Yadira Mendoza, bailarina internacional, sabe que la danza árabe ayuda a reconocer el cuerpo, músculo por músculo, y ahora después de la pandemia, es una opción para reconocerse a uno mismo, por eso trata de inculcar a quienes toman sus talleres y clases.
La danza árabe es para el reconocimiento de la mujer, y la conoció por accidente, pero ahí quedó flechada por la libertad. Habla que en ciertas edades se redescubren por medio de la danza, que es uno de los fines del trabajo que realiza de manera cotidiana.
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“La danza es terapéutica, nos ayuda a canalizar todas nuestras emociones, ahora hay una moda. Antes no se hablaba tanto de ello, de la inteligencia emocional y la verdad es que si todos estudiáramos artes, no para ser artistas, simplemente para canalizarlos, tendríamos mejor encaminada la inteligencia emocional”.
Para Mendoza el proceso de enseñanza va hasta lo más profundo de la experiencia de la danza. Por eso el valor de reconocer cada movimiento, a tener conciencia de uno mismo a través del movimiento del cuerpo.
“Enseñar es todo un proceso, porque no nada más enseño a que hagan algo, sino que comprendan por qué y cómo funciona dentro de ellos. Tenemos el músculo aquí, pero no sabemos que está ahí, a través de la danza se mueve desde la punta del cabello hasta la punta de las uñas, aprendes a conocer tu cuerpo. Aprendes a reconocerte”.
“Esto es un proceso de formación integral para cualquier persona, pero si metemos a niños y a jóvenes, ellos van a crecer con toda esa parte ya desarrollada para integrarse a la sociedad”.
Desde la infancia comenzó en el arte y poco a poco se fue adentrando en el mundo de la expresión.
aarp