1- Identifica el color, aroma y textura que más resalte de tu platillo y busca un vino que sea muy similar a esas características. Por ejemplo, si se pide en un restaurante un ceviche de pescado, elige un vino blanco, fresco y ligero.
2- En cuanto al añada del vino, revisa la contra etiqueta de la botella en donde viene especificado su tiempo de vida óptimo. Por ejemplo, si tiene dos años para ser consumido, el tiempo ideal para beberlo es casi al final de los 24 meses sugeridos.
3- El sabor del vino y el del platillo siempre deben ser iguales, no puede resaltar uno más que el otro. Por ejemplo, si tenemos una comida muy condimentada como un mole, elige un vino tinto con un cuerpo robusto y textura pesada para que se iguale con lo fuerte del plato.
4- Respecto a la conservación del vino, mantén el tinto a 18 grados centígrados, nunca a temperatura ambiente, y el blanco debe estar frío para nivelar la acidez de la uva. Este último no debe beberse helado ya que pierde su aroma.
5- No siempre un vino caro es el mejor, pero en la mayoría de los casos el precio sí influye, ya que una botella costosa nos asegura calidad en la materia prima, producción y embalaje de la bebida.