Vivir en la miseria, la realidad de una familia en Lerdo

Crónica

Necesitan médico, atención, comida, sin embargo, el olvido de sus familiares y sobre todo, de las autoridades, los ha obligado a sobrevivir con el poco dinero que apenas consiguen.

Las condiciones de la familia se encuentran muy por debajo de lo propiamente digno. (Multimedios)
Ángel Carrillo Romero
León Guzmán, Durango /

Era temprano y salí del estudio de Multimedios Laguna para conocer la historia de la familia De Santiago, tomamos la carretera libre a Durango, se hace cosa de 30 minutos desde Torreón a la villa, pero pareciera que se interponen cien años en cuanto al nivel de vida, se respira la pobreza, pero sobre todo, la apatía.

Los integrantes de la familia De Santiago han perdido la esperanza, viven en dos derruidos cuartos, don Jesús, el más grande de los hermanos tiene 74 años, luego le sigue Lourdes de 68, a ella le fue mejor porque su hija se la llevó a su casa a escasos metros de ahí mismo y también en el jacal vive "Estefanía González", que en realidad es Teresa de 54, pero su esquizofrenia la hizo llamarse como le diera la gana.

Hoy, a don Chuy y sus 74 años a cuestas le salió un trabajito limpiando una casa del otro lado de la carretera, pero, ¿qué puede limpiar el pobre hombre con toda la bola de años y enfermedades que tiene?

SIN FAMILIA

Lourdes tiene seis hijas repartidas entre Estados Unidos y Gómez Palacio, Daisy fue la única que se quedó a cuidar a su mamá, nadie les manda un "cinco", solamente Daisy aporta a la economía, lava y plancha ajeno, limpia hogares y caza trabajitos que de pronto le salen.

Techos y paredes de carrizo y adobe, para entrar y salir hay lonas colgadas de viejas vigas, no hay baño, hay cacas tiradas detrás de la casa y unos tambos cubiertos de hule donde don Chuy se baña. 

El olor es insoportable, a pesar de los esfuerzos de Daisy para mantener medianamente limpio el sitio, huele a orines y heces fecales.

La cocina es un rincón donde Chuy coloca leña y en ollas desvencijadas y tupidas de hollín prepara lo que los vecinos y Daisy les arriman.

La cosa no está sencilla: necesitan médico, atención, comida, pero sobre todo un lugar digno, porque es inimaginable que en el lumbral de este siglo exista tal nivel ignominia.

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