No hace mucho que Paulo Pezzolano, el “Papa”, llegó a la ciudad con la misión de regresarle el protagonismo al Pachuca. Es más alto de lo que parece en televisión. Sus palabras revelan que es un hombre tranquilo, humilde; sabe dónde está y a lo que viene.
“Se entiende que el hincha quiere ganar todos los partidos. La afición se acostumbró a salir campeón; los últimos 20 años, Pachuca salió muchas veces campeón, la afición es muy exigente. Estoy muy contento por todo, por el entorno, el día a día, el mexicano es espectacular”, asegura.
Este parón del futbol a causa de la pandemia le ha venido muy bien para conocer aún más a sus hijos. En el trajín de los entrenamientos no se daba cuenta de cómo iban creciendo. Ahora le tocó bailar, pintar, hacer cosas diferentes. “Sinceramente es algo muy lindo para disfrutar”, comenta.
En su natal Uruguay también se festeja el Día del Padre el segundo domingo de julio. El profe no encuentra mucha diferencia con México. “Te levantas, los regalos, una buena comida con toda la familia, son días lindos”.
Para Pezzolano, ser papá no tiene nada que ver con ser entrenador, aunque encuentra una similitud. “Vos tratás de aconsejar a los jugadores, de llevarlos por el camino que sentís que es lo mejor para lograr el triunfo; pero todos sabemos que ser padre es algo único, incomparable”, dice.
Conversamos a un lado del camino. Pasa el vecino en bicicleta e interrumpe la conversación: “Buenas tardes”, saluda. Seguimos. Paradójicamente, a Paulo también le toca hacerle de coach en su casa. “Mis hijos son chiquitos, hay que motivarlos por el camino correcto en todo sentido. Ahora estamos con el tema de los colegios por Zoom, buscás que estén ahí, lo mejor para ellos.
“Tratás de motivarlos con juegos y aconsejarlos mucho para que sigan nuestras raíces, lo que nos enseñaron a nosotros y que es lo ideal para que ellos puedan tener un buen futuro y, sobre todo, que sean buenas personas”, explica.
Que los hijos vayan por el buen camino y que ayuden a quien tengan que ayudar, eso es lo importante. “Cuesta hablar de los hijos”, se detiene. Paulo es sumamente sensible, lo que está diciendo realmente lo siente. “Ya en Uruguay hicieron nota con mis hijos y no pude hablar”, revela.
Nos detenemos, una, dos veces. Hablamos de futbol, de otras cosas, hasta que recuerda a su esposa Gabriela. “Una felicidad tremenda, tuve mucha suerte de conocerla. Es una gran compañera, la mejor madre que podrían tener mis hijos. Estoy muy contento con la señora que tengo, por lo compañera que es, por los principios que tiene”.
Cuando ella estaba embarazada de Paulina, su primera hija, aún Paulo no se daba cuenta de lo que significaba ser padre. “Cuando empezó a llorar y me la dieron, por primera vez me di cuenta del compromiso. Hoy en día tenemos tres personitas que dependen de nosotros. No es que dependan de la comida que les das, no es solo eso, sino que dependen del camino que les trazás.
“Porque ellos siguen cien por ciento el camino de sus padres. Es fundamental lo que nosotros hacemos y decimos, para que el camino de ellos sea mejor. Están mirándote constantemente; el camino de ellos depende de vos”, advierte.
Por qué y para qué
En el futbol, Pezzolano siempre usa el “por qué” y el “para qué” de cada cosa. “Nunca como entrenador hago algo por hacer o pido algo porque soy la autoridad, siempre con argumentos”, ésa es su manera de aplicar la disciplina en el campo y en la casa.
“Así somos con nuestros hijos, vamos marcándoles el camino para que entiendan por qué mamá y papá dicen que hay una hora para estar todos sentados para comer a la mesa. Después, cuando hay que retar, se reta, pero siempre el por qué, para que no vuelva a suceder”, aconseja.
Si no le gusta algo de un jugador, Paulo se lo dice; el reto es que entienda, y si no entiende, otro jugará. “A mí me gusta que se entienda cada cosa que se dice, que se hace, con argumentos”.
“Papá, ganá”
Antes de cada partido, el entrenador recibe un videíto de sus niñas: “Papá, tenés que ganar. Te esperamos acá”. Cuando Paulo llega a casa, lo primero que se encuentra es a Paulina en la puerta: “Papá, ¿ganaste? Papá, ¿perdiste? No pasa nada”, lo consuela. Esos son los recibimientos de cada partido. Toda la familia vive el fútbol, es lo que les apasiona. “Tratamos de crecer para que ellos estén contentos”, dice Pezzolano.
¿Qué significa ponerse la camiseta por su familia?
“Estar con mi señora, espalda con espalda, y luchar todos los días para que ellos vean que luchando se sale adelante”.
"Más hincha que el padre de sus hijos no hay nadie".
Colores que ha defendido
COMO JUGADORRentistas (Uruguay), América (México), Atlético Paranaense (Brasil), Defensor Sporting (Uruguay), Peñarol (Uruguay), Liverpool (Uruguay), Mallorca (España), Hangzhou Greentown (China), Necaxa (México) y Torque (Uruguay).
COMO ENTRENADOR
Torque (Uruguay), Liverpool (Uruguay) y Pachuca (México).