Luz eléctrica en las calles, así como espacios públicos comunes e inclusivos. Acceso a servicios de gas, agua potable, acceso a internet, transporte público y pavimento, servicio postal, educación a través de planteles cercanos, seguridad y recolección de basura, entre otros, configuran los servicios primarios a los que debe acceder la población.
Sin embargo, hacia el oriente de Torreón se percibe un panorama muy alejado a lo anterior. Lo que se observa son colonias precarizadas rodeadas de lo que serán nuevos fraccionamientos donde las casas aún en obra negra son más pequeñas que las que se construyeron anteriormente.
La escasez de agua es evidente pero aún así los constructores continúan obteniendo licencias para continuar fraccionando el sector.
Dos ejemplos claros de este abandono social son los fraccionamientos Ex Hacienda La Joya y Real del Sol II, donde los pares de tenis atados y lanzados a los cables de luz anuncian la posible venta de estupefacientes.
La ausencia de alumbrado público crea un ambiente de marginalidad que hace estragos en la mente de sus colonos, en particular entre los niños que juegan en plazas llenas de tierra y basura, sin juegos y con canchas que por la tarde nadie ocupa ante el calor agobiante en el verano. La Dirección de Parques y Jardines de acuerdo a los vecinos, no se ocupa de estas plazas donde los árboles famélicos, mueren a falta de riego.
¿Cómo es vivir en estas colonias?
María Guadalupe tiene 27 años de edad y dos pequeños que no superan los diez y sabe que en su barrio, Ex Hacienda La Joya, se batalla por todo. Se tiene problemas en cuanto a la recolección de basura y la luz dice que antes se iba seguido; hace poco dejó de hacerlo aunque sabe que en el sector a cada rato truenan los transformadores y las colonias se quedan a oscuras.
En la esquina que hacen las calles Ágata y Granates ante la falta de una tapa de alcantarilla, los vecinos decidieron meter un tronco de árbol para evitar que un carro se quedara atorado o peor, un niño cayera en el hoyo.
“Pusimos un palo pero de hecho tenía una llanta al principio. Ya ni sé cuánto tiene esa alcantarilla sin tapadera. Aquí batallamos mucho por el agua, tenemos que poner bomba para que salga y la luz hubo un tiempo que se iba muy seguido porque se truenan los transformadores, le ha de tocar a otra colonia ahora”, refirió María Guadalupe.
Sobre los costos de los servicios dijo, no quiere mentir. En realidad no sabe si son justos o elevados porque la casa que habita era de su suegra. La señora falleció y no ha podido arreglar los contratos de luz y agua.
La economía emergente se encuentra a la vuelta de la esquina y la colonia está llena de cocheras donde se ofrece en venta ropa y zapatos usados; en algunas ya se colocaron estantes para exhibir gorras nuevas, en tanto que en otras los tendederos llenos de ropa lavada ondean y avientan un aire fresco y perfumado. Algo en extremo agradable en un sector que huele a drenaje y donde la basura es devorada por los perros.
Falta de alumbrado genera inseguridad
Las casas abandonadas prontamente son ocupadas a pesar de encontrarse tapiadas. Y a otras la rapiña las ha dejado desnudas de puertas, ventanas y todo lo que se les pueda arrancar. Los vecinos se quejan porque la falta de alumbrado propicia los robos, el abuso. Se genera una alta inseguridad. Círculo vicioso del que no se escapa llamando a la policía preventiva ante la ausencia de luz.
En esta colonia algunos vecinos pidieron que diéramos la vuelta al acceso principal donde se encuentra su plaza. Se trata de un espacio arrinconado sin árboles, ni césped ni flores y sin luminarias, sin bancas, bebederos, sin juegos, sin toldos y sin color. ¿Sitio de esparcimiento para los niños o lugar perfecto para conectar con el dealer? Los colonos simplemente lo sufren.
Real del Sol II, sin esperanza
Al tomar la carretera a Santa Fe con rumbo al oriente, el paisaje de nogaleras se permuta por el de un sembradío de casas minúsculas. El fraccionamiento Real del Sol II de igual forma está lleno de casas destruidas, algunas llenas de basura, otras quemadas de manera deliberada. Allí también los tenis lanzados a los cables ondulan como santo y seña.
La proliferación de perros deja su huella en el aire y suelo en tanto que de nueva cuenta se observa un área verde abandonada. La postería del alumbrado público existe pero los focos no han sido repuestos, sólo como curiosidad de pronto aparece un lamparón con luz led y los vecinos dicen que tampoco funciona.
La descomposición social y la falta de estímulos positivos generan encono entre los jóvenes que lanzan la piedra en el cristal, arrancan la nomenclatura, queman el árbol. Se trata de llamados serios de auxilio ante la falta de una propuesta educativa, laboral, cultural.
La plaza en Real del Sol II se ubica en la calle Costa del Sol, frente a una hilera de viviendas que no tienen medidor para el consumo de luz. Allí nos encontramos a Juan Miguel, un hombre que a sus 37 años ya es jefe de familia de seis. Para sobrevivir se dedica a transportar escombros en su carromato.
“Nosotros llegamos aquí apenas hace tres semanas, nos prestaron, tenemos agua y luz pero vea la plaza, no tiene nada. Le hace falta la cancha para que los muchachos jueguen y pues aquí no hay luz en la calle. Estas tres lámparas no prenden. Yo me dedico a acarrear materiales y a la jardinería, a la tira de escombros, tengo que mantener a seis”, dijo el hombre con semblante sonriente.
Mientras Juan Miguel explicaba cómo se adapta a este nuevo entorno residencial, sus dos pequeños nietos jugaban sentados en la tierra del espacio público plagado de basura. La hija de Juan comentó que al llegar tuvieron que limpiar no sólo el domicilio sino además un pedazo de la plaza pues existe un hoyanco donde se ha quemado basura constantemente y la gente avienta desperdicios por doquier.
“Aquí está peligroso porque en la noche no hay luz. Todas las luminarias son lámparas viejas que no prenden. Ni un jueguito hay aquí y estaba bien feo todo ese pedazo, estamos limpiando poco a poco”, concluyó Juan.
aarp