Se hizo tarde para que abriera el teleférico y la cola crecía. Era el primer día de la temporada, había salido el sol y podíamos ver la inmaculada nueve en la cumbre, de un color blanco brillante con el cielo azul de fondo, que nos llamaba. A las 10:30 de la mañana, el teleférico comenzó a funcionar; la multitud de esquiadores aclamaba; luego se detuvo. Ellos suspiraron. Una y otra vez empezaba y se detenía, provocándonos.
La pequeña estación de esquí francesa de La Rosière siempre ha empezado tarde. Se encuentra en el flanco norte del valle de Tarentaise, un área que alberga más teleféricos, pistas, hoteles, restaurantes y bares para después de esquiar que cualquier otra áreas de montañas de tamaño similar. Al otro lado del valle se encuentra Les Arcs, que enlaza con la vecina La Plagne para conformar la segunda área de esquí más grande del mundo. Más allá de eso se encuentra Méribel, Courchevel y Val Thorens, cuya área de esquí combinada es la más grande del mundo. Más arriba en el valle está Tignes y, finalmente, Val d'Isère, pionera desde que obtuvo su primer teleférico en 1936.
Al lado de estas grandes y famosas estaciones de esquí, La Rosière ha sido durante mucho tiempo el pariente pobre. No tuvo su primer teleférico hasta 1960, un corto remolque de cable que voluntarios locales llevaron a la montaña en sus espaldas. Mientras que los inversores externos, los hoteleros y los promotores inmobiliarios impulsaron una rápida expansión en los otras estaciones de esquí de Tarentaise, pasaron por alto La Rosière. Se dejó en manos de las familias campesinas locales y evolucionó lentamente, ganando una reputación como un lugar barato y alegre, más adecuado para familias y principiantes. En la actualidad, tan solo Courchevel tiene 45 hoteles (19 de ellos cinco estrellas). La Rosière tiene cinco en total.
Georges y yo estábamos en la cuarta o quinta silla, junto a cuatro lugareños que charlaban emocionados. Georges señaló el fuerte del siglo XIX en la cresta a 2,390 metros, el punto de llegada de lo que había sido la telesilla más alta de La Rosière. En ocho minutos, el nuevo teleférico de dos etapas sube hasta llegar justo por debajo de la cima del Mont Valaisan, elevando el punto más alto de La Rosière en más de 400 metros verticales, agregando varias pistas nuevas y, lo más importante, brindando acceso a una gran área fuera de pista “Creo que va a cambiar mucho”, dijo Georges. “Siempre seremos conocidos como un lugar para familias, pero ahora también vamos a tener algo para los esquiadores en serio”.
Tal vez la Rosière no tiene las 12 estrellas Michelin de Courchevel, pero tiene tiene un factor diferencial gastronómico que ninguno de los otros complejos de Tarentaise puede igualar: la oportunidad de almorzar en Italia. Después de Mont Valaisan, esquiamos más allá del fuerte y sobre el Col du Petit St Bernard, en verano, una ruta popular para ciclistas pero un desierto blanco en invierno.
Nos detuvimos en el letrero que marca la frontera (la nieve de un lado se derretirá en el Mediterráneo al oeste de Marsella y el otro en el Adriático), luego bajamos a la aldea de La Thuile para un almuerzo de quesos locales, carnes secas y pasta de trufas. Parte de la razón por la que los desarrolladores pasaron por alto La Rosière es la falta de un pueblo que sea el centro.
De hecho, la comunidad de 692 personas se extiende entre 34 aldeas, dispersas en la ladera de la montaña desde el fondo del valle hasta lo que hoy es la estación de esquí, mil metros más arriba. Tradicionalmente, las familias tendrían múltiples casas en diferentes niveles y se moverían entre ellas con su ganado. “Nos mudábamos cinco veces al año”, me dijo esa noche Gisèle Gaide, una ex instructora de esquí e historiadora local de 66 años de edad. “En el invierno estábamos en el valle, luego, cuando se terminaba el heno allí, subíamos”.
No había una plaza central de la aldea, ni una iglesia principal, en su lugar los aldeanos oraban en 14 capillas pequeñas. “El sacerdote solía decir 600 misas por año, caminando entre las capillas; solía necesitar cuatro o cinco pares de zapatos por año”. Ahora con la ayuda de la apertura de los nuevos teleféricos, el cambio se siente en el aire.
Este invierno se inauguró el Hyatt Centric de 69 habitaciones, la primera propiedad alpina de la marca con sede en Chicago. Alparena abrió sus puertas en enero, con vistas a las laderas, con 58 habitaciones y dos restaurantes. El próximo invierno llegará el Alpen Lodge, un gran desarrollo de MGM, y en diciembre de 2020 se va a inaugurar un hotel de 800 camas de la marca china Club Med, ubicada en medio de un bosque a las afueras de la aldea.
Con retraso, el mundo comienza a descubrir La Rosière, que ya no es el pariente pobre. Quizás la nueva confianza erosione el ambiente relajado y la cálida bienvenida que nace de la gratitud a los visitantes por resistirse a las luces brillantes de los centros de esquí cercanos. Por ahora, las viejas costumbres se mantienen, algo evidente en la botella de génépi de producción casera que se ofrece después del almuerzo, la forma en que los mismos apellidos se repiten a donde quiera que vayas.