Las exclusivas cavas de los coleccionistas de vino

Una nueva tendencia entre los amantes del buen vino, es confiar su seguridad y conservación a empresas especializadas

La nueva tendencia entre los mejores coleccionistas en Europa, es confiarle sus botellas a empresas especializadas
AFP
Ciudad de México /

En Londres, y desde hace poco en París y Lyon (este de Francia), los coleccionistas encomiendan sus mejores botellas de vino a empresas especializadas, una práctica en pleno auge a raíz del alza vertiginosa de los precios de los grandes caldos.

La firma FINE+RARE está implantada en Tilbury, puerto cercano a Londres, desde donde es fácil enviar la mercancía al mundo entero. Desde 1994, esta casa de negociantes de grandes vinos propone también un servicio de almacenamiento que garantiza la seguridad y unas condiciones óptimas de conservación de las botellas.

"Nuestros clientes son principalmente coleccionistas que guardan sus grandes vinos para consumirlos posteriormente o para revenderlos", indica Joss Flower, director a cargo de los grandes caldos de FINE+RARE.

Y "a los que quieren vender los vinos que nosotros conservamos para ellos, les proponemos los canales de venta más eficaces para alcanzar todos los mercados, gracias a nuestra base de datos de coleccionistas privados y de negociantes", agrega.

Este oficio de guardavinos existe desde hace tiempo en Londres, capital financiera europea en la que todo se negocia, incluso las buenas botellas.

Pero ante el fuerte aumento de las cotizaciones de los vinos franceses, la práctica se desarrolla en Francia desde hace varios años.

Estimulados por la demanda asiática, los precios de los burdeos aumentaron enormemente hasta 2010. Los chinos dirigieron después sus preferencias hacia los borgoñas, vinos cuyos precios se embalaron, afirma Angélique de Lencquesaing, fundadora del portal de subastas iDealwine.

Prueba de ello, el WineDexBordeaux, índice creado por iDealwine, aumentó más de 103% desde 2007 y el WineDexBourgogne 113%.

"Los precios de algunos grandes caldos son tal altos que ese almacenamiento es como un seguro que no cuesta caro", argumenta Andrew Amiach, administrador de las bodegas de Montquartiers, muy cerca de París.

A 20 metros bajo tierra, las bodegas Montquartiers se desarrollaron hace 20 años en una vieja cantera de 200 años de antigüedad. El sitio es naturalmente ideal para la conservación de las botellas, con una temperatura de 13 grados y una humedad del 70%.

Aficionados o profesionales (bodegueros, restaurantes) alquilan en el lugar por 300 euros por mes una bodega privada de la que sólo ellos tienen la llave. La instalación les ofrece además un pequeño salón de cata subterráneo.

- Una colección de 13.000 botellas -

Desde hace dos años, la práctica se ha democratizado con una bodega colectiva en la que los particulares pueden guardar 50 botellas por nueve euros mensuales.

El local es sumamente seguro: de los diez empleados de la empresa, sólo dos tienen la llave. Y "para evitar la más pequeña tentación, los sacacorchos están prohibidos", dice sonriendo Andrew Amiach, administrador de la empresa.

Actualmente, esta bodega contiene 100.000 botellas pertenecientes a 300 clientes, entre las cuales algunas de ensueño, como un palé de Romanée-Conti de un valor total de 100.000 euros, o un sauternes de 1900.

También en Lyon, la demanda de lugares adecuados para guardar el vino se ve empujada por la falta de lugares adecuados, los precios del sector inmobiliario y la coyuntura favorable del mercado del vino.

Philippe Gangneux creó hace tres años La Cave Lyon en una antigua fábrica. Basta mirar algunas de las cajas para constatar que ha pasado a ser peligroso guardar ciertas botellas en casa.

"Mire, un cliente me llamó para fotografiar esas botellas de Romanée-Conti que quiere vender". "Ésta vale por lo menos 7.000 euros", dice Gangneux señalando una.

Más allá, muestra palés todavