Conoce a las jóvenes promesas que ponen a México en lo alto

Regreso a clases

Matemáticas, Arquitectura, Biotecnología e ingeniería son las disciplinas desde las cuales estas cuatro jóvenes promesas ponen en alto el nombre de México.

México promete ser una de las 10 economías más importantes del mundo en el año 2050(cortesía).
Georgina Navarrete
Ciudad de México /

No hace falta tener una inteligencia superior, basta con gozar de un espíritu arrojado, grandes sueños y amor por lo que se hace. Cualquier meta es alcanzable si se trabaja por ella con pasión, visión y alegría. Hay ejemplos que lo demuestran y que, además, son el empuje para que nuestro país sea cada vez mejor.

México promete ser una de las 10 economías más importantes del mundo en el año 2050 y, sin duda, la base de ese crecimiento es su gente, la que produce, vive, crea e imagina cosas; la que se atreve a diseñar mundos nuevos y está constantemente aportando desde diversas trincheras. 

De acuerdo con estudios del Instituto de Ciudades Globales de la Universidad de Toronto y de la consultora PwC, de cara al futuro el activo más grande de cualquier país es su población. “El tamaño y la forma de las ciudades del siglo XXI determinarán gran parte del logro general sostenible”. Nuestro país no es la excepción; tiene en su gente su mayor riqueza, especialmente en los niños y jóvenes que todavía están en las aulas o acaban de salir de ellas al mundo real.

 Son ellos, los estudiantes, con sus ideales, metas y sueños los que pueden inspirar a sus pares y a las generaciones que vienen detrás de ellos. Desde el Premio Nacional de la Juventud o los que otorga el CENEVAL a los estudiantes más destacados de cada generación, hasta los obtenidos en competencias internacionales sobre alguna materia específica, o los ganados en ferias científicas, son cientos los chicos mexicanos que estudian con el corazón puesto en la ambición de contribuir a la construcción de un mejor país. Este año, en Milenio elegimos una pequeña muestra de lo que nuestra juventud apasionada es capaz de hacer.

 De diferentes edades y diversas disciplinas, presentamos cuatro jóvenes provenientes de ciudades equidistantes de nuestro país, con objetivos distintos e intereses propios, pero una meta en común: aportar su granito de arena al desarrollo de México.


Matemáticas sin complicación

Violeta Alitzel Martínez Escamilla
Medalla de plata de la Olimpiada Europea Femenil de Matemáticas.
18 años


Desde su primer día en la primaria, se dio cuenta de que era especial. El disgusto, miedo o al menos aburrimiento que provocaban las matemáticas en casi todos sus compañeros, fueron sensaciones desconocidas para ella. 

Los números le “hicieron ojitos” y la conquistaron desde ese momento y para toda la vida. A sus 18 años y luego de más de ocho años de trabajo duro, decidió probarse y destacar como participante asidua en los torneos y olimpiadas de Matemáticas intercolegiales, estatales, regionales y nacionales. 

En abril pasado, Violeta llevo a su casa, en el estado de Morelos, una medalla de plata de la Olimpiada Europea, Femenil de Matemáticas, realizada en Florencia, Italia. Violeta viajó a Europa como parte de una delegación mexicana de cuatro chicas que sobresalieron en el Concurso Nacional de la Olimpiada Mexicana de Matemáticas, organizado por la Sociedad Matemática Mexicana y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. “Siempre me gustaron las matemáticas, desde primero de primaria que te enseñan a hacer cuentas.

 Me sentía bien cuando trabajaba con los números y les preguntaba a los profesores cómo se hacía tal o cual operación, y sobre temas que veía en mis libros pero que todavía no abordábamos. Nunca ha sido complicado”, explica Violeta.

 La recompensa del esfuerzo

 Desde que comenzó a participar en distintas olimpiadas de Matemáticas en el país, Violeta ganó habilidades lógicas y prácticas, pero también se hizo cada día más independiente, pues no se trata solo de desplazarse a las sedes de las competencias y volver a casa, si no de desarrollarse individualmente.

 “Si te va bien y pasas al siguiente nivel, hay entrenamientos y exámenes consecutivos que te exigen quedarte ahí, solo, concentrado y conviviendo con los otros participantes. Se trabaja muy duro en los entrenamientos, que son de nueve de la mañana a ocho de la noche, pero luego hay tiempo para conocer a los demás, gente que nunca habrías visto de no ser por las olimpiadas”, dice Violeta.

