De porcelana, plomo y hasta de cerillos, lagunero tiene más de 60 nacimientos en su casa

Salvador Miranda Wong comparte que los pesebres están elaborados de todo tipo de materiales y tamaños, algunos comprados, otros regalados, de Argentina, Perú, Bolivia, Cuba, Estados Unidos y Tierra Santa.

Los nacimientos o pesebres son una tradición en su vida que disfruta al máximo y le deja una satisfacción enorme. | Manuel Guadarrama
Lili Figueroa
Torreón, Coahuila /

Los nacimientos, de acuerdo con la leyenda, se remontan a la época de Giovanni Bernardone (1182-1226), mejor conocido como San Francisco de Asís, quien fue el primero en instalar uno viviente para ejemplificar el nacimiento de Jesús, y ayudado por otros clérigos, construyó una casita de paja, un portal y un pesebre e invitó a todos los lugareños a integrarse en una escena viviente. 

Desde principios de diciembre, los hogares mexicanos son adornados con motivos navideños, donde el elemento central sin duda alguna es el nacimiento, que representa la llegada de Jesucristo al mundo. 

El lagunero Salvador Miranda Wong, licenciado en Ciencias de la Comunicación, se ha declarado desde hace 50 años, un apasionado por los nacimientos, y emocionado espera las fiestas decembrinas para colocar en su hogar cerca de 60 de ellos, elaborados de todo tipo de materiales y tamaños, algunos comprados, otros regalados, de diversos países del mundo. 

En entrevista para MILENIO, el también maestro de baile folklórico e inglés, habló sobre esta tradición en su vida, que disfruta al máximo y le deja una satisfacción enorme. 

“En mi casa, desde niños siempre hubo nacimientos, fuimos cinco hermanos, cuatro hombres y una mujer, ya fallecieron mi hermana mayor y mis padres, May Wong Nava y Salvador Miranda González, sólo quedamos lo cuatro varones, yo soy el mayor, y mi mamá tenía un niño Dios de porcelana que fue de mi abuela, la mamá de ella, y el misterio era de cera, ese niño Dios mi abuela cuando era niña, lo compró a unos alemanes que dejaron el pueblo de Ojuela cuando se acabó la mina, a principios del siglo XX, muy hermoso y tengo otro que parece que fuera el hermano mayor porque es idéntico, sólo un poco más grande, entonces mi mamá siempre ponía el nacimiento y a mí siempre me encantaron esas épocas”. 

Cuando terminó la preparatoria, en 1965, Miranda Wong se fue a radicar a la Ciudad de México, en 1972 rentó un departamento, donde comenzó a celebrar la Navidad, y en diciembre de ese año, puso su primer nacimiento. 

“Es el mismo misterio y el mismo niño Dios, el que pongo desde aquel entonces como principal en mi casa, y año con año ha ido creciendo este nacimiento, porque compro más figuritas, me enamoré de las tradiciones, bailes, comida, trajes, paisajes y empecé a viajar por todo el país, comencé a ver muchas artesanías y me brincaban los nacimientos por todos lados, y empecé a comprar, de los primeros fue el de hoja de lata, que es de Oaxaca, luego otro de la sierra tarahumara de Chihuahua, otros más de Yucatán, La Huasteca, Veracruz, yo hice algunos, tengo un cuadro bordado en punto de cruz, hay otro que está hecho en fieltro, otro de cerámica que yo pinté, hay de madera, de cristal, y así empecé a juntar varios”. 

También cuando vacacionó por el extranjero, trajo algunos más de Argentina, Perú, Bolivia, Cuba y Estados Unidos, “tengo uno de Belén, pero ese lo compré aquí en la fayuca, donde encuentras maravillas, es una campana de madera, con el nacimiento dentro, y si leí que es de Tierra Santa”. 

Su querido amigo Alejandro Magallanes, le regaló un niño Dios de porcelana, que es idéntico al de su mamá, pero más grande, por lo que se aplicó para buscar todo el nacimiento de porcelana y el misterio lo encontró en la iglesia Cristo Redentor del Hombre, ya que estuvieron algunos a la venta.

