Aunque la historia del “bello puerto” está relacionada en sus inicios con el comercio asiático, acordarse de Acapulco (como dice la canción) del siglo XX, es profundizar a través de varias etapas o capas, sobre todo con referencia a su arquitectura y al turismo de la costa del Pacífico.
Después de la catástrofe y del paso del huracán Otis de categoría 5, MILENIO compiló la mirada de tres arquitectos sobre la temática: Enrique Norten, académico y fundador de TEN Arquitectos; Felipe Leal, miembro de El Colegio Nacional y miembro Emérito de la Academia Nacional de Arquitectura; y Jorge Vázquez del Mercado, subdirector de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Anáhuac México y fundador de Vázquez del Mercado-Arquitectura.
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¿Cómo era la época gloriosa de Acapulco? ¿Qué arquitectos y construcciones marcaron un antes y un después? Y sobre todo: ¿cuál es el panorama arquitectónico y urbanístico del puerto?, son algunos de los cuestionamientos a estos expertos.
Acapulco, inicia Felipe Leal, “tuvo varias etapas, pero sobre todo si nos referimos a la arquitectura con la que se diera a conocer a Acapulco en los años 30 o 40 del siglo pasado, era una arquitectura con la que inició el turismo de playa en México, el turismo como industria se dio en edificios, en la parte tradicional de Acapulco, la que tiene que ver con la bahía”.
Es así que el paso de la hotelería se haría presente con sitios emblemáticos como el Hotel Los Flamingos, El Mirador y el Hotel Papagayo (después Parque Papagayo, recuperado hace dos años por el propio Leal, y ahora devastado). Sin embargo, uno de sus momentos cumbres fue en los años 50, cuando el presidente Miguel Alemán dirigía el país y arquitectos como Mario Pani, Juan Sordo Madaleno y Antonio Peláez, entre otros, crearon obras arquitectónicas emblemáticas.
En la gloria
Antonio Peláez daría vida al Hotel Boca Chica (rescatado por el arquitecto Fernando Romero y renovado por Frida Escobedo y José Rojas), un espacio icónico en Caletilla que fungió como set de algunas de las escenas cinematográficas de Fun in Acapulco; o el Hotel El Presidente, de Sordo Madaleno, así como varios de los proyectos de Pani.
“Con un espíritu más de la modernidad, con la arquitectura de Mario Pani, una figura importantísima en el desarrollo de Acapulco, dado que hizo el Club de Yates, el primer aeropuerto de Acapulco y el Condominio Los Cocos, que fue el primer edificio en régimen de condominio en el país, con el que se inauguró un tipo de propiedad, de una arquitectura más dentro del movimiento moderno, más cúbica y en la que predominaban estos vestíbulos con sombra, las celosías y el viento cruzado”, explica Leal.
Una joya más de Pani, junto a Enrique del Moral, es Las Brisas, lugar que sirvió de inspiración a Ringo Starr para crear la canción homónima al sitio de descanso en 1976; un concepto vacacional a través de casas pequeñas para que las familias pudieran hospedarse y tener cierta privacidad.
“Es imposible no hablar de la arquitectura de Las Brisas, porque es algo icónico de Acapulco. Esta época marcaba muy bien el Acapulco, el blanco y el rosa emblemático del sitio y que trascendió el estilo Acapulco. No podemos olvidar el famoso Hotel Condesa del Mar, también de Pani; o inclusive el Hotel Elcano, de Imanol Ordorica y Emilio Maiellé, muy blanco. A Acapulco lo relaciono con lo blanco”, agrega Jorge Vázquez del Mercado.
Sin brújula
Para los 80, “eventualmente se pierde la brújula, donde la arquitectura creo que fue un reflejo de lo que vivió Acapulco, de las épocas gloriosas, pero es un lugar que siempre se ha reconstruido, se ha reinventado; cuando la época de Miguel Alemán, deciden ir a la otra parte, a Las Brisas, y ahora a Diamante, pero son como reinvenciones. Es una arquitectura que siempre respondió a épocas”, comenta Vázquez del Mercado.
A decir de Felipe Leal: “Lamentablemente fueron desapareciendo esas construcciones de tejados, techos inclinados y pórticos, por edificios de carácter cúbico de menor calidad y ahí ya se degradó la modernidad, y más bien la quedó expresada en estos espacios como icónicos o monumentales del siglo XX”.
