Muros caídos, mesas de trabajo y utensilios amontonados, así como ingredientes en mal estado. La chocolatería belga Galler, cerca de Lieja constató este fin de semana los destrozos causados por las inundaciones, que provocaron daños en la fábrica y obligaron a detener su producción.
Unos de los más reputados productores de chocolate belga, y que se vende en varios países de América Latina como México, junto a marcas como Godiva o Leonidas, no se salvó de las históricas lluvias que asolaron Bélgica a mediados de semana y que causaron al menos cinco muertos y decenas de heridos en este pueblo.
En los talleres Galler, situados en Vaux-sous-Chevremont, en la periferia sur de Lieja, el agua alcanzó una altura de un 1.80 metros, arrasando con todo a su paso.
"Es la hora del balance. La prioridad ahora es asegurar la fábrica y volver a poner la electricidad para saber si las máquinas funcionan", explicó Valerie Stefenatto, responsable de comunicación. Se espera que los peritos acudan el domingo para evaluar los daños.
Calzada con sus botas de agua y con el teléfono en la mano, esta joven de 34 años recorre el parking de la fábrica, donde también aguardan en sillas de plástico unos 60 trabajadores. De los cubos derramados que contenían la materia prima se escapa un olor a chocolate que perfuma el ambiente.
"La fábrica lleva aquí desde 1976 y nunca habíamos conocido unas inundaciones así", se lamenta Stefenatto, que trabaja en Galler desde hace 15 años.
Las pérdidas económicas de Galler son "imposibles de calcular", por el momento. Sin embargo, esta chocolatería, que produce mil 700 toneladas de chocolate al año con un volumen de negocio de "30 millones de euros en tiempos prepandémicos", pudo salvar sus reservas, ya que se encuentran en otro almacén en Herstal, al norte de Lieja.
"No sabemos cuánto tiempo podremos aguantar así. Un mes, dos, tres, depende de si damos prioridad a ciertos mercados, como el belga o europeo", señala Stefenatto.
La fábrica cerró sus puertas el miércoles cuando el nivel del agua comenzó a subir. Sin embargo, los sacos de arena colocados para proteger los talleres no sirvieron para nada cuando el río Vesdre se desbordó unas horas más tarde.
Las inundaciones arrastraron consigo varios contenedores de la fábrica y desplazaron el inmenso camión de reparto, de 10 metros de largo, aparcado en el parking.
Desde el sábado, tanto en Vaux-sous-Chevremont como en el resto de la región, la llegada del buen tiempo y el descenso del nivel de las aguas permiten constatar los daños y llevar a cabo importantes trabajos de limpieza y de reconstrucción.
Estas históricas inundaciones dejaron 27 muertos en Bélgica, según el último balance presentado el sábado, y las autoridades siguen sin noticias de un centenar de personas. Miles de personas sufrieron importantes daños materiales, perdiendo sus efectos personales, los recuerdos de una vida, sus muebles e incluso sus casas...
"Tenemos compañeros que lo perdieron todo", confiesa Stefenatto, y añade: "para levantarse, hay que concentrarse en el ánimo de la tropa".
dmr