Una de cada dos personas en todo el mundo tomará vacaciones internacionales en el año 2050, en comparación con una de cada siete, actualmente. Esa estimación tomada del libro de futurología 2050 El turismo del mañana (2050-Tomorrow’s Tourism), significa una cifra de 5,000 millones de viajeros cada año.
Los visitantes podrían enfrentarse a esta nueva tendencia que limita la cantidad de turistas, como el que impuso Barcelona hace dos años. O pueden encontrar tarifas altas, como el de Bután, al borde del Himalaya, que tiene un cobro turístico diario de al menos 200 dólares por día, para proteger el medio ambiente local.
“El turismo se trata de equilibrio”, dice Ian Yeoman, profesor asociado de futuro del turismo en la Universidad Victoria de Wellington, Nueva Zelanda, y autor principal del libro. “Siempre estará aquí. La pregunta será cómo lo manejamos”.
La vuelta al mundo en 40 minutos
A medida que avanza la tecnología, hacer que los aviones sean más rápidos y eficientes -incluso hipersónicos- un descanso de fin de semana podría significar un vuelo de cuatro horas de Londres a Shanghai.
Los viajeros tal vez prefieran tomar el “hyperloop” previsto por el empresario Elon Musk. “Podría tomar 20 minutos viajar de Londres a Roma, viajando en un tubo de vacío, similar a los tubos en los que los cajeros de los supermercados de la década de 1960 solían enviar efectivo desde la caja”, dice Frank Shaw, director de visión del Centro de Estudios Futuros en la Universidad de Kent en el Reino Unido.
Hoteles temporales en la selva tropical
El turismo puede convertirse en un festín móvil. Los hoteles bajo el agua y los hoteles temporales en la selva tropical son posibles, especialmente si las estructuras se pueden construir –y desmontar– de una manera que no erosione el medio ambiente. Incluso podrían trasladarse entre destinos, de acuerdo con su popularidad.
“Teníamos un hotel temporal en Munich -usando un edificio sin ocupar- fue un gran éxito. Las oficinas vacías podrían utilizarse como hoteles temporales para viajar”, dice Xenia zu Hohenlohe, cofundadora de Considerate Group, que asesora a las compañías hoteleras sobre cómo operar de manera responsable.
Shaw está de acuerdo: “Tal vez tengamos estructuras temporales para que puedas ir al bosque amazónico durante quince días, y después las instalaciones se trasladen a otro lugar”.
Turista de sofá
Se espera que la tecnología juegue un papel importante en impulsar el cambio y la realidad virtual redefinirá lo que queremos decir con unas vacaciones. Una de esas experiencias de realidad virtual disponibles en la actualidad es Birdly, que permite a los usuarios volar como un pájaro por las calles de Nueva York.
La tecnología se conectará con nuestras emociones para que “no solo queramos ver Tailandia sino ver cómo se siente”, dice Landwehr. “Podrías terminar con menos personas viajando y en su lugar haciendo viajes virtuales”.
Nuestras percepciones incluso podrían ser alteradas, de modo que, como en la exitosa película Avatar, sería difícil distinguir entre lo que es real y lo que es virtual.
“La percepción es que estás allí y que en realidad estarías allí”, dice Shaw. “Podrías firmar la Carta Magna en tus vacaciones”.
Ir un poco más allá
Mientras tanto, la tecnología también es uno de los motores clave del futuro en lo que respecta al turismo espacial. “Todo lo que sea Star Trekky es posible”, escribió Yeoman en su libro.
Virgin Galactic ya tiene como objetivo ofrecer vuelos suborbitales, incluidos varios minutos de ingravidez. Para 2050, los viajeros podrían ingresar a la estratosfera y tener la vista de su vida.
¿Podría el turismo espacial ir un paso más allá, hasta detenerse en la luna? Si es así, seguirá siendo un pasatiempo para los súper ricos, dicen los futurólogos. Después de todo, se dice que Dennis Tito pagó 20 millones de dólares para convertirse en el primer turista espacial en 2001.
Alejarse de todo
Si todos esos viajes suenan como una pesadilla, no hay necesidad de preocuparse, porque estos futurólogos piensan que todavía va a ser popular desconectarse y emprender un viaje de autodescubrimiento, como el que popularizó Julia Roberts en Comer, Rezar, Amar
. La industria responderá particularmente a los turistas con una edad de 60 a 100 años a medida que aumente ese grupo demográfico a nivel mundial. “Ese tipo de aislamiento y volver a lo básico con la naturaleza” será atractivo, pronostica Yeoman, ya que las personas intentan relajarse, mantenerse saludables por más tiempo y evitar lugares turísticos saturados.