“Otros me los han regalado, alumnos, amigos, señoras, el último que me obsequiaron fue elaborado con cerillos, me lo regalo el supervisor de empacadores voluntarios que maneja el DIF y yo estoy de empacador actualmente, nunca se me hubiera ocurrido hacer un nacimiento con cerillos, pero está muy bonito”. 

Salvador cuenta dentro de su colección, tanto con nacimientos caros como baratos, pero todos y cada uno representan algo muy importante en su vida. 

“Sé cuales tengo perfectamente, tengo dos de plomo que los compré en San Ángel en la Ciudad de México, y uno de ellos ya tiene muchas figuras porque cada vez que voy a México voy al bazar del sábado y me traigo alguna que otra figura de plomo”. 

En cada nacimiento, se puede apreciar una gran creatividad, como uno que está hecho en macetas pequeñas, y entre los más pequeños, se encuentran unos elaborados dentro de una cáscara de nuez, el cual fue traído de Argentina, así como otro dentro de un pequeño huevo de mármol, que compró en la feria de Gómez Palacio, entre otros más. 

Celebrar la Navidad es una fiesta universal, pero el poner tanto nacimiento le permite a Miranda celebrar a lo grande esta importante fecha, “la manera en como la celebramos es lo máximo, el nacimiento para mí es totalmente mexicano, aunque haya nacido en Italia con San Francisco de Asís, en España le dicen belenes a los nacimientos, pero creo que no son como los nuestros”. 

Recordó que su hermana le cuestionaba para qué adornaba con tanto nacimiento, pero asegura Miranda Wong que lo hacía por satisfacción propia, “lo disfruto yo solo, y si la gente quiere visitarme, con gusto lo comparto para que vea todo esto, y si no, yo lo hago para mí”. 

Asegura que desde hace años atrás ha tomado la decisión de que todos los nacimientos que ha hecho, comprado, o le han regalado, los va a heredar a sus mejores amigas y amigos, “pero esto será cuando me muera, de hecho mis sobrinos dicen que mi casa es un museo”. 

Al cuestionarle, cuál es el nacimiento que más añora, contestó, “yo creo que el primero, porque la mayor parte de mi vida está ahí, luego el de porcelana por la persona que me lo regaló, y cada vez lo vamos haciendo más grande también con puras figuras de porcelana”. 

Salvador comienza arreglar sus nacimientos el último domingo de noviembre, justo cuando hace la corona de adviento, “me tardo en poner todo como dos semanas, como del primero al 15 de diciembre”. 

Santa Claus nada tiene que ver con la Navidad

En el hogar del lagunero de 76 años de edad está prohibido Santa Claus, por ningún lado encuentras algo alusivo al gordito barbón, “ese viejo panzón, no tiene nada, pero nada que hacer en la Navidad, mucha gente me dice que soy Grinch, pero no, la Navidad es el nacimiento del niño Dios, y el Santa Claus nada tiene que ver, es un personaje inventado, disque basado en San Nicolás, que era un Obispo, la mitra del Obispo después lo hicieron el gorro picudo con una mota blanca arriba y las vestiduras sacerdotales de un Obispo se las quitaron y le pusieron un pantalón, con unas botas, un cinturonzote y una casaca roja bordada de peluche. 

Es tradición para el también maestro, rezar sus posadas cada año, y arrancan del 16 al 24 de diciembre, “todo tiene que estar listo el día 15, porque empezamos las posaditas el 16 como a eso de las 6:00 de la tarde, rezamos el rosario completo, luego pedimos posada, cantamos, y el mero 24 rezamos la última posada, ese día de Nochebuena acostamos al niño Dios y después cenamos, a veces vienen algunos de mis hermanos, yo siempre he cocinado la cena”. 

Son cuatro niños Dios los que acuesta el 24 de diciembre, y el rosario para levantarlos lo hace el 2 de febrero, “al más antiguo, al de porcelana, al del nacimiento grande blanco, y al de cerámica, les rezamos, los limpiamos y los vestimos, y al día siguiente, el 3 de febrero a guardar todo, el más antiguo es el último que pongo y el primero que quito”, finalizó Salvador Miranda.

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