Suprema Corte confirma suspensión definitiva de granja porcina en Yucatán

La granja Producción Alimentaria Porcícola (PAPO) deberá permanecer cerrada hasta que se resuelva el juicio de manera definitiva.

Las granjas porcinas causan grandes daños a las comunidades y a los ecosistemas del área. (Pixabay)
Sandra Rojas
Ciudad de México /

La Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) confirmó la suspensión definitiva de la granja porcina de la empresa Producción Alimentaria Porcícola (PAPO) en favor de los niños de Homún, Yucatán.

Por unanimidad, los ministros y ministras confirmaron la suspensión definitiva contra la granja, la cual deberá mantenerse cerrada hasta que se resuelva el juicio definitivo. La decisión de la SCJN les dio la razón a los habitantes de Homún, particularmente a los niños mayas que, a través de una demanda de amparo, lograron paralizar la granja de 49 mil cerdos, desde el 9 octubre de 2018.

​La decisión del máximo tribunal permite proteger el derecho a la salud, al medio ambiente y a una vida digna para los niños del pueblo maya de Homún. Al mismo tiempo, sienta las bases para la resolución final, la cual aún está por resolverse en el Juzgado Segundo de Distrito en el Estado de Yucatán.​

Las granjas industriales de animales son contaminantes notorios. Se esperaba que la operación de ésta generara más de 272 millones de kilogramos de orina y heces cada año, más de lo que produce la población humana de Tijuana. Ese desperdicio se pretendía almacenar en pozos descubiertos para luego eliminarlo en campos cercanos, una práctica empleada por muchas granjas industriales de animales en Estados Unidos.

De acuerdo con la doctora Jill Johnston, profesora asistente de Medicina Preventiva en la Facultad de Medicina Keck de la Universidad del Sur de California las operaciones industriales de cerdos liberan contaminantes a las comunidades vecinas, donde afectan la salud y la calidad de vida de los vecinos. Tales operaciones se han asociado con aumentos en los síntomas respiratorios y de asma, presión arterial, estrés y ansiedad entre los residentes que viven cerca.

Con información de Fanny Miranda.

LP

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