Para Enrique Norten, en entrevista para MILENIO Noticias, dijo que “es una desgracia la forma en que se ha permitido asentamientos o crecimiento irregular, y siempre pasa en muchos países. Yo creo que es otro de los meollos del problema”. En cuanto a lo sucedido por el Huracán Otis, comenta que “la naturaleza no perdona y nos da una lección, una llamada de atención gigante, pero no es la última; lo que no está diciendo es: lo han hecho muy mal.
“Hemos permitido esos tipos de asentamientos y es muy claro las zonas donde hay más daños: en anfiteatro (los cerros) que nunca debieron ocuparse de esa manera tan irresponsable, y las nuevas zonas costeras, donde acabaron con los manglares y permitieron que esos hoteles y condominios se instalaran en una zona de total fragilidad”, dice el arquitecto que participó en el Plan de recuperación de Nueva Orleans, por el paso del huracán Katrina.
Recuperación
Los tres arquitectos coincidieron en que la recuperación será gradual, a través de los años, y que puede ser una oportunidad para realizar un proyecto integral que recupere el esplendor de Acapulco.
En palabras de Felipe Leal: “Todo los que están en la zona Diamante son construcciones con materiales más ligeros, cuyas envolventes, porque lo que vemos ahora son estructuras, divisiones fundamentalmente de tablaroca, de durock, de materiales no tan rígidos como los edificios originales, tan es así que lo que se puede ver en el Hotel Princess es una estructura muy sólida y lo que devastó fue todas las divisiones interiores de las habitaciones y los elementos de fachada”.
Diseñado por William Rudolph y Leonides Guadarrama en 1971 en Punta Diamante, el hotel Mundo Imperial Princess es un mezcla entre la arquitectura prehispánica y la creación contemporánea: una construcción que tiene forma de pirámide y que sufrió muchos daños.
Además, otros factores, apunta Jorge Vázquez del Mercado, “han perjudicado como el cambio climático y el calentamiento global, que serán tal vez más frecuentes, pero también la industrialización y la lucha por el metro cuadrado. La zona de Diamante ha sufrido muchísimo porque hay materiales ligeros. Los de antes hacen que soporten no solo fenómenos naturales sino que envejezcan con mucha dignidad”.
Sobre cómo actuar ante esta crisis en lo arquitectónico y urbanístico, las respuestas son múltiples, y entre ellas convergen mejorar procedimientos de construcción, mejora en las construcciones para no contaminar el paisaje y recuperar las vistas al mar, mejorar el paisaje urbano y sus puntos icónicos, atender zonas marginales, recuperar parte de los cerros y planear mejor las ubicaciones de las comunidades, así como una participación activa de muchas academias y la sociedad.
Enrique Norten, que creó en 2012 el Centro de atención ciudadana en Acapulco, concluye: “Hay que ver a las ciudades costeñas que han tenido mucho cuidado, o las mismas ciudades de Florida; rehacer los manglares, la playa y la zona del frente del mar, ese es el espacio público”.
El Papagayo
Se le cuestiona a Felipe Leal, creador de la Ruta línea 1 del Acabus y de la recuperación del Parque Papagayo (ahora devastado) si buscará participar de nuevo en el proyecto que recibió el reconocimiento de Arquitectura Pública: Espacios Públicos y Parques del Paris Design Awards 2022.
“Sí, ya me han invitado a que haga un diagnóstico para reconstruirlo. Lo físico es lo menos complicado porque sabemos cómo hacerlo, lo que me preocupa es la naturaleza y todos los elementos vegetales que murieron que vamos a tener que volver a plantar y el tiempo que se van a tardar en crecer y desarrollar esas frondas que tenían”.
Y agrega: “Yo creo que no se ha dimensionado y hay un elemento que agregaría, además de lo social que es importantísimo: quedó devastada toda la masa vegetal, Acapulco sufrirá un problema realmente con la naturaleza. En el Parque Papagayo había árboles que tenían 40 o 50 años, elementos de sombra que son fundamentales para el equilibrio de la temperatura en el puerto. Eso no se ha tratado pero se necesitará una reforestación radical. En lo inmediato hay que atender en lo que se está, pero casi a la brevedad hay que iniciar un programa de reforestación muy radical”.
Los edificios del también conocido como el “Acapulco viejo” fueron los menos dañados, y tal vez habría que volver la mirada, recordar su historia y hacer una revisión de la construcción para repensar y recuperar al bello puerto de Acapulco.