De domingo a viernes pedalea en su triciclo para recoger desechos reutilizables que puede vender para mantener a su familia. Se trata de seis horas efectivas de trabajo sin contar las dos horas de traslado que realiza.
De apellidos López Jáquez y a sus 48 años dice que hay que madrugar porque a las diez de la mañana para él ya terminó todo el trabajo, en tanto que el sábado, afirma, lo utiliza para consentirse viendo el vox por televisión y beberse unas cervezas que ya se ganó con toda dignidad.
“Soy pepenador y yo ando en pura colonia residencial. Se me ponchó mi llanta en la mañana, pero como la llanta ya no sirve, así seguí trabajando y ya ahorita dios me dio pa comprar la llanta nueva. Saqué de la pepena para meterle al triciclo y poder llevar de comer a mi familia”.
Con ingresos variables, al señor López a veces le alcanza la jornada para un salario mínimo, otras tantas para más. Y a veces algunos colonos le regalan cosas que puede vender y saca un extra, mismo que va al monedero de su mujer porque tienen dos adolescentes que estudian y a los que se debe impulsar para cambiar sus posibilidades económicas.
“Este trabajo es de las cinco a las diez de la mañana a más tardar, yo vivo en fraccionamiento Villas Zaragoza y hago dos horas para llegar al trabajo, tengo una excelente condición y treinta años de lo mismo me respaldan, es puro ejercicio. No fumo, nomás tomo, leve, cada ocho días me echo mis seis caguamas, lo que es el sábado, pero para la friega”.
Y tiene razón porque echando cuentas se avienta al menos 200 kilómetros por semana en la pedaleada. Así por 30 años consecutivos, reitera. Sobre sus hijos dice que uno tiene quince años y el otro dieciocho, ambos estudiantes. Él les insiste en que carguen bien sus pilas porque lo otro sería hacer lo que él, y bien sabe que cuando llueve no gana nada por más que lo intente.
“Para mí no hubo pandemia, para mí fue duro y bonito, sí usé cubrebocas y me lavo las manos, pero ahorita ando bien malísimo que casi se me explotan las anginas, vine a trabajar porque dios es muy grande. Como de chiquito padecí mucho del bronquitis y me estaba muriendo de dos años, entonces quedé lastimado y como tomo muchas cosas heladas y ando en la calle a cada rato me pongo mal”.
Como cualquier persona trabajadora, el señor López Jáquez dijo que mañana podrá acudir a una farmacia de similares porque no puede ser de otra manera, de tés y apapachos caseros ni se ilusiona porque su mujer también trabaja en unas oficinas de seguros haciendo la limpieza.
“Somos personas de trabajo, esa es una enseñanza pa' mis hijos porque hay mucho muchacho que no trabaja y agarra lo que no es suyo, sí… yo me consiento con el puro box, cada ocho días me lo aviento, yo solo porque es cuando estoy aventándome mis cheves”.
EGO