Recientemente tuvimos la fortuna de hacer una visita a la chinampa de Arca Tierra, el equipo de M revista de Milenio pudimos probar platillos preparados con ingredientes naturales, libres de pesticidas con los que se ha desarrollado una cadena de comercio justo entre el productor y el consumidor. Era un día feriado, el lago estaba prácticamente vacío. El clima fue perfecto y el paisaje lleno de garzas y patos, espectacular.
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¿De dónde surge tu interés por la tierra, específicamente por las chinampas?
Primero, del asombro ante la naturaleza; ser testigo del crecimiento de las plantas, de las interacciones de los seres vivos entre ellos y sus entornos. Después, al darme cuenta de la gran importancia que tiene la agricultura. Al ser de Ciudad de México, para mi fue lógico acercarme a Xochimilco. Las chinampas son uno de los mejores ejemplos de cómo el ser humano puede convivir con la naturaleza de manera armónica y sostenible. Además, su belleza no me deja de impactar.
¿Cómo evolucionó Arca Tierra para crear estrategias de ayuda a los chinamperos para vender sus productos?
La clave para la conservación de la zona chinampera es el trabajo con las familias de la zona en producción agroecológica. Tener un mercado que pague un precio bueno es fundamental. La producción sin mercado no es viable. Al mismo tiempo, ser agricultor es un trabajo de tiempo completo. Muchas veces no da tiempo para buscar dónde vender los alimentos. Es así que formamos parte de una cadena de valor junto con los y las chinamperas.
¿Cómo empezó la relación con restaurantes como Pujol, Máximo Bistró o Rosetta?
Afortunadamente, desde hace más de una década hay en Ciudad de México varios restaurantes que tienen el interés de recibir alimentos locales que sean ricos y frescos, y que además con su compra se apoye a la conservación de la naturaleza. Algunos chefs se volvieron amigos y aliados importantes de Arca Tierra.
Comer productos naturales de la tierra cultivados de forma orgánica es un lujo que llega a pocas personas. ¿De qué manera ayudas a la gente a que produzca estos productos?
Tenemos diferentes programas de formación. Por ejemplo, en la Escuela Campesina le damos formación a hombres y mujeres para que aprendan sobre agroecología. Igualmente organizamos cursos en las chinampas. Arca Tierra siempre ha estado abierta para compartir nuestras experiencias, nuestros logros y aciertos. La educación es la clave para lograr que este tipo de producción alimentaria llegue a un mayor número de gente.
¿Cuáles han sido los obstáculos más duros que han tenido que enfrentar?
La ignorancia en general respecto a la importancia de una buena alimentación y una buena agricultura. Por esta razón, a grandes rasgos, hay relativamente pocas personas que buscan productos locales agroecológicos, y poca gente interesada en producir alimentos de esta manera. Visto desde otra perspectiva, es muy difícil empatar la producción con el consumo o la oferta con la demanda. A veces tenemos muchos agricultores interesados y produciendo mucho alimento y hay pocas personas interesadas en consumirlos. Y a veces sucede lo contrario, hay demanda, pero no suficiente producción. Tenemos que revalorar a los agricultores y a las agricultoras campesinas. Ellas son las guardianas de la tierra.
¿Qué platillos han perfeccionado a partir de la cosecha de la chinampa?
¡Muchos, ya van 13 años! Ensaladas, romeritos, postres de betabel, jitomates en todas sus formas, quesadillas de todo tipo…
¿Hacia dónde va Arca Tierra?
Ahora que hemos detectado los principales retos, lo que queremos es llegar a más personas en la ciudad que consuman nuestros productos. De este modo, más familias campesinas podrán quedarse en sus comunidades teniendo una buena vida. Queremos crecer nuestra Escuela Campesina para formar más jóvenes en agroecología.
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