Buñuelos, el postre ideal para acompañar a las fiestas decembrinas

En Puebla, este postre es uno de los predilectos para estas fechas.

En invierno, los buñuelos se acompañan con atole, café o chocolate. (Manuel Guadarrama)
Abigail García
Puebla /

En estas fiestas decembrinas, es común consumir buñuelos acompañados con un buen ponche o café de olla.

Este postre está elaborado de masa de harina de trigo la cual se mezcla con huevo o levadura, agua, leche, sal y manteca de cerdo, que se deja reposar, se estira y se moldea, para lo cual algunas personas emplean un molde redondo con grecas o bien con los puños.

Después se fríe en abundante aceite y se espolvorea con azúcar, o se baña con miel de abeja o piloncillo. Aunque hay algunas personas que les ponen relleno, dulce o salado, y de acuerdo a la costumbre obtienen diferente forma.

Los buñuelos son una de las recetas más antiguas de la cocina mediterránea. Ya en el Siglo II a.C., Catón el Viejo, político y escritor romano, incluyó una receta de buñuelos con el nombre de “globos”, en su libro “De Agri Cultura”; los describe como un placer para el paladar en el que se mezclan harina y queso, se hacen bolas que se fríen y se untan de miel y semillas de amapola para servirlos.

Aunque algunos historiadores indican que después de la romana, la sociedad morisca fue la primera que consumió buñuelos. Consideran que era gente de medios humildes que habitaba los territorios del sur de la península ibérica y ocupaban puestos de trabajo de baja categoría, los que se desempeñaban en el oficio de vendedores ambulantes de buñuelos.

Tras la expulsión morisca, esta especialidad fue adoptada por los gitanos quienes la perpetuaron hasta la actualidad. De ahí que en España, los buñuelos son un postre típico en muchas comunidades autónomas y cada una de ellas incorpora sus ingredientes y su propia tradición.

Otros investigadores mencionan que su origen data de hace unos dos mil años en países como Turquía, Marruecos o Egipto, donde se comían bolitas hechas de masa frita con miel. Esta combinación emigró a España y se transformó en los buñuelos de viento.

Merced al intercambio cultural que existió durante la conquista, fue que este tipo de preparación llegó a México.

Actualmente en Cataluña se consumen sobre todo durante la Cuaresma. Ahí se suelen comer como merienda o para acompañar el café después de comer.

Entre los más famosos se encuentran los buñuelos de viento, que son bolas de masa de harina de trigo, manteca y huevos, rellenos con dulces de crema, nata, chocolate o chantilly. Su forma es hinchada, como de una esfera aplastada y su textura es compacta.

Cuando se fríe la masa de los buñuelos de viento llega a doblar su volumen, es por esta razón, que se les denomina con el apelativo “de viento”; es decir, hinchados.

A diferencia de los buñuelos de viento; los buñuelos en nuestro país emulan una tortilla.

Fue en los conventos, los primeros lugares en donde se cocinaron buñuelos en el territorio nacional. Incluso existe un recetario escrito por Sor Juana Inés de la Cruz, donde incluye varias recetas sobre especialidades de la cocina conventual del virreinato.

En dicho recetario, aparecen tres recetas de buñuelos, a los cuales la Décima Musa los llamaba Puñuelos o Pañuelos, ya que explica que a la masa se le aplasta con los puños y al estirarse queda como una tela fina, similar a los pañuelos.

En Puebla, este postre se puede encontrar para su compra en la zona de dulces típicos, ubicado en el centro histórico; así como en conventos, ferias o con personas que se dedican a cocinarlos para tal fin.


CHM

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