 Al terminar los entrenamientos diarios, los chicos se reúnen “y jugamos, platicamos, cantamos… nos divertimos mucho. Estos certámenes son muy enriquecedores intelectualmente, pero sobre todo en el plano personal. La experiencia de viajar solo, sin tus padres, y estar 15 días con gente nueva, interesante y afín, ayuda a que tengas un desarrollo personal muy importante y a que generes lazos amistosos muy fuertes”. Pero no todo en la vida son matemáticas. Cada que llegaba la fecha de alguna fase de las olimpiadas, Violeta debía adelantar trabajo para el resto de sus asignaturas regulares y, al volver, ponerse al corriente. Es por eso que agradece a sus padres y a sus escuelas el apoyo que siempre ha recibido.


 Constancia es la clave 

En su casa la apoyaron cuando, ya en quinto de primaria, su escuela la invitó a integrarse al equipo para la Olimpiada de Matemáticas. El proceso es largo, inicia cada febrero y termina a finales del mismo año. Violeta lo ha vivido cada año, desde que cumplió 10. Originaria de Cuautla, Morelos, es la mayor de dos hermanas.

 Prefiere el frío que el calor y ama leer, caminar, platicar con sus amigas y jugar con sus mascotas. Tiene cinco gatos y cuatro perros. Este año terminó el bachillerato en la preparatoria diurna de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos y estudiará una licenciatura en Matemáticas.

 “Me encantan y quiero dedicarme toda la vida a ellas. De inicio, quiero Matemáticas Aplicadas, me atrae ver la vida de forma lógica y los sistemas no me llama la atención hacer investigación, aunque eso digo ahora, no sé qué pasará después”.

 Lo cierto es que lleva varios años impartiendo talleres de Matemáticas, y como asesora para niños y adolescentes que quieren participar en las olimpiadas, una experiencia que Violeta recomienda porque, además de aumentar considerablemente sus habilidades en la materia, les ofrece una nueva visión del mundo y enriquece su vida personal. 

Violeta tiene la aspiración de ser útil para el país. “Me encanta México y aunque quiero salir a estudiar a otros países, quizá una maestría o un doctorado, mi plan siempre será regresar. No sé cómo pueda ayudar a México con mis matemáticas, pero me encantaría inspirar a las personas para que cambien de mentalidad y dejen de pensar en sí mismas; que se interesen en los demás y en su comunidad”.

Ingeniería con ética 

Abraham Calderón Rodríguez

Primer lugar del Student Technical Paper Competition 2018. 

21 años


Para Abraham Calderón, la ética es un tema de suma importancia en la Ingeniería, “debemos conocer los códigos que rigen esta carrera. No solo por los peligros de vida o muerte, también para evitar la corrupción y mantener la confidencialidad de una obra”.

 El estudiante de noveno semestre de Ingeniería Civil en la UNAM ganó el primer lugar del Student Technical Paper Competition 2018, en el ASCE Texas Symposium, organizado por la Sociedad Estadounidense de Ingenieros Civiles (ASCE, por sus siglas en inglés), con un ensayo en el que disertó sobre el papel que jugaron las redes sociales después del sismo del 19 de septiembre de 2017. 

Pero no llegó ahí solo, desde que entró a la universidad comenzó a buscar opciones para complementar el aprendizaje en las aulas, y hace unos semestres se vinculó con el Capítulo Estudiantil de la ASCE de la Facultad de Ingeniería de la UNAM. La carrera profesional comienza en las aulas, pero no se limita a ellas. “Siempre hay que ir más allá de las clases y aprender a desarrollar por tu cuenta habilidades que luego te ayudarán a ser un profesional exitoso”, dice Abraham. Añade “no me siento especial; la mayoría de mis amigos están en la misma situación, y de verdad es muy interesante aplicar en el mundo real lo que aprendemos en clase”. 

No es la primera vez que sobresale, “el año anterior participamos en el mismo certamen y también lo ganamos, de modo que esta vez teníamos como grupo algo de experiencia y fuimos con seguridad a ganar de nuevo”. Calderón se siente orgulloso de pertenecer al Capítulo Estudiantil de la ASCE de la Facultad de Ingeniería. “Es un tema de compañerismo y amistad, muy enfocado a desarrollarnos como profesionales completos.

 ¡Vamos! Acá no hay un profesor que te persiga para que hagas las cosas; somos proactivos y desarrollamos habilidades que nos servirán mucho en el campo de trabajo”, explica. En este sentido, Abraham destaca las habilidades que no suelen verse en clase, “como saber vender tus propuestas, conseguir patrocinios y apoyo para llevar los proyectos adelante”, dice el joven, quien a dos semestres de terminar la carrera, ya decidió que se dedicará a la planeación de proyectos de transporte. 

“Al inicio de mi carrera, estaba interesado en los rascacielos, quería saber cómo le hacían para construirlos tan altos y entender por qué se mantienen en pie, pero en distintas clases entendí que es necesario proveer a la sociedad de soluciones y satisfacer sus necesidades”, agrega. En este sentido, “me gustan varias áreas de la ingeniería civil, pero decidí enfocarme en planeación de proyectos de transporte porque soy usuario del metro y veo que puede mejorar mucho. Creo que la consultoría es una área de oportunidad muy buena y me veo ahí. Quiero trabajar duro y con mucha ética para ayudar a mejorar mi país”.


