"Yo le decía de cariño mi tata, porque para mí fue un padre, un pastor, un Obispo, un guía, un hombre que compartió de su experiencia mucha sabiduría, y en lo personal, me enseñó bastante y todo lo aplico en mi vida, en mi ministerio, en mi sacerdocio", así se expresó el sacerdote Alberto Torres Frausto, párrroco de Concordia, del Obispo Emérito Don José Guadalupe Galván Galindo, en entrevista para MILENIO.
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Don José Guadalupe Galván Galindo principalmente fue para el padre Beto su Obispo, el que lo ordenó sacerdote hace 12 años, y después de su retiro como Obispo titular de la diócesis, tuvo la oportunidad de apoyarlo en la Parroquia de Cristo Rey de Torreón, donde estuvo como párroco varios años, antes de ser cambiado a Concordia.
"Colaboró conmigo algunos años en Cristo Rey, gustosamente aceptó la invitación y celebraba todos los domingos en la misa de una de la tarde, la comunidad empezó a quererlo mucho, empezó a preocuparse por él, incluso él discretamente, de manera oculta, fue el que me apoyó para realizar las primeras obras en la parroquia, como los paneles solares, la primera casa sacerdotal que hay en la diócesis, justo fue construida en la parroquia de Cristo Rey, para servicio de sacerdotes enfermos o limitados", compartió el padre.
Algo muy significativo era su cariño y su amor por la diócesis de Torreón, por el presbiterio, él se preocupaba mucho cuando había una situación de cambio, o alguna situación particular dentro de la diócesis, ya que le pegaba mucho emocionalmente.
"Don Lupito siempre mostró su amor, su cariño, su respeto, su amistad para conmigo y para con mi hermano Alberto, también sacerdote de la diócesis de Gómez Palacio, hicimos en estos años una muy bonita amistad, incluso nos íbamos a los compromisos a diferentes diócesis, una de ellas Mazatlán, con el Obispo de allá, descansábamos un ratito con él en conocido hotel del arquitecto Otto de Ciudad Lerdo, siempre trabajamos muy a gusto".
Detalló el padre Torres que aunque Don Galván Galindo era poco expresivo en sus sentimientos, cuando lo hacía, lo hacía de una manera sorprendente, que nunca se imaginaban que iba a tener detalles tan bonitos para con la gente.
"Me duele mucho su partida, pero sé que tenemos una buena palanca allá en el cielo por parte de Monseñor, quien siempre va a estar pidiendo por nosotros, esperemos que Dios lo reciba en su reino y siga pidiendo por nosotros, y que el cariño que le dimos en vida se lo lleve, dándole gracias al Padre por la oportunidad de habernos cruzado en el camino de esta vida.", expresó el sacerdote lleno de fe y nostalgia.
Asegura el padre Torres Frausto que como ser humano el Obispo Emérito cambió mucho, "a lo mejor por su responsabilidad de ser obispo titular, fue una persona más sencilla, muy allegada a la gente, muy carismática, muy atento, respetuoso y amable, un hombre de mucha sabiduría".
Sin duda alguna, se convirtió en un modelo a seguir, por ser uno de los sacerdotes antiguos, que llevaba su sacramento al pie de la letra.
"Es un testimonio para nosotros como sacerdotes más jóvenes, tener esos modelos que nos pueden ayudar para configurarnos con Cristo todavía de una manera mejor, y así servir a nuestra Iglesia, sobre todo a nuestra Iglesia de Torreón".
Una de las anécdotas que vivió con el Obispo y que más recuerda el padre Beto, es cuando salieron de viaje a Mazatlán.
"Nos íbamos al puerto ya sea de compromisos o vacaciones, y él dijo sabiamente, cada vez que salgo de la casa se me quitan las enfermedades, ya nada más regreso y me vuelven a dar todos mis males, y otro consejo fue cuando me dijo, Padre no confíes en la vida ni de tu propia sombra, ándate con mucho cuidado para que las cosas salgan bien, como Dios la quiere, fueron palabras sabias por lo que él vivió, y llegó a esa conclusión de dar consejos a las personas que nos quería".
Aunque Monseñor Galván era muy allegado a los sacerdotes, el padre Alberto era uno de sus consentidos, incluso algunos padres así lo consideran también, ya que los últimos años se fue nutriendo más esa amistad y convivían como familia.
"A todos nos quería y nos trataba con respeto, con amabilidad, pero ciertamente en sus últimos cinco años estuve muy cercano a él, muy al pendiente y teníamos la oportunidad de irnos todos los lunes a desayunar, fue creciendo muy bonita su amistad, la vez anterior que estuvo internado yo estuve con él, le daban mucho miedo los hospitales, se sentía muy nervioso, pero siempre el amor de los padres que estuvimos cerca de él, lo reconfortaba y lo fortalecía".
Finalmente el sacerdote, quien estuvo presente en la velación del Obispo Lupe, agradeció a Dios por todo el tiempo que estuvo al frente de la diócesis.
"Desde el año 2000, siempre atento con el pueblo, en verdad hay muy pocos obispos como él, que se entregan por su iglesia, por su ministerio, por los sacerdotes, en verdad Don José Guadalupe fue un ejemplo a seguir y en sus predicaciones siempre nos dejaba con una reflexión personal para la vida, que en paz descanse".
CALE