Gabriel Rico es un fiel representante del arte contemporáneo en México y en el mundo. En septiembre se prevé la apertura del Instituto de Arte Contemporáneo de San Diego, una institución de arte recién fusionada, y el artista conceptual mexicano será el encargado de inaugurar esta nueva institución con una exposición individual.
Actualmente presenta la expo De belleza y consuelo en la Perrotin Gallery, Nueva York. Fue seleccionado para participar en la Bienal de Venecia 2019, y su obra se ha expuesto en las principales plataformas de arte a escala mundial como el MuMO y la Perrotin Gallery en Francia, el GCC en Corea del Sur, Coma Gallery en Australia y el Aspen Art Museum en Colorado.
Estudiaste arquitectura. ¿Cómo fue la transición al arte?
Muy orgánica. En la universidad en Guadalajara, en 2001, tenía clases de Historia de la Arquitectura, pero el profesor de la materia no pudo impartirla y los maestros suplentes fueron el artista Jorge Méndez Blake y su pareja, la curadora Giovanna Ibarra, y nos dieron Historia del arte. Recuerdo que conforme pasaban las clases, me impresionó la libertad del pensamiento sobre el arte y lo filosófica que es la práctica artística; a partir de ese momento decidí que sería artista; primero terminé arquitectura y trabajé cinco años en eso.
¿Cómo es tu proceso creativo?
La vida de un artista no se puede dividir entre lo profesional y lo personal, como ocurre en otras carreras. Nunca dejo de ser artista, sobre todo porque trabajo con objetos y porque es imposible cerrarme a la excitación que viven mis sentidos cuando estoy en algún mercado de pulgas o algo así. El punto es que justamente la manera en que yo transmuto de ser un no artista o de descubrirme a mí mismo como artista, viene de mi apreciación por los objetos cotidianos. Vivía en Lagos de Moreno, y todo el día estaba en contextos naturales con piedras, árboles y cactus… así crecí. Soy esa combinación entre los charros de Lagos de Moreno y la influencia de Estados Unidos.
¿Hay algún momento histórico que te haya marcado?
Las Torres Gemelas, que existieron antes del 11 de septiembre de 2001, como objeto son referencias visuales para toda la generación que vivimos ese desastre. Ese es el poder de la memoria colectiva, no importa qué idioma hables, en el mundo, la imagen y el objeto son muy contundentes. Por eso me interesa tanto la memoria colectiva, porque puede ser que tú y yo compartamos la misma afición por la porcelana y las manzanas porque en la casa de tu abuela y en la de mi tía había una manzana con la que jugábamos cuando éramos pequeños. Ese tipo de fijaciones potencian la conexión que puede haber entre nosotros, más allá de olvidar de dónde vienes, quién eres o qué idioma hablas.
Soy de la última generación antes de que el arte se pusiera de moda en México. Muchos no veían el arte contemporáneo como un parque enorme de oportunidades, pensaban que las galerías no participarían, que no vendrían…
La escena en México está muy fortalecida. Se me hace increíble que la gente venga con muchísimas ganas de ver arte. Aquí está el primer nivel de artistas mexicanos y algunas de las mejores galerías del mundo. Está muy cañón. Para mí es muy importante que los artistas jóvenes de Guadalajara entiendan que con todo lo que hay en México no necesitan irse a vivir a otro lugar, pueden continuar haciendo su carrera en Guadalajara, exponiendo en todo el mundo, porque básicamente el arte no es mainstream, el arte tiene que ver con la filosofía y la manera de vivir el día a día, no con lo que aparece en internet y redes sociales.
¿Qué le recomiendas a los artistas jóvenes?
Dos cosas: entender si de verdad el arte que hacen sale de manera natural o si quieren ser artistas porque está de moda. Tienen que ser muy honestos, yo no lo hice ni por la lana ni por la fama, sino porque era el medio en el que más libre me sentía. La segunda cosa es que tienes que ser cabeza dura, estar concentrado en lo que quieres, tener experiencias con artistas de otros lugares; si te quedas en tu lugar cómodo nunca sabrás lo que hay detrás del muro que no puedes ver.
bgpa