Con valores claros

En su ensayo titulado Is Social Media a Threat? (¿Son las redes sociales una amenaza?), Abraham abordó el caso de la cuenta de Twitter @RevisaMiGrieta, en la que a través de fotografías de los daños y grietas que el sismo del 19 de septiembre provocó en sus viviendas, los ciudadanos pedían ayuda para saber si eran peligrosas o no. Aunque Abraham reconoce que la vinculación fue exitosa y quienes respondían a las dudas tenían el ánimo de ayudar, considera que el apoyo fue irresponsable, pues una fotografía no entrega los datos completos, necesarios para dictaminar un peligro estructural. 

“Opinaban que una grieta era pequeña o recomendaban salir corriendo porque se ‘veía’ grave, pero nunca se apreciaba la estructura completa. ¿Qué pasa si se trata de un departamento sin daños, pero ubicado en el octavo piso de un edificio, donde las viviendas de abajo están muy afectadas?”. El ensayo de Abraham compitió este 2018 contra los de otras 15 instituciones de educación superior, 11 de Texas y cinco mexicanas, como el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey y la Universidad Panamericana.

Biotecnología a la mano

Daniela Contreras Guerrero
Cocreadora de la bebida Kaana Kin
23 años


Cuando se conocieron en primer semestre y decidieron ser roomies, Daniela Contreras y Ana Paola Valladares supieron que formaban un gran equipo. Por eso cuando su proyecto escolar Kaana Kin comenzó a atraer los reflectores de diversos foros académicos, decidieron redoblar esfuerzos y tratar de convertirlo en un emprendimiento viable. 

El producto que creó esta dupla de visionarias es un polvo para preparar una bebida funcional que además de refrescar e hidratar, ayuda a expulsar o desintegrar los cálculos renales; el ingrediente estrella es el pelo de elote, un remedio conocido desde tiempos antiguos, que en la versión industrial que ellas inventaron es de fácil preparación y un rico sabor a fresa. Recién egresadas de la carrera de Ingeniería en Biotecnología (IBT) del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), Campus Puebla, Daniela y Ana Paola están listas para construirse un futuro profesional y, al mismo tiempo, cumplir sus metas personales de aportar su granito de arena a México.

 “Yo estudié IBT porque me encanta la ciencia, enfocada en ayudar a la gente. Por eso el área de alimentos, nutrición y salud es perfecta para desarrollarme, quiero aportar algo bueno a la sociedad”, dice Daniela, quien antes de regresar al laboratorio en Puebla, pasó sus vacaciones de graduación en la casa familiar, en Cocoyoc, Morelos.

 Su compañera Ana Paola creció en el seno de una familia de médicos en Mérida, Yucatán, y quiso mantener la tradición de cuidar la salud de su comunidad, pero “desde otro punto de vista, no en el consultorio sino en los laboratorios, con muchas matemáticas”, dijo a Milenio desde su casa en la península. Amigas y colegas, Daniela y Ana Paola pasaron sus últimos semestres entre el laboratorio y las ferias científicas; su creación tuvo tal impacto que comenzaron a verla como algo más que un trabajo escolar.

 “En el papel estuvo bien, pero crear el prototipo y presentarlo en las ferias fue grandioso, pensamos que puede ser algo bueno”, explica Daniela. Aunque luego de una graduación los amigos suelen separarse, Daniela y Ana Paola harán todo lo posible por compaginar sus metas. “Somos un excelente equipo. No solo somos amigas, también sabemos trabajar bien y nos complementamos”, dice Daniela. Pero, para sobrevivir lo “desgastante” que fue todo el proceso que implicó lograr Kaana Kin, les ayudó también que “tuvimos buena química desde que nos conocimos”. 

Se buscan inversionistas

 Tanto Ana Paola como Daniela planean volver a Puebla en los próximos meses para retomar la investigación. Ana Paola la combinará con su maestría. Mientras que, Daniela se enfocará en el aspecto de negocio, pues es necesario conseguir apoyos financieros para comprar la maquinaria que necesitan y, elaborar los protocolos y pruebas que requiere la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) para aprobar la venta del producto. 

Si bien la infusión de pelo de elote es utilizada desde tiempos inmemoriales para problemas renales y de las vías urinarias; el mérito de Ana Paola y Daniela es que cubrieron la necesidad de crear y protocolizar el proceso industrial. 

Estas dos mexicanas lograron convertir un remedio casero en un polvo para preparar bebida refrescante sin perder sus propiedades. Las chicas realizaron una investigación detallada para respaldar científicamente los beneficios del pelo de elote en el tratamiento de estos padecimientos, además de determinar cuál de sus compuestos es el responsable de dar un tratamiento eficaz a la litiasis renal.

