.
Entre las 07:00 y 07:30 de la mañana el obispo hace la oración mientras enfermeras y doctores llegan uno a uno para encender la rutina de la clínica, pero no sin antes pasar cerca de él para que recibir su bendición.
“Ya teníamos este plan de estar acercándose al personal de salud porque están haciendo el trabajo más difícil, arriesgando su vida y su salud. Esto nos compromete como Iglesia y sacerdotes para reforzarlos con la fe y la oración”, afirma el obispo.
En esta ocasión otros sacerdotes rezaron de manera simultánea en los hospitales 16, 71, 18 del IMSS, así como en el General de Torreón y el Universitario.
Tras el rezo de los cinco misterios del rosario, Monseñor Luis Martín Barraza Beltrán fue abordado por las personas que se reunieron a su alrededor y le agradecieron el gesto.
De entre los que lo acompañaron destaca una enfermera que se acerca para pedirle que incluya en sus plegarias a una compañera de nombre Lupita, quien se encuentran mal por complicaciones del coronavirus.
No aguanta y suelta las lágrimas al insistir que las mantenga en sus oraciones porque están pasando por muchas dificultades, entre ellas estar aisladas de sus familias por temor a contagiarlas.
“Tenemos tres compañeras que están aisladas porque se contagiaron de coronavirus, vi que el padre se acercó con nosotros allá en la Clínica 16 y le pedí de favor que pudiera venir aquí. Aunque sea una clínica pequeña también nos encontramos en peligro”, externa en entrevista Miroslava Esquivel.
Narra que en lo que va de la pandemia no ha podido ver a sus dos hijos, pues por su bien los mandó a vivir de momento con una tía.
“Tenemos miedo, incertidumbre y nostalgia de siempre estar viniendo y no poder tener los insumos necesarios. Cada uno de nosotros hemos comprado nuestros materiales de uso persona, porque a veces los directivos y administrativos no nos los proporcionan en tiempo y forma”.
Asegura que en sus más de 25 años de enfermera le había tocado lidiar con una situación tan complicada para el sector salud, sin embargo confía en que las oraciones del obispo las protejan.
“Tenemos confianza en Dios durante estos tiempos difíciles, pues nosotros como sea estamos muy cerca de los pacientes, quisiera que entendieran que no saquen a sus niños y se queden en casa porque esto es una pandemia”.
Pide a la comunidad lagunera que una de las formas en que más las pueden apoyar como enfermeras es a no salir de casa, pues les toca ver de primera mano los riesgos y consecuencias del nuevo virus.
“Ha sido difícil por las personas que no entienden que tienen que alejarse a sus casas, sé que la economía es difícil y debemos tener más responsabilidad. Pasamos lo de la influenza, gracias a Dios no fue tan fuerte y ahora con lo del coronavirus es una enfermedad nueva para poderla controlar”.
Con la fe puesta en Dios la mujer ingresa a la clínica para seguir con su jornada diaria y lleva entre sus manos varias caretas que le donaron para proteger a sus compañeros.
CALE