La joya de los palacios

El Taj Mahal es, en realidad, parte de un conjunto de edificios y jardines que guardan una perfecta simetría que vale la pena recorrer.

Carlos Tomasini
Ciudad de México /

Al estar por primera vez frente a él, todas las anécdotas y antecedentes históricos que hayas escuchado o leído sobre su majestuosidad, se quedan cortos: es el Taj Mahal.

En la ciudad de Agra, a unas dos horas en carretera desde Nueva Delhi, capital de India, se encuentra este famoso edificio blanco de mármol que, contrario a lo que muchos piensan, no es un palacio o un templo, sino un mausoleo, es decir, un monumento funerario.

Dentro de este lugar –considerado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1983– descansan los restos de Arjumand Banu Begum, esposa del emperador musulmán Shah Jahan, de la dinastía mongol y que ordenó su construcción para rendir homenaje a su amada. Años después, él también fue enterrado ahí.


17 hectáreas de simetría perfecta

En realidad, el Taj Mahal no es solo este mausoleo, sino que es todo un complejo amurallado de 17 hectáreas con edificios alineados de norte a sur que forman un rectángulo en cuyo centro hay un jardín que es cruzado por cuatro canales, representando el paraíso terrenal. Construido entre 1632 y 1653, en su creación se cuidó hasta el último detalle, como guardar una simetría perfecta, la cual inicia con un eje perpendicular al río Yamuna.


Al lado oeste del mausoleo se encuentra una mezquita, mientras que al este hay una “jawab”, es decir, un edificio idéntico pero que no es usado como templo y se cree que servía para recibir a los visitantes del lugar, aunque otras versiones aseguran que solo se levantó para mantener la perfecta simetría.

[OBJECT]Desde la mezquita se pueden lograr grandes fotografías del mausoleo y siempre habrá alguien “dispuesto” a indicarte desde dónde hay que tomarla, eso sí, tras una buena propina, que puede ser en rupias o en dólares.

En el centro de todo hay un estanque de mármol blanco, un poco elevado del nivel del suelo, que fue diseñado para que el mausoleo se reflejara en él. Es decir, aquí nada fue hecho por casualidad y todo guarda un simbolismo (además de que esa es la mejor postal que puedes tomar del lugar).


Majestuosidad en vivo

El mausoleo, coronado por una gran cúpula de mármol blanco, es el elemento principal, más famoso y espectacular de este lugar. Aunque también es uno de los monumentos más fotografiados del mundo, ninguna imagen alcanzará a representar lo que significa verlo “en persona”.

El mausoleo del Taj Mahal está construido sobre una base que lo levanta siete metros del suelo y es de una planta cuadrada con cuatro fachadas idénticas. En cada una de ellas hay un arco de 33 metros de alto y están decoradas con caligrafía que narra versículos del Corán. Todo tiene motivos de rosas, tulipanes y narcisos e incrustaciones de piedras semipreciosas; de hecho, en los muros del exterior y del interior hay materiales como lapislázuli, turquesa y zafiro.

Su famosa cúpula de 35 metros de alto tiene una forma parecida a una cebolla, aunque los árabes suelen decir que es forma de manzana. Está rematada por una aguja (o “finial”) de latón de 17 metros que combina detalles islámicos e hindúes.

Cuentan que para construirlo se necesitaron más de 1,000 elefantes y 20,000 personas que trabajaron día y noche, además de que el mármol para construirlo fue traído de lugares como Afganistán o, inclusive, China.


Al entrar al mausoleo, todo se vuelve diferente y, hasta cierto punto, decepcionante. En todo momento te dicen que no se pueden tomar fotos, pero adentro hay cientos de turistas usando sus cámaras, además de personas que te cuentan la historia de algún detalle para después pedirte una propina. Es decir, no parece que entres a un edificio con fines funerarios o a un monumento de alto valor histórico; sin embargo, es algo que tienes que ver.

Todo se encuentra decorado con un estilo igual de espectacular que en el exterior, pero la tradición musulmana prohíbe la decoración de las tumbas, por lo que los cuerpos de Arjumand Banu Begum y Shah Jahan se encuentran sepultados en una cámara construida metros más abajo.

Lo que ven todos los visitantes es, en realidad, un cenotafio, una especie de tumba vacía que se construye a manera de monumento funerario. La simetría perfecta de todo el edificio se rompe, precisamente, por el cenotafio del emperador, que es más grande que el de su esposa debido a que así lo marcaba la tradición y a que, obviamente, fue colocado ahí años después.


Toma tus precauciones


En los últimos años, se ha pensado en la manera de proteger este monumento debido a que es afectado por la contaminación que mancha su mármol blanco, y cuyo peso, combinado con los cambios en el subsuelo, ha provocado un proceso de hundimiento.

Por estas razones, además de seguridad, política y su valor religioso y simbólico para India, se toman precauciones extremas para visitarlo, desde cuestiones de tradición como usar cubrezapatos para entrar al mausoleo (los puedes obtener dentro del Taj Mahal) hasta prohibir la entrada con mochilas, alimentos o hasta libros. Aunque hay guardarropa disponible, lo más cómodo es ir sin ninguno de estos objetos. No existe código de vestimenta para los visitantes.

La zona del Taj Mahal está a varios metros de la entrada de la calle, por lo que puedes caminar o tomar algún vehículo “anticontaminante” que brinda el servicio. En la zona de la entrada hay tiendas de souvenirs con precios para turistas, pero es una buena opción para llevar algún recuerdo a casa. Aquí es una tradición el regateo, pero los vendedores siempre saldrán ganando aunque creas que hiciste una gran negociación.

Las mejores horas para visitarlo (y tomarle fotos) es muy temprano por la mañana o al atardecer, ya que así evitarás largas filas de gente y retrasos en tu entrada, además de que encontrarás un clima más agradable. Los horarios varían, por lo que debes verificarlos en la fecha en el que lo visites. Los viernes está cerrado (también los días del ramadán) y hay visitas nocturnas especiales cuando hay luna llena, ya que esta ilumina al mausoleo, dándole una perspectiva diferente.

La entrada para extranjeros cuesta 1,000 rupias (unos 300 pesos) y los menores de 15 años entran gratis. Hay recorridos guiados oficiales de diferentes precios, que pueden rondar las 3,000 rupias (menos de 1,000 pesos).

La ciudad de Agra es la más visitada de India, y en ella pueden verse claramente los marcados contrastes que hay en este país, como los grandes hoteles de lujo que están apartados de las ruidosas calles en las que circulan miles de vehículos sin orden aparente y cooperando con un eterno concierto de cláxones encabezados por las motonetas que circulan esquivando a personas, otros vehículos y vacas. Esto es otra cosa que tienes que ver con tus propios ojos además del Taj Mahal.


Más información:

tajmahal.gov.in

tourism.gov.in

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