De Chiapas todo te querrás llevar y es que el estado conserva aún una estrecha relación con sus raíces precolombinas que incluyen técnicas para fabricar textiles, alfarería y joyería que datan de siglos atrás. Visitar este estado es, en realidad, una gran tentación para los amantes de las artesanías mexicanas de buena calidad.
Si eres de las personas a las que les encantan los productos originales y saber un poco más de su fabricación, sin duda Chiapas es el lugar ideal para ti.
Al planear tu viaje por este bello estado considera que cada uno de los lugares que visites tiene una técnica artesanal distinta y, sin duda, querrás llevarte todo, así que te recomendamos dejar suficiente espacio en tu maleta para que a lo largo del viaje puedas llenarla con lo que Chiapas te ofrece.
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Una de las rutas artesanalas que puedes planificar es por el centro del estado, comenzando por Chiapa de Corzo.
Este increíble pueblo mágico, que se encuentra a escasos 14 kilómetros de Tuxtla, te invita a pasear por entre sus calles coloniales y llegar a la plaza central donde encontrarás “la Pila”, que en realidad es una fuente de agua de estilo árabe que data del siglo XVI.
El pueblo es la antesala para una de las maravillas naturales más grandes del país: el Cañón del Sumidero. En el embarcadero podrás iniciar el recorrido de dos horas y sorprenderte con el recibimiento que Chiapas te da.
¿Qué recuerdo te puedes llevar de Chiapa de Corzo? Artículos de madera pintados con una técnica llamada “Laca”. Cada pieza es pintada a mano y para los detalles más finos se utilizan delicados pinceles de pelo de gato.
Con la llegada de los españoles, se comenzaron a utilizar pinturas como óleo, pero originalmente los colores se obtenían de la tierra o arena del lugar, plantas y algunos insectos.
Tu siguiente parada será 64 kilómetros más adelante, en San Cristóbal de las Casas.
Esta ciudad, que está también en el listado de Pueblos Mágicos del país, es la meca de las artesanías del estado.
Aquí se funden y conviven a diario raíces prehispánicas, arquitectura colonial y vida moderna, artesanos de todo el estado llegan para vender sus productos.
Al final del andador turístico, hay un mercado de artesanías en la Plaza de Santo Domingo. Es mercado, o tianguis, es permanente y puedes encontrar miles de productos: ropa, joyería, accesorios. Sin embargo, te recomendamos que antes de realizar tus compras, visites el museo Centro Cultural de los Altos de Chiapas, donde aprenderás sobre el arte textil de la región y podrás diferenciar entre aquellas piezas que sí son hechas con un proceso artesanal y aquellas que son producciones en serie o de productos sintéticos.
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En el museo, te enseñarán a distinguir la procedencia de las artesanías, ya sea de alguna región específica del estado o incluso entre piezas guatemaltecas, así como la técnica utilizada para fabricar cada una.
En el mismo mercado de Santo Domingo, puedes encontrar joyería de ámbar extraído de las minas de Simojovel, un pueblo al norte del estado, ¡pero cuidado con que no te engañen! Algunas personas venden piezas de vidrio o plástico y te lo venden como auténtico ámbar.
Para evitarlo, antes de adquirir cualquier pieza de joyería pide al artesano que las ponga bajo luz negra, generalmente ellos cuentan con máquinas especiales, si las piezas adquieren un intenso brillo color verde-azul fosforescente el ámbar es real, sino será mejor que busques en otro sitio.
Si continúas con tu viaje hacia el sur, no puedes dejar de visitar Amatenango del Valle. En este pueblo, a tan sólo 37 kilómetros de San Cristóbal, se fabrica una de las alfarerías más finas del estado.
Jaguares, aves, ollas, gatos, serpientes, todas las piezas son hechas por mujeres artesanas, quienes sólo utilizan sus manos como únicos instrumentos para moldear la arcilla y las pinturas que utilizan las adquieren de piedras molidas.
En la tienda “La Nueva Estrella”, las mujeres del pueblo llevan sus creaciones para ponerlas a la venta. Albertina y María, quienes están a cargo del lugar, pueden llevarte a su taller donde te enseñarán las técnicas de fabricación aprendidas por sus madres y abuelas y que, como cada mujer indígena del estado, ellas transmitirán a las futuras generaciones.