La nube de humo que atraviesa el bulevar Centenario todas las mañanas solo anuncia una cosa, que las gorditas de cocedor ya están listas para los trabajadores que viven alrededor de los ejidos La Palma, El Perú y el Diez de Abril y que desde muy temprano se acercan a la carretera para tomar su transporte hacia su lugar de trabajo, o bien, los pobladores que las siguientes horas pueden llevarlas a sus hogares o prepararlas de lonche para la escuela.
Son los cocedores hechos de adobe lo más característico de algunas casas, algunos se pueden observar a simple vista sin la necesidad de entrar a las viviendas, y otras en donde ya toda la comunidad sabe quien los tiene porque cada semana vende ya sea pan o dichas gorditas muy laguneras.
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Y sobre el bulevar Centenario se encuentra la vialidad que conduce al ejido La Palma, el cual, según los últimos datos del INEGI, cuenta con mil 118 pobladores, de ellos son solo tres personas las que realizan y venden las gorditas de cocedor, una de ellas es la señora María Luisa Ávila, quien desde hace 20 años se dedica a la preparación de este platillo.
Es en el patio de su casa en donde se ubica su horno de cocedor y el cual prepara hasta 22 kilos de masa en un solo día de la semana, María aprendió a preparar el platillo cuando su suegra falleció y su suegro tuvo la intención de que no se perdiera la receta, por lo que la mujer y otra familiar aprendieron a cocinar las gorditas de cocedor.
“Antes era mi suegra y una vecina luego mi suegra murió y mi suegro me enseñó a mí y a una nieta pero ella se fue a Estados Unidos pero han pasado como 20 años y ahora hay dos señoras y otro vendedor, aunque sí hay competencia nunca habíamos batallado como ahora pero todo se vende”.
Una tradición
Actualmente María solo hace y vende sus gorditas dos veces por semana, los jueves y domingos, los jueves las gorditas van a una empresa cercana y son llevadas por su marido Humberto Martínez cuando se va a trabajar, mientras que los habitantes del lugar que ya conocen el sitio las buscan cada domingo para almorzar, aunque este enero del 2025 las ventas han bajado a comparación de años anteriores.
“Aquí se vende de todo, más los domingos que se pone el menudo, la barbacoa, pero la gente siempre viene, aunque extrañamente este mes está muy solo”.
Pese a ello la venta no se detiene, ya que en algunas ocasiones hay pedidos que van hasta el país vecino en Estados Unidos, las gorditas son delgadas pero la masa se une casi en su totalidad con el guiso, además la preparación de la masa ayuda a que al calentarlas tengan el mismo sabor que cuando salieron del horno, según comentó uno de los ayudantes.
“Estas además saben bien aunque no se coman el día que salieron del horno y hay otras que ya no saben igual”, aseguró Carlos Muñoz. Él también le comenta a la señora que estuvo platicando con algunos clientes sobre subirle el precio a las gordas.
“Yo le subo a las gorditas cuando veo que ya no me queda, ahora son 13 pesos por gordita y no hace falta subirle”, aseguró la comerciante, ya que además comenta que al tortearlas se le imposibilita que sus gorditas sean más grandes que en otros lugares, “pero las gorditas no las puedo hacer de un tamaño más grande aunque quisiera, lo que si es que no están masudas”.
Los guisos
Rajas, queso, chile molcajeteado, chicharrón de pella y prensado, frijoles y hasta cebolla son los guisos que prepara, de distintas formas y con una seña para diferenciar cada una, mientras que algunas otras son pedidos especiales y mixtos para los clientes que tienen ganas de algo diferente.
Aun así las gorditas que más se le antojan a sus clientes son las de prensado y frijoles con chile colorado y aunque la gente elogia los guisos por el sabor, María comenta que de vez en cuando cambia la receta, ya sea desde tatemar el chile o agregar otro sabor para que la comida sepa aún más rica.
Mientras María tortea la masa la gente empieza a llegar pero es en el mesón en donde los atiende su esposo, las gorditas aunque acaban de salir del horno, el frío de la temporada permite que sean manejables para despacharlas sin ningún problema.
El proceso para hacer las gorditas comienza desde al menos dos días antes de la venta, María es quien cose el nixtamal y luego lo manda a moler.
“Lo de los domingos lo hago desde el viernes y el sábado se manda a moler y ya con la masa le agrego la sal necesaria y la manteca para que repose y hasta el domingo le pongo la cuajada para que esté lista”, explicó.
Los guisos también están listos antes de la venta, y ese mismo día comienza a tortear primero para las ocho carteras con 12 gordas cada uno y salen de los siete guisos, en caso de que sea el día jueves María se levanta desde las 3:00 de la mañana para calentar el horno el cual no dura más de 20 minutos, “pues ya le encontré la forma”, afirma la mujer de la manera más natural. Es entonces cuando las primeras gordas ingresan al cocedor y aunque hace frío el tiempo de 10 a 15 min es el mismo en cualquier temporada del año siempre y cuando el horno esté a una buena temperatura, “el tiempo del cocedor depende de lo caliente que esté, hay veces que están listas entre los 15 a 20 minutos”.
Una vez lista la masa y el horno caliente, la señora María toma la masa para empezar a tortearlas, con sus manos les da la forma y comienza a rellenarlas para luego cerrarlas y colocarlas en la cartera.
El sustento
De sus cuatro hijos solo uno de ellos es quien se interesó en preparar las gorditas, y es quien vende durante el viernes, ellos dos también venden platillos durante la semana, y aunque María Luisa nunca se imaginó dedicarse a la venta de comidas o siquiera a hacer gorditas, agradece que su trabajo le ha brindado la remuneración económica para aportar en los gastos de la familia.
“No, la verdad es que nunca me imaginé que me iba a dedicar a vender gorditas pero de aquí ha salido para todo”, también de ahí pudo pagar las tres carreras de sus hijas y cualquier imprevisto familiar, durante cinco años le dedicó tiempo a otro empleo, sin embargo, regresó a la cocina.
“Dure cinco años trabajando en una fábrica y deje de hacer el jueves, solo hacíamos los domingos pero después volví a lo mismo, la verdad me fastidie y me fui pero como quiera si me convino pero aquí seguimos. Platico yo con mi cuñada de una señora que vende tortillas de harina y que ella llora cuando las hace por la suerte que le tocó, yo no, yo las hago con gusto porque sé que de aquí es de donde sale para todo. Por ejemplo ahorita mi hija la más chica está estudiando y de aquí sale, también mis otras dos hijas, salió de aquí el estudio”.
Si eres lagunero o vas de paso por la ciudad de Torreón, y es un día jueves o domingo por la mañana, la señora María Luisa y otros tres vecinos del ejido La Palma pueden ofrecer este platillo lagunero y particular, tan solo es necesario tomar el bulevar Centenario o carretera Torreón - La Partida para llegar al poblado y degustar esta comida.
ACA