Entre los muchos lugares que destacaron en otra época, donde los jóvenes e infantes solían pasar sus ratos en sana convivencia, cuando el internet aún ni siquiera se concebía como una idea, era la Nieve Estrella en Torreón, Coahuila, un sitio donde alguna vez en sus mesas repletas, se hablaba de lo último de Madonna, o de ir a pasear a la pista de patinaje, las discos o la fuente de sodas, es así, como solo queda la memoria, un sitio de otro tiempo que subsiste.
Ubicada en la avenida Escobedo y calle Degollado, dicha nevería persiste con cariño en los recuerdos de muchos laguneros que alguna vez en su infancia disfrutaron de su menú compuesto de nieve de agua y crema, con esa consistencia batida y esponjosa característica, y aquellos sabores que colgados en la pared con luz neón carmesí, anuncian: nuez, fresa, mango, nescafé, vainilla, coco menta, crema holandesa, cajeta, cereza, pistacho y chocolate.
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El eslogan de la nevería solía ser 'la más cara, pero la más buena de Torreón', definitivamente una publicidad franca, pero a su vez elevaba en un pedestal a su producto e invitaba a probarla, según los recuerdos de los laguneros, a pesar del costo, solía siempre mantenerse con afluencia de clientes.
"Es un recuerdo muy bonito, pero era una nevería de ocasiones especiales porque en aquel entonces mis papás me decían que no era barata, fui con mis papás y también con mis amigas, nos sentábamos ahí y solíamos platicar de las cosas de aquel entonces, era un sitio popular porque siempre había gente, y pues no había internet, había mucha inocencia, así que ahí hablábamos de lo que conocíamos, como lo último de Madonna o las discotecas del momento", recordó la lagunera Lupita García, al preguntarle al respecto.
La vitrina de dulces
Según los recuerdos de algunos laguneros, si algo destacaba a la nevería era una extensa variedad de dulces ubicada a un costado izquierdo de la entrada principal, dichos productos se encontraban dentro de una vitrina que a su vez tenía unos frascos de vidrio dónde se apreciaban todas las golosinas que hacían babear a infinidad de niños.
"Ahí nos íbamos porque antes no había tantas tienditas de la esquina, y como vivíamos cerca, ahí solíamos ir, me acuerdo de que había: pulparragos, los ticos, los escuincles, chocolates, chicles, paletas, había de todo", agregó Liliana Figueroa, periodista de MILENIO.
Definitivamente, un sitio al que acudir si lo que quieres es aventurarte y conocer el Torreón de otra época, entrar y ver esa vitrina que alguna vez estuvo repleta de dulces, al día de hoy vacía, y sentarse en la mesa y reflexionar que quizá personas que rieron y disfrutaron ahí hoy ya no están, una experiencia digna de un crononauta, de un viajero en el tiempo.
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