Piensen en Vincent Van Gogh y podrían imaginarlo entre los estudios y galerías de Amberes o Montmartre, o más probablemente en el brillante sol mediterráneo de Arles. Probablemente no se imaginen a uno de los artistas más célebres del mundo en Stockwell, un distrito gris del sur de Londres más famoso por su refugio antiaéreo y el tamaño de su cochera para autobuses.
Pero Van Gogh, ahora lo sé, alguna vez vivió allí, en una agradable, pero normal, terraza georgiana, justo detrás del Tesco Express en Clapham Road. Y la historia del número 87 de Hackford Road y su ilustre antiguo residente está a punto de ser más conocida, la casa se restauró y se abrirá al público la próxima semana para visitas de pequeños grupos.
La casa se “descubrió” en 1971, cuando un cartera en huelga de nombre Paul Chalcraft, ocupaba su tiempo libre con trabajo de investigación, dándole seguimiento a las direcciones de una propietaria que se menciona en una de las cartas de Van Gogh. Se instaló debidamente una placa conmemorativa de color azul, pero no fue hasta 2012 en el que la casa la compró en una subasta James Wang, un ex violinista profesional que estudió música en China durante la Revolución Cultural cuando Vincent van Gogh era uno de los pocos artistas occidentales célebres.
En ese tiempo, la pared aparentemente se balanceaba si se empujaba la chimenea y tenía pisos de linóleo, tejas de poliestireno y un baño exterior.
Wang encargó su restauración a su hija Livia, una arquitecta recién graduada, y cuando llegué, un ejército de constructores, artesanos y artistas residentes están dando los últimos toques al lugar.
Alguien cuelga a mano pantallas de lámparas de vidrio soplado; Las tablas del piso original del edificio de 1824 fueron reutilizadas como una puerta de ático; un nuevo rosetón fue diseñado por un yesero, basado en un diseño original que se encontró en una casa vecina. Sin embargo, el objetivo, explica Livia, no es replicar la casa como estaba cuando Van Gogh era su inquilino entre 1873 y 1874, sino crear un espacio de trabajo orgánico y continuo para las artes. Se está completando una extensión y un estudio de jardín para permitir que los artistas trabajen y vivan aquí.
“He estado pensando mucho en lo que significa la palabra museo”, me dice, “porque realmente no queremos que esté en un lugar que se detenga en el tiempo”.
Sabemos relativamente poco sobre el tiempo que estuvo Van Gogh aquí, excepto que escribió un par de cartas, dibujó un bosquejo del edificio y, al parecer como todos los demás inquilinos en el sur de Londres en la actualidad, trabajó como pasante de una galería con un suelo pequeño (80 por ciento del cual se iba a comida y alojamiento). Caminaba a lo largo de Brixton Road para trabajar en Covent Garden.
“Aquí las cosas van bien para mí”, escribió el artista a su hermano Theo en enero de 1874. “Tengo una casa maravillosa y para mí es un gran placer observar Londres y el estilo de vida inglés”. De acuerdo con los curadores, también fue aquí donde Van Gogh, de 20 años de edad, se enamoró por primera vez, de Eugenie Loyer, la hija de 19 años de su casera.
Los artefactos que dejó el residente anterior de la casa se conservan independientemente de su lugar en el canon. Me mostraron una caja de trozos de papel que fueron almacenados en los aleros y debajo de las duelas del piso por los antiguos habitantes, y ahora fueron restaurados por estudiantes de restauración del cercano Colegio de Artes de Camberwell. Se encontraron bellotas, trompos, canicas, tuberías de arcilla y muestras de escritura a mano, así como un libro de oraciones y la tarjeta de negocios del constructor original de la casa. Parte de la bomba que destruyó las casas vecinas se excavó en el jardín.
Los documentos de seguro del periodo en el que Van Gogh vivió aquí se recuperaron del ático cuando se reemplazó el techo. Ursula Loyer, la viuda propietaria de la casa, tuvo que enmendar los documentos impresos con una “s” escrita a mano después de cada instancia que decía “Mr” (para que dijera Mrs, señora). Todos estos se van a exhibir en la casa en gabinetes armados por un fabricante de muebles local.
“No quisiéramos que nadie creyera que eran menos valiosos porque no tenían nada que ver con Van Gogh”, dice Wang. “Muchos de estos lugares se vuelven demasiado preciosos, cuando en realidad la casa vecina es exactamente la misma.
A nadie le importa, pero este está en la lista de Grado II”. Tan graciosamente famoso, es posible que Van Gogh de una oreja no tuvo mucho impacto en Stockwell, pero es una forma agradable de hablar sobre la historia de las vidas y construcciones aparentemente ordinarias.