Lorena, junto con la Fundación Cinépolis, logró ayudar a 35,000 mexicanos a recuperar la vista. El programa de la Fundación, “Del amor nace la vista”, se lanzó en 2005, y consiste en devolverle la vista a los sectores más vulnerables de la sociedad que padecen cataratas, esto mediante una operación gratuita. El programa también tiene el propósito de generar una cultura de prevención y detección de la ceguera. Los fondos se recaudan por medio de donaciones que se realizan en las dulcerías de los cines.
Este programa no es el único, Fundación Cinépolis cuenta también con “Ruta Cinépolis” que ha permitido a más de 400,000 personas ver una película en un cine bajo las estrellas en comunidades a miles de kilómetros de las grandes ciudades mexicanas.
“Me enorgullezco de cómo en la fundación hemos diseñado modelos colaborativos multisectoriales que permiten generar valor en la sociedad y, también, de nuestro compromiso por ser impecables”, dice Lorena, que trabaja en Fundación Cinépolis desde su creación en 2008. Pero esta directiva desde 2006 estuvo involucrada en la estrategia de responsabilidad social de la empresa, que partía de contribuir a la justicia social del país, y que en el camino se enfocó en los ejes rectores de la salud visual y educación a través del entretenimiento y el cine, siempre pensando en los sectores más vulnerables de la sociedad.
El objetivo de Lorena, inspirado por un amor hacia su país, era ayudar a otros y generar valores en los mexicanos, que, dice, es también su mayor satisfacción. Pero no ha sido sencillo. El reto constante es “mantenernos enfocados, optimizar los recursos, y el balance entre la visión a largo plazo y los recursos disponibles a corto”, dice.
Para ella el género no define el éxito. Cree que la empatía, la pasión y la creatividad -características que normalmente se consideran femeninas- complementadas con la lógica, objetividad y racionalidad -características que hasta hoy se pensaban como masculinas- permiten a cualquiera construir una sociedad con valores más sólidos.
“Las filántropas de té y galletitas de antes ya son mujeres profesionistas con formación en finanzas; política; comunicación; proyectos y procesos; gestión de alianzas; negociación; evaluación de impacto, hasta de resolución de conflictos”, dice.
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