 En su investigación encontraron, por una parte, que los compuestos fenólicos conocidos como taninos ayudan a expulsar los cálculos renales, además de ser antioxidantes diuréticos. Por otra parte, es una ventaja que el ingrediente principal sea un desecho agroindustrial, pues lo convierte en un producto sustentable y amigable con el ambiente, además de que también lo hace más sencillo de conseguir con quienes comercializan las mazorcas. El nombre Kaana Kin es un vocablo maya que significa mar y sol, y con el que hacen referencia al color dorado de las mazorcas.

Arquitectura ideal

José Adán Valenzuela
Premio CENEVAL de Arquitectura 2018.
24 años


Como estudiante nunca fui un ‘saca cienes’, pero sí uno dedicado, a quien le gusta hacer las cosas bien”, dice José Adán Valenzuela. 

Con esa visión, y el amor por la carrera que eligió para hacerla un modo de vida, tuvo lo necesario para ser el único ganador del Premio Nacional del Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior (Ceneval) de Arquitectura 2018. 

Recién egresado en mayo pasado de la Escuela de Arquitectura, Arte y Diseño del ITESM, campus Sonora Norte, José Adán dice que disfrutó cada uno de los cinco años como estudiante, y que está listo para trabajar fuerte y “generar el mayor beneficio a la comunidad”. 

Para él, la Arquitectura es “crear espacios que generen el mayor impacto positivo en las personas, en los usuarios que lo utilicen”, de modo que piensa enfocarse en el desarrollo de vivienda, con una visión que combine el negocio con el diseño. 

“No entiendo por qué cuando hablan de vivienda de interés social todo mundo piensa en cajones. No por ser de bajo costo deben ser espacios feos, al contrario, hay que ser creativos y entregar espacios lindos y disfrutables al alcance de las personas”, comenta. 

Hijo de un ingeniero civil, José Adán se decidió por la Arquitectura porque “son actividades complementarias y mi papá y yo haremos un excelente equipo”. Su meta a mediano plazo es montar una constructora con su papá y otros profesionistas, en la que “el trabajo sea colaborativo y los logros sean compartidos”.

“Quiero crecer en México y desarrollar una firma de Arquitectura reconocida, pero en la que todo el equipo sea reconocido. No me gusta quedar en el egocentrismo de ser solo yo el de los éxitos, porque los trabajos suelen hacerse en equipo y hay que reconocerlos así”, agrega. 

Pero antes de lograr su objetivo, José Adán está en proceso de obtener un empleo en una importante firma mundial con sede en Estados Unidos. “Gracias al premio, he tenido ofertas y esta me interesa mucho, estoy en entrevistas con ellos; ojalá se dé y pueda desarrollarme un tiempo allá, para luego venir a aplicar lo aprendido a México”, dice el arquitecto. 

Además de todo lo que aprendió en la escuela, José Adán explica que mucho de su éxito estará basado en los valores que le ha inculcado su familia durante toda su vida. “El mayor éxito en mi vida será ser feliz y poder tener mi propia familia en el futuro. Eso y fundar la firma de Arquitectura, son mis ideales”. 

Como joven, José Adán quiere ser un ejemplo para sus pares. “Lo que más necesita el país es educación y quisiera que los jóvenes la vean como una herramienta importante para cumplir sus sueños, que sepan que todo se puede lograr con trabajo y dedicación”. 

Y como arquitecto quiere “desarrollar proyectos grandes e importantes en México, que seamos un ejemplo de buena arquitectura para otros países. Quiero dar esa imagen de que podemos sembrar y desarrollar cosas bien hechas en nuestro país, que hay talento y mucho”.

Diseño todoterreno Cada fin de semestre, el CENEVAL aplica un extenso examen a los egresados de la carrera de Arquitectura de todas las escuelas superiores del país. Se trata de un examen teórico práctico, de ocho horas cada uno. El teórico evalúa arquitectura en general, exploración de casos, posibilidades de diseño y temas constructivos, de sustentabilidad y administrativos; el práctico se aplica en un día diferente y consiste en realizar un proyecto conceptual, hasta el nivel de anteproyecto. “En mi caso me pidieron desarrollar una capilla ecuménica… no sabes qué te toca hasta el momento del examen”, relata José Adán, quien obtuvo notas sobresalientes en ambas pruebas. 

En años recientes, el arquitecto sonorense ha sido parte de varias firmas de arquitectura, entre ellas APAK Construcción, Kobalt Arquitectura y Gensler & Associates Phoenix. También colabora para la banca de inversión inmobiliaria Accesso Group. Además, fundó el despacho Vvall Arquitectura, que a la fecha cuenta con 22 proyectos.


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