Carlos Camarena vende joyería de acero inoxidable y tiene su negocio en Guadalajara. Martín Castro al irse con su familia a la Ciudad de México abrió su taller de alfarería. Carlos Alberto Cárdenas dice que su papá comenzó a tallar madera en Guanajuato y dio con el clavo en cuanto al sustento de la familia, pues él y sus tres hijos se internaron en la confección de artesanías con una disciplina de hebreo con sed en el desierto.
“Somos de Guadalajara, traemos una línea de joyería en acero que es ahorita la vanguardia ya que el oro está muy caro, entonces es una buena versión de portar una joya porque el acero no se marca, no se raya y no genera alergia como la bisutería, ni mancha la piel".
Dijo que a los laguneros esta versión les parece estupenda pues las piezas no se dañan con el calor, e incluso los portadores se pueden bañar si quitarse la joyería.
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“Otro tipo de joyas no te permiten usar cremas ni perfumes porque no mancha. En precio somos competitivos porque tenemos los mismos precios que en el Centro Joyero de Guadalajara y como es exposición hacemos pequeños descuentos para que se animen y a mayoristas también estamos viendo con buen descuento".
Martín Castro comentó que junto a su mujer confecciona la línea Martina Servín cerámica de gran diseño y colorido.
En los pasillos de la Expo Feria de Torreón, los juguetes artesanales, ropa, bolsas, cosméticos, comida tradicional, la bisutería y las artesanías seducen a los visitantes.
“Nosotros hacemos las piezas de cero, preparando pastas y todo lo que conlleva para hacer la pieza, después de eso la dejamos que seque, luego se pule con agua y esponja para que la pieza quede tersa y no tenga impurezas, de ahí ya viene el vidriado de la parte de adentro que es esencial para que no se lleguen a manchar, las piezas que utilizas para comer deben tener este vidriado”.
Con precios en verdad accesibles, esta familia mueve desde vajillas a piezas decorativas de gran calidad dentro del concepto de la talavera.
Martín explica que así las piezas son rayadas en una torreta y cuadriculadas, para luego darles color con pincel.
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“Nuestro taller está en el estado de Morelos. Somos 14 personas. Empezamos como un taller familiar, eran mis hijos y mi esposa y yo. Con los años no te alcanza eso y tienes que crecer un poco más. Tenemos 35 años. No empezamos así, obvio, hacíamos chorreaditos y cosas así”.
Por su parte Carlos Alberto Cárdenas Herrera sabe que su padre depositó su fe en la creación de artesanías en madera. Y no se equivocó. Desde Apaseo Alto, Guanajuato hoy movilizan su producción.
“Es un taller familiar, somos tres hermanos y mi papá y todos hacemos un tipo de escultura diferente. Mi papá tiene unos 40 años que inició esto y mis hermanos son más grandes, yo soy el menor y tengo unos 6 o 7 años que comencé. Es un trabajo de dedicación, tiempo y también tiene que ver mucho tu estado de ánimo, pero se trabaja con paciencia”.
Cuando Carlos dice que su oficio depende del estado de ánimo no piensa en que debe llegar un momento de inspiración especial. Es por ello que en el arranque se piensa en tres piezas diferentes, que se van trabajando de acuerdo al estado anímico.
De no tener impulso se ponen hacer otra cosa para evitar echar a perder el material.
“Las piezas las sacamos en tres o cuatro días. Tenemos que ser rápidos porque el valor es equivalente al tiempo dedicado, hay piezas como el arcángel que se le dedica un mes de lleno. O más, porque hacemos un trabajo de 8 horas diarias. Es un taller pequeño, todavía, pero está en crecimiento”.