Seguramente escuchas el nombre de Jane Austen o de una de sus novelas;, por ejemplo la más conocida Orgullo y Prejuicio, y piensas inmediatamente en historias rosas de mujeres delicadas y príncipes que vienen a su rescate para vivir una intensa historia de amor, propia de la chick- flick más dramática, pues según se piensa comúnmente, la propia vida de la escritora con un episodio de romance trágico inspiró sus historias.
Sin embargo, debemos decirte que esa idea es un error tremendo. Primero porque aunque por supuesto que la vida de la escritora inspiró algunas cuestiones retratadas en sus libros, de trágico romance no hubo prácticamente nada en su juventud. Y segundo, porque las historias de Jane Austen van más allá del simple romance para hablar desde la perspectiva de una mujer de clase media de las dificultades de la vida en la época de la regencia en Inglaterra.
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Y sí, aunque sus libros basan sus historias en los sentimientos, debemos dejar en claro que para una mujer de su época y su posición, hablar de amor era incluso, hasta revolucionario, pues recordemos, las mujeres no tenían voz ni voto, e incluso sus relaciones eran pactadas según el interés de la familia y estas uniones tenían como fin principal, que se convirtieran en madres. Qué patriarcal y machista, ¿no crees?
Jane Austen plasmó estas inquietudes en Orgullo y Prejuicio, en donde puso como protagonistas a un grupo de mujeres, cada una con personalidad distinta; fuertes, independientes, con pasiones y sueños, a luchar contra las intenciones de su madre de casarlas, a como diera lugar, con cualquier hombre que pudiera fungir como sustento económico para todas cuando su padre muriera.
En el camino, la protagonista de la historia, Elizabeth Bennet, que por supuesto comparte la manera de pensar de Austen, se enfrenta a sus propios pensamientos, a su madre, a los sentimientos de personas reales y complejas que rigen su vida por emociones que van más allá del bien y del mal, mientras crece como persona, en lugar de ser sólo considerada una damisela en aprietos, cuyo único futuro es ser rescatada por un príncipe, contrario a lo que nos pudo hacer creer la adaptación de la novela de Joe Wright allá por 2005.
Elizabeth Bennet es un personaje complejo, fuerte, inteligente que, en efecto, está inspirado por la misma personalidad de Austen, y, lo que tal vez no le hubiera gustado a la autora es que, a pesar de todo lo plasmado en aquel libro por Jane, lo único que se quedara en el consiente de muchas personas es a historia entre Miss Bennet y el apuesto caballero de rudos modales, Darcy, que termina siendo retratado como un príncipe, más que como el ser humano que mostró la autora.
"Mi coraje siempre se eleva con cada intento de intimidarme"
A su vez, se inventó la historia de que Darcy estaba inspirado ni más ni menos que en un príncipe de carne y hueso que tocó para siempre la vida de Austen, dejándola incapacitada para sentir otro tipo de sentimiento luego de que su "trágica historia de amor" terminara en una horrible desgracia que la dejaría sin ganas de volver a enamorarse de cualquier otro hombre y lo que la llevó a morir "soltera y sola".
Esta es una de las falacias más grandes que podríamos encontrarnos en la historia de la literatura (y eso que debe haber muchas que esta redactora desconoce) y es que parece ser que la elección de una mujer de permanecer soltera y dedicar su tiempo a escribir historia maravillosas fuera tan insultante que a fuerza, en su historial, debe existir un hombre que la dejó marcada por siempre, como quiso mostrar el filme que dibujó su vida como una novela rosa, La joven Jane Austen, protagonizada por Anne Hathaway y James McAvoy.
No, Jane Austen no era una romántica y así fue su vida amorosa
La historia de amor que se nos retrata en aquella película sobre la vida de la escritora, que supuestamente ocurrió entre ella y Tom Lefroy en donde ambos se enamoran perdidamente, pierden la cabeza y no les importa otra cosa más que estar con el otro, está tremendamente adornada por el afán de querer convertir a una genio de la literatura en un mártir que murió llorando por un amado.
Sí, existen cartas entre ambos personajes que están escritas en un casual tono de flirteo, además de correspondencia de Jane con otras personas en donde relata cómo coqueteaban desfachatadamente, sin embargo, este fue sólo un breve coqueteo que acabó tan efímeramente como empezó y no existe ningún registro real de que aquel hubiera sido el único interés romántico de la escritora, ni siquiera, de que hubiera sido tan importante para ella.
Incluso, Jane estuvo comprometida brevemente (por un día) con Harris Bigg-Whiter, un amigo de la familia, convenio que terminó rompiendo un día después al considerar su decisión apresurada, ya que en realidad, el hombre no le inspiraba gran cosa.
También se sabe de Austen que, mucho tiempo después de aquel breve periodo de flirteo con Lefroy, tuvo un romance con un amante desconocido con el que intercambiaba cartas, sin embargo, él murió antes de poder estar juntos.
Sin embargo, aunque las presiones de la época hacían que Jane no estuviera contenta del todo por haber terminado sus días sola, esto definitivamente no marcaba su vida, pues disfrutaba de fama por sus historias y el dinero esencial para mantenerse a sí misma, producto de su gran trabajo literario, que perdura hasta nuestros días.
Las historias de Jane van mucho más allá del amor romántico y, además de la clara intención de relatar los usos y costumbres de la época previa a la victoriana, tenían el sello distintivo de mostrar a sus personajes femeninos como algo mucho más grande, que una simple máquina reproductiva.
"Odio escucharte hablar de todas las mujeres como si fuéramos damas agradables en vez de criaturas racionales. Ninguna de nosotras quiere estar en aguas calmadas toda nuestra vida"
Esa es una frase escrita por Jane Austen en su novela Persuasión, por lo que es de lo más justo que hoy, 16 de diciembre, día de su Natalicio, la recordemos como una mujer vivaz, inteligente, de gran sentido del humor y con un carácter de lo más fuerte, que como la muchacha romántica que no hizo más en toda su vida que lamentarse por un amor pasajero que no pudo ser.
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