Viajar a Hanoi es como visitar un museo vivo de los años 70, donde la arquitectura y el estilo de vida parece haberse detenido en aquellos años, con la salvedad del libre mercado reflejado en tiendas, centros comerciales y una infinidad de empresas establecidas en sus edificios.
La República Socialista de Vietnam, reunificada en 1976 tras vencer a Estados Unidos en su intento por preservar el control de la parte sur, ha sido de las regiones con menor índice de desarrollo en las últimas décadas. Sus escenarios naturales y playas son centro de atracción internacional; sin embargo, la capital, Hanoi, conserva en sus calles el espíritu del régimen comunista de filiación soviética que, con el paso del tiempo, se ha relajado para dar paso al libre mercado y dejar al socialismo como un mero membrete de control político y no económico.
Es muy interesante visitar Hanoi, el centro de la ciudad donde está el mausoleo de Ho-Chi-Minh, el prócer más importante de la república, el palacio de gobierno, las arboladas avenidas centrales donde están las embajadas y, por supuesto, la plaza central Ba Dinh y el jardín botánico.
En medio de la ciudad, está el lago Trúc Bach, hermosamente iluminado y donde cayó el fallecido senador estadounidense John McCain durante la guerra, ahí fue salvado y capturado por el ejército vietnamita.
El lago Ho Hoan Kiem también es uno de los lugares más vistosos de la ciudad, donde miles de capitalinos van a pasear por las tarde y la noche, disfrutando las mejores vistas nocturnas de la ciudad.
Los barrios en el centro están llenos de tiendas de ropa hecha en Vietnam (saldos de las grandes marcas que se maquilan aquí) a precios muy económicos, decenas de restaurantes y bares con auténtica comida vietnamita, mercados de frutas y verduras exóticas, expendios de café –que tienen reconocimiento mundial– y templos que nos dan idea de la identidad religiosa de este pueblo milenario.
Las calles son seguras y hay mucha vigilancia; solo hay que estar atentos al gran número de motonetas que circulan por las calles y que se estacionan en las aceras peatonales, lo que hace que las personas tengan que andar por el arroyo vehicular; aun así, es un deleite caminar por las calles de la ciudad.
Los edificios gubernamentales tienen una combinación clara de la arquitectura tradicional oriental mezclada con las tendencias soviéticas de la posguerra: ventanas muy pequeñas, grandes muros con una suerte de fortificación contemporánea y propaganda del régimen por doquier, por ello parece un viaje al pasado con la infraestructura del presente.
Rodeando al gran lago Ho Bay Mau, el parque Cong Vien Thong Nhat es también una de las zonas más hermosas de la ciudad; luce verde todo el año y se llena de vietnamitas jugando un extraño deporte en el que se lanzan uno a otro un volante de badminton con el pie, evitando que caiga al piso. Literalmente son cientos de personas, niños, jóvenes y adultos, las que a diario pracitcan este deporte en el parque.
En Hanoi, no hay ninguna restricción a los visitantes, se puede deambular por toda la ciudad sin problemas, para descubrir sitios con el sabor de una cultura milenaria, con el museo vivo y con el calor de la gente vietnamita que a pesar de hablar poco inglés, se las ingenia para ayudar al viajero.
¿Cómo llegar?
La mejor opción costo-beneficio. En este aspecto, la mejor alternativa es KLM, en el legendario Boeing 747 que todas las noches llega a nuestro país. Vuela desde la Ciudad de México, con una escala en Amsterdam-Schipol.
¿Dónde hospedarse?
Renta en Airbnb. Hay pocos hoteles internacionales en Hanoi y sus costos son elevados. Por ello, lo más conveniente es quedarte en una propiedad de Airbnb en la zona del centro.
Tips viajeros
Vietnam pide una Visa a los mexicanos, que puedes tramitar por internet y pagar a la llegada al aeropuerto de Hanoi (25 dólares). Evita comer en puestos de la calle.