El pasado 25 de noviembre el doctor Jeffrey Keenan, director médico del Centro Nacional de Donación de Embriones en Tennessee, recibió a Emma, un bebé cuyo embrión estuvo congelado desde el 14 de octubre de 1992.
Emma pesó 2.940 kg y midió poco más de 50 centímetros de altura. Sus padres, Tina y Benjamin Gibson, trataron durante siete años tener un bebé mediante un embarazo natural, sin embargo, la fibrosis quística de Benjamin ocasionó su infertilidad y decidieron buscar otra opción.
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Los Gibson no se enteraron sino hasta meses después del nacimiento de Emma que su embrión tenía 25 años de antigüedad.
Carol Sommerfelt del Centro Nacional de Donación de Embriones fue quien les dio la noticia, y dijo a CNN que "es el (embrión) más longevo congelado que nació satisfactoriamente", logrando un récord mundial.
Al conocer la noticia, Tina le dijo a su médico "¿Se da cuenta de que yo tengo 25 años? Este embrión y yo podríamos haber sido mejores amigas", pero remarcó que "sólo quería tener un bebé, no me importa si es o no un récord mundial".
Emma surgió de un grupo de embriones que se les conoce como snowbabies (niños de nieve) por el proceso de congelación al que son sometidos. Éstas son pequeñas "vidas humanas potenciales que esperan su nacimiento" dijo Sommerfelt.
Rocío Núñez, investigadora y directora científica de la Clínica Tambre en España, dijo al diario español El País que "la edad del embrión congelado, si está bien conservado y no ha sufrido ninguna alteración externa, no influye en el éxito de la fecundación. Es más, estos se pueden conservar indefinidamente”.
Al preguntarle a Tina si quisiera tener otro bebé dijo a CNN que "Después de tener un parto natural dije '¡nunca voy a hacer eso otra vez!', pero estoy segura que dentro de un año diré 'quiero intentar tener otro'".
RL