Tras la fiesta, Niños Dios llegan al Mercado Juárez para ser reparados

Sin narices, incluso sin brazos o piernas, al menos cien figuras han caído en las manos del restaurador de Juan Severo Diosdado.

De acuerdo al tamaño del niño es el costo de la reparación. (Lilia Ovalle)
Editorial Milenio
Torreón, Coahuila. /

Luego de la Nochebuena y Navidad, al menos cien niños dioses han caído en las manos de un restaurador. El misterio, es decir, la sagrada familia, acompaña a Jesús con raspaduras en la cara. Así las representaciones de María y José sin narices o incluso sin brazos o piernas, llegan al taller de Juan Severo Diosdado.

De sufrir fracturas, las figurillas de los animales son desechadas, pero cada niño dios que entra al taller es llevado con extremo cuidado por las familias que refieren décadas junto a él. Si es necesario se le trasplantará una extremidad de otra imagen que fue francamente irreparable para luego llevarlo a proceso de pintado general.

“Aquí al menos han llegado cien después de la navidad, vienen con los bracitos o las manitas, o todos los dedos rotos. Todos son de yeso y por eso me doy chanza unos días porque me tardo al menos dos horas en arreglar los deditos. El secado dura como otras dos horas y luego se pinta todo”.

De acuerdo al tamaño del niño es el costo de la reparación. Juan Severo dijo que por los más grandes se pueden cobrar 280 pesos pero si son más pequeños y llegan realmente damnificados, se amerita más trabajo y el costo puede ser similar. Las familias aferradas a los recuerdos que generan los objetos, en vez de comprar un nuevo niño deciden llevarlo a la restauración.

“Depende de cómo vengan. Aquí vienen los misterios, José y María, toda la familia. Los animalitos si se rompen los compran nuevos en el mercado. Aquí tengo piezas de muchos y se los pongo a los que les faltan brazos. Sé por el diseño que aquí me traen niños de hace veinte años”.

Entre la canción Palabras Tristes de los Yonics que se escucha en el taller, ubicado en el interior del Mercado Juárez, y una cumbia que suena desde un comedor anexo, don Juan, junto a su asistente pintor del mismo nombre, avanza en las labores de restauración de los niños dioses.

“Los moldes de antes tenían las manos agarraditas y eran más delgaditos. Las pinturas también son de tiempos. Este local tiene como cuarenta años. Aquí llegan en enero y pasando febrero dejan de llegar. Luego vuelven con los niños en octubre. En ese tiempo lo que arreglo son motores de refrigeración, lavadoras y licuadoras”.

LAS MÁS VISTAS