La pandemia también afectó a las cocineras tradicionales

Debido a que se suspendió el tradicional Festival Gastronómico de Santiago de Anaya este 2020, Claudia sobrevive con la cosecha de frijoles que siembra en su casa

Claudia Hernández Sánchez, la quince veces ganadora del Festival Gastronómico de Santiago de Anaya. (Cortesía)
Elizabeth Hernández
Pachuca /

Claudia Hernández Sánchez llega a su casa todos los días, después de cosechar frijoles por horas, pero el proceso no ha concluido para que pueda consumirlos, ya que debe limpiarlos, seleccionarlos, lavarlos y tener el producto listo para cocinarlos, “es un proceso muy largo”, dice, y más cuando ella lo hace sola para comer, allá en Santiago de Anaya.

Es ahí donde este año se celebrarían los 40 años del festival gastronómico que reúne a más de mil 500 cocineras tradicionales que preparan guisados con productos naturales y que se dan en el lugar, pero debido a la pandemia, el evento se suspendió, lo que fue un golpe duro para las cocineras, como Claudia, que a partir de abril podía presentar algún platillo nuevo para después recibir pedidos del mismo, con lo que solventaba sus gastos.


“Estábamos contentas porque nos presentamos a hacer la invitación del festival allá en Pachuca, pero tres días después nos anunciaron que se suspendería y pues fue muy desolador y triste porque yo tengo participando 30 años en este festival, llevo 15 primeros lugares y he estado año con año animando para ser parte de esto, porque yo amo la cocina, aunque también el campo.

Con lo de la contingencia, la gente no se anima a comprar cosas a otras personas, es muy difícil lo que se vive en el campo, hay muchas carencias como no tener oportunidades, no hay fuentes de trabajo para tener un poco más de dinero, ni para hacer un negocio, yo sueño con tener una cocina para dar a conocer mis platillos a más gente, pero no, está complicado”, expone Claudia.

Señala que no tiene recursos económicos y viven al día con lo que trabaja en el campo y, con la pandemia, no ha podido realizar pedidos de comida que le solicitan, tampoco ha hecho los talleres que ofrece a aprendices de gastronomía de la Ciudad de México, lo que era un ingreso para poder vivir más tranquila, “no era mucho, pero un dinerito extra no cae mal, pero eso se acabó, y se extraña”, explica.

Sus hijos migraron a Estados Unidos años atrás, y le ayudaron a que su choza de madera se convirtiera en una casa cimentada para tener una mejor vida, aunque ellos también han sido afectados por la pandemia, por lo que ahora Claudia espera que esta emergencia sanitaria concluya para vender más sus platillos “que hago con mucho amor, porque me encanta la cocina, pero también necesito dinero”, expresa.

El pasado Día de Muertos, en el que puede adquirir ingresos vendiendo zacatamales (una variedad de tamal que se realiza en la región), tampoco fue alentador ya que solo tuvo cuatro pedidos por parte de la misma familia, “por lo que fue poquito lo que recibí, pero tratándose de la familia, los hice y tuvimos para comer.

“Mis platillos me han llevado a ganarme una casita, que le faltan todos los servicios y ahora ocupo como bodeguita, y me la gané con una gelatina de leche de cabra y piñones, que preparé en casa porque tengo mata de piñones y los coseché, también cuidé y ordeñé a la cabra, así que gustó y me dio alegría ganarme el primer lugar. Y sí se extraña, porque de una u otra manera teníamos un peso para la comida, pero también la gran alegría de ser felicitada por lo que te guste hacer”, explica Claudia.

Por 20 años, Claudia hizo tortillas para sacar adelante a sus hijos y darles educación hasta la secundaria, “porque no hubo para más, pero desgraciadamente tuvieron que irse a Estados Unidos por las carencias que hay aquí, lejos de mí, pero gracias a Dios y a ellos tengo una casita que jamás pensé tenerla”, dice.

Es así como Claudia, así como las demás cocineras tradicionales, esperan que la pandemia no crezca en Hidalgo para que puedan seguir vendiendo los platillos que les ha dado fama a nivel nacional e internacional, “y que para mí es una tradición que me recuerda a mis papás que me enseñaron todo y esperamos que pronto regresemos a compartir una parte de lo que nos gusta hacer”, concluyó.

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