Son las 8:00 de la mañana y el aroma a café ya inunda el hogar, mientras Alicia Reyna y Rafael Juárez se sientan, con sus tazas llenas frente su computadora y celular, respectivamente, desde donde hace ya algunas semanas se encuentran dando clases en línea de Historia, Formación Cívica y Ética y Español a sus estudiantes de secundaria de un pequeño colegio particular de la alcaldía Gustavo A. Madero. En tiempos de la pandemia de coronavirus, las preocupaciones y el estrés se sienten más.
"Buenos días, por favor, deja encendida tu cámara y tu micrófono, para que sepa que estás ahí y pueda tomarte asistencia" repite insistentemente el profesor, que, a pesar de no tener una computadora con cámara web llega puntual a sus clases, que se han reducido a sólo 25 minutos por las limitaciones de tiempo de la plataforma virtual a la que recurre para este propósito: zoom.
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Improvisar ante la falta de un plan
Sus estudiantes van uniéndose a la videollamada poco a poco. Algunos arreglados y acomodados en un lugar apto para estudiar y otros, recién despiertos y recostados aún en sus camas. Cuando suficientes -no todos- han hecho acto de presencia, Rafael inicia su clase tratando de abarcar lo escencial y apoyado únicamente de su libro de texto, que tiene que consultar físicamente porque trabajar desde su celular no le permite recurrir a ningún otro material virtal, sin deshacerse de la impresión de que está sólo improvisando.
"Ha sido una experiencia muy complicada. Los maestros en México, concretamente los de educación básica, no tenemos ni la cultura ni la formación, a veces ni las herrmientas para hacer clases a distancia. Algo que a mí me parece que sucedió es que se hizo muy evidente que ni las autoridades ni la Secretaría de Educación Pública ni los maestros ni nadie tenía un plan de contingencia, no estábamos preparados para nada de esto, esta es la generación de conejillos de indias", reflexionó Rafael.
El profesor señaló también que las cosas se complican aún más porque no son sólo los maestros los que no tienen la cultura para tomar clases a distancia, sino también los alumnos y los padres de familia, por lo que existen muchas trabas a la hora de dar clases. Una de ellas es el tiempo. A él le preocupa que si las clases duran 25 minutos y los alumnos llegan a la reunión con 10 de retraso entonces sólo están tomando 15 minutos de clases y esto no se puede corregir porque a diferencia de la escuela presencial, en línea nada te obliga a llegar temprano.
Otro problema con el que se encuentran ambos profesores es que algunos alumnos no tienen el interés suficiente. Mientras ellos tratan de compartir en el menor tiempo, no la mayor cantidad de información, sino sólo la esencial para hacer que ellos aprendan aunque sea, las cosas básicas, existen estudiantes que no se ven interesados en las clases y que en sus casas, muchas veces tampoco hay nadie que los presione.
"Hay alumnos que encienden su computadora o su celular, apagan su cámara y su micrófono y dejan la sesión de zoom abierta, mientras ellos se van a dormir o a hacer otras cosas simplemente por la falta de motivación, porque no les interesa y tampoco puedes hacer nada para sancionarlos, no sería ético si la escuela misma no les está brindando las condiciones aptas para estudiar y si nosotros mismo estamos improvisando", señaló el profesor.
La carga de trabajo
La organización fue caótica, y la implementación lo es aún más. Mientras a sus correos llegan recomendaciones de la SEP de no presionar a los alumnos para que entreguen trabajo durante la pandemia, las autoridades del Colegio Felipe Franco, en donde ambos trabajan "parecen más preocupados por recaudar evidencias" de lo que se está haciendo, por lo que a los alumnos sí se les exige, dice Rafael, mientras que, como explicó Alicia, a los profesores los cargan de trabajo para hacerles sentir a los padres que su dinero está siendo aprovechado y como un incentivo para que no falten con sus pagos, a pesar de la emergencia nacional.
"Las autoridades de nuestra escuela, al menos en la particular, nos hicieron saber que estábamos a disposición de ellos, los alumnos y los padres de familia prácticamente las 24 horas del día, y la carga de trabajo es exagerada", dice Alicia, quien se la pasa prácticamente todo el día pegada a su computadora tratando de planear las clases del día siguiente y procupada por el trabajo extra que tiene que entregar a los directivos del colegio.
La brecha tecnológica
Si el trabajo de un profesor es extenuante y se extiende más allá de las horas en las que pasan en el aula en tiempos normales, debido a la planeación, las calificaciones y algunas otras cosas que se deben tener en tiempo y forma, durante la pandemia la exigencia es doble, pues a además de esto, los maestros tienen que idear nuevas maneras de para compartir su conocimiento mientras luchan con la brecha tecnológica, y tratan de entender las plataformas que son requeridas para esto, sin ningún tipo de capacitación previa por parte de las autoridades.
"Nuestros hijos son los que nos han ayudado a entenderle a estas cosas. A veces hasta los propios alumnos nos explican. Por ejemplo, mi aplicación de Zoom estaba en inglés y fue uno de mis estudiantes el que me explicó como cambiarlo a español", relata Alicia.
Además, cuenta la maestra, ni ella ni su esposo han tenido tanto problema para utilizar las herramientas para dar clases online, sin embargo, algunos de sus compañeros han batallado para que los alumnos puedan unirse a las reuniones o incluso ellos mismos, por su desconocimiento y falta de práctica con la tecnología.
También, relata Alicia, está la preocupación constante de cometer algún error y tener algún accidente como los que se ven, constantemente en redes sociales, como la maestra que insultó a sus estudiantes sin saber que su cámara estaba encendida o el profesor a quienes jugaron una broma y terminaron por sacarlo de la reunión de zoom.
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Por otra parte, en el momento de la organización, los profesores intentaron hacer notar a las autoridades del colegio que había niños que no tenían acceso a una computadora o una buena conexión a internet, o aunque la tuvieran, al tener hermanos en la misma escuela, sus horarios se empalmarían y no podrían tomar clases al mismo tiempo, ante lo que los directivos contestaron que eso lo tendrían que resolver las familias mismas.
Qué pasa con la educación pública
Ambos profesores trabajan también en escuelas públicas, Alicia da clases de historia en el turno vespertino de la Secundaria 259, también en la alcaldía Gustavo A. Madero y Rafael imparte Teatro a grupos de tercer año en una secundaria ubicada en Iztapalapa.
Ahí, por supuesto las condiciones son de lo más distintas. Es imposible impartir clases en línea debido a la cantidad de alumnos y a la falta de herramientas de los propios alumnos, cuya realidad es diferente a la de los estudiantes de escuelas particulares. Muchos no tienen acceso a internet ni una computadora en casa y generalmente, para hacer tareas, recurren a los café internet, lugares que ahora deben evitar.
La comunicación con ellos también es complicada. En la escuela de Alicia se les prohíbe a los maestros tener cualquier contacto con los alumnos por los medios digitales, pensando en la seguridad de ambos. En la de Rafael, aunque se cuenta con sus correos, es imposible saber si la información llega a todo el mundo.
"Lo que se está haciendo en las escuelas públicas es muy diferente. Lo que hacemos es mandar actividades a las autoridades y ellos, la colocaron en unas cartulinas en las puertas de los padres. También recurrimos la papelería de enfrente de la escuela. Los padres de familia y los alumnos pueden ir ahí a imprimir las actividades, para entregar regresando a clases, sin embargo, la señora nos ha informado que han sido pocos quienes se han acercado por ellas", explicó Alicia.
En la escuela de Rafael se les mandó el trabajo vía correo electrónico. Sin embargo, de los 150 estudiantes a los que atiende, sólo alrededor de 20 han mandado sus actividades, sin embargo, acepta que estas no son obligatorias y que no puedes esperar que los muchachos, y menos de una escuela pública, se preocupen por la escuela en este momento.
Como maestro de arte, acepta, es incluso más difícil recibir una respuesta a distancia. En la escuela estaban preparando una obra de teatro con la que participarían en un concurso y esa era una buena manera de incentivarlos, sin embargo, no puede culpar a los estudiantes de que ahora estén dando mayor prioridad a otras materias, que además son importantes pues se les evaluarán a la hora de presentar su examen de ingreso a la Educación Media Superior.
AprendizajesRafael quizo listar una serie de reflexiones, a manera de conclusión.1.- Esta pandemia y la situación escolar dejaron a la vista la terrible desigualdad en nuestro país. Mientras los alumnos de escuelas privadas tienen la oportunidad de estar tomando clases mientras los de las públicas, no.
2.- Esto es un desastre, no sólo en términos de organización, sino a nivel nacional y se debería tener un plan de acción, hablando de educación, previamente diseñado para este tipo de situaciones.
3.- Como maestro de arte, Rafael opinó que esta debería ser una oportunidad para valorarlo más en el país, y un llamado a darle más importancia en épocas en las que todo es más normal. Finalmente, el cine, la música y la literatura son cosas que nos han permitido salir a flote durante el confinamiento y debería existir un equilibro que lo incluyera en los planes de educación.
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