Velador revela anécdotas de fantasmas del Mercado Juárez en Torreón, "gajes del oficio"

"Desde el primer ruidito, la primer sombra, el reloj comienza a pasar extremadamente despacio", comentó el rondador nocturno.

Velador revela anécdotas de fantasmas del Mercado Juárez en Torreón, "gajes del oficio". | Antonio Ramírez
Antonio Ramírez
Torreón, Coahuila /

El trabajo del velador consiste en deambular por un recinto durante las madrugadas, de manera que se mantenga a salvo la integridad tanto del lugar como de lo que hay en el. Entre los peligros que aguardan al caer la noche, pese a que se podría pensar solo del crimen, el verdadero reto del oficio, es soportar aquello inexplicable hasta que amanezca.

Salvador Celaya Ramírez es uno de los guardianes nocturnos que rondan el Mercado Juárez al caer la noche, afirma que "no es un trabajo para miedosos", ya que diariamente al iniciar la jornada es cuestión de tiempo para que inicien los sucesos inexplicables, "desde el primer ruido, la primer sombra, el reloj comienza a pasar extremadamente despacio", aseguró.

El rondador nocturno aclaró que las noches en el Mercado Juárez son silenciosas y oscuras, se cierran absolutamente todas las puertas y cortinas metálicas, de modo que únicamente quedan el señor Salvador y su compañero dentro del recinto.

"Hace poco, me estaba sentando yo en una banca cuando pasó... Estaba joven, ella no estaba muy grande... O sea, nomás se vio la pura sombra que paso corriendo, como si fuera jugando carreras, la cabeza no se le miraba. Salimos a buscarla yo y el otro velador, y no estaba por ningún lado. Ahí empezaron las cosas raras. Comenzó a oler como a papel quemado, e igual forma no pusimos a buscar si había algo quemándose, y nada. Salimos hasta por las puertas para afuera y nada", relató una de las anécdotas el velador.

El rondador nocturno continuó contando otra historia, dijo que habrá ocurrido como entre las 3 y 4 de la madrugada, cuando proveniente de los baños, comenzó un estruendo que hizo vibrar el lugar entero y puso de cabeza los nervios de ambos veladores, eran los gritos desgarradores de una mujer.

"Se oía como que estaban golpeando a una dama, muy feo, ella lloraba y gritaba. Salimos a recorrer todos los pasillos, y nada, y luego también por el lado de afuera en la calle, tanto por el lado de la Blanco y de la Acuña, y nada, todo solo, no hallamos nada. Al entrar de regreso, ya se dejo de escuchar, pero has de cuenta que se escuchaba como si la estuvieran matando", comentó.

El noctívago continuo con las anécdotas, la otra la situó en "el puesto de verduras de con Beto" a las 3 y media de la madrugada, comentó que hace tiempo solía colocar cuatro sillas en esa zona para acostarse y descansar un rato, detalló que se enredaba en una cobija para que no le picaran los mosquitos, cuando de pronto pudo apreciar como alguien que no tenía porque estar ahí lo observaba.

"Era morena, estaba agachada, viéndome directamente, era bonita, pelo negro, y entre nervios y el no saber qué hacer, le dije 'ahí te vas a cansar de verme, ahí estate viéndome hasta que quieras'. Y así quedó, me tape la cara con la cobija. Y al pasar del tiempo, cuando me destapé ya no estaba ahí", relató el señor Salvador.

El señor Salvador, contó que entre los sucesos inexplicables más destacados, se encuentra una ocasión en que, mientras realizaba sus rondines "aquí por el pasillo de con Mayo", precisó, escucho muchísimos golpes al unísono que hicieron retumbar las paredes de las instalaciones, anonadado y exaltado, corrió buscando refugio ante la extraña escandalera, cuando notó que no eran golpes, sino pasos, se trataba de una marcha.

"Era un corredero de gente, como si fueran así como soldados, se venían del lado de la Acuña, luego se devolvían otra vez, para atrás y para adelante. Así andaban, corre y corre. Adentro del Mercado. Y así como iniciaron terminaron, con un silencio absoluto. Tiempo después platicando con los locatarios sobre lo que había pasado, me dijeron que, el Mercado algo tuvo que ver con Pancho Villa".

El noctámbulo precisó que siempre después de que tienen este tipo de situaciones, ya sea él o su compañero, suelen tener mareos, vómitos o incluso ha llegado a escalar al desmayo, "en estas cosas necesita tener uno mucho valor, porque si somos sencillos si nos tumba, uno debe de ser muy fuerte, siempre pidiéndole a Dios que todo el trabajo de nosotros está bien por la noche", finalizó.

arg


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