Covadonga Prieto. Responsable de mitigar el dolor ajeno

Desde su trinchera, estas mujeres luchan cada día por alcanzar sus sueños y lo están logrando

Covadonga Prieto, encargada de AMANC. (Carlos Dayan)
Alisson Moreno
Pachuca /

En este momento de su vida dirige el rumbo de la Asociación Mexicana de Ayuda a Niños con Cáncer de Hidalgo (AMANC). “Mi hermana mayor estaba como presidenta, tuvo que deslindarse un poco por una cuestión personal y quedo yo a cargo. Tengo ya nueve meses y me encanta”, asegura.

Sobre ella recae mucha responsabilidad; tiene que hacer que la casa de AMANC salga adelante. “Tiene 18 habitaciones; damos estancia ilimitada, desayuno, comida y cena. Lo más importante es darle dignidad a su dolor; les quitamos la preocupación de donde van a comer o dormir”.


“El cáncer es una enfermedad que afecta a toda la familia; los acompañantes a veces terminan más enfermos que el paciente y también debemos pensar en ellos. He visto cosas muy fuertes, el cáncer no perdona. Es muy duro pero, al mismo tiempo, eso me hace salir a buscar ángeles que nos ayudan a mantener la casa, porque AMANC vive de donativos”, platica.

Cada experiencia de vida la vuelve más fuerte, noble y agradecida. En su familia sigue enseñando lo que vale la mujer. “En el caso de mi hijo, desde chiquito le estuve enseñando cómo tratar y respetar a una mujer. Creo que todo se basa en la educación y en dar el ejemplo. En el caso de mi hija, siempre he procurado valorizarla, que vea más sus valores que sus defectos y que se dé cuenta de lo mucho que vale”, explica.

Está en una etapa de la vida en la que goza ver a sus hijos triunfar. En mayo, su hija se titula, dos de dos. Covadonga se ha puesto como metas no perder a las amigas tan valiosas que tiene y mantener la unidad en la familia, porque para ella eso es lo más importante.

Covis, como le dicen, viene de una familia de siete hermanos. A los 23 años se casó con el español Miguel Muradás; el próximo 28 de marzo cumplirá 33 años de casada. Tiene dos hijos: Miguel de 29 años y Covadonga de 25. Creció en escuela de monjas hasta la secundaria, antes de emigrar a la Ciudad de México para estudiar idiomas.

La mayor parte de su vida ha sido ama de casa, dedicada de lleno a sus hijos. “Me encanta ser mamá de tiempo completo; me considero su confidente. Sé su vida y estoy encantada con el resultado”, dice.

Para ella, ser mujer es una responsabilidad muy grande. “Debemos ser todólogas; creo que tenemos una gran fuerza, aguantamos un poco de todo y luchamos también”, concluye.

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