Con frágil figura con un paso lento y corto que sus 89 años lo limitan para desplazarse, aparece don José Santos Luna Mendiola, quien porta a mucho orgullo su uniforme de pantalón azul marino e impecable camisa blanca y cumple desde las 8 de la mañana acomodando carritos en el centro comercial sobre la calzada Diagonal Reforma.
Oriundo de Fresnillo, Zacatecas, don José Santos es el lado opuesto al conformismo, pues aun con su modesta pensión producto en algunos empleos que ocupó desde que llegó aquí, él muestra sus ganas de seguir trabajando de manera honrada y sacar el sustento para sobrevivir sin depender de nadie.
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Desde hace once años se desempeña acomodando carritos en un almacén de Sams en Torreón, lo mismo que auxilia a los clientes como 'viene viene' a estacionarse, así como subiendo sus compras en su cajuela, donde su sueldo se basa en las monedas que estos mismos clientes le pueden aportar diariamente.
Su horario laboral comienza a las 8, pero por su edad le dan una salida a la 1 de la tarde, donde se lleva bien con sus demás compañeros con quienes comparte su experiencia, pero además les ofrece consejos.
No hay sueldo, vive de las propinas, las cuales, dijo, son buenas cuando la gente es sensible y agradece la ayuda con unos pesos. Dice que tiene Seguro Social, producto también de su pensión, luego de trabajar en algunas empresas como la Pasteurizadora de La Laguna (Lala) y luego se fue a otra empresa que hacía leche evaporada en Gómez Palacio y llegó a ser vigilante en otras más, hasta alcanzar sus años de retiro.
Relata que, en lo personal, es viudo. Su esposa falleció hace cuatro años, pero cuenta con dos hijas, quienes le dan sus vueltas a la casa y lo atienden en lo que pueden, pues ya están casadas, una de ellas que vive cerca de la tienda, por lo que si se ofrece algo va con ella.
“Desde chico siempre fui yo agricultor allá en mi tierra, en Fresnillo, sembramos frijol y maíz, pero desde que me vine para acá en 1959, comencé a trabajar en la Pasteurizadora, donde permanecí hasta el año de 1978, para luego tener otros trabajos y termine de vigilante y luego de velador, pero toda mi vida he trabajado y así le seguiré de frente”, dice don José.
En salud, dijo que ha tenido altibajos, al punto de que estuvo a punto de padecer cáncer en los pulmones debido a su excesivo gusto por el cigarro como por el alcohol, pero rescata el orgullo para decir que en la pandemia le fue bien, que nunca se contagió, como tampoco nunca se vacunó. “Hubo muchas personas que iban a vacunarse y al otro día se sentían muy mal, por eso no quise nunca vacunarme del covid. Ahora solo me tomo dos cervecitas, pero jamás volví a fumar”, añade.
“Estoy muy agradecido con Dios, porque a mi edad, me está dejando vivir todavía y mientras me deje vivir, seguiré chambeando”, dice entre sollozos, para luego tomar el carrito vacío, avanzar paso a paso lento y corto, pero hacia adelante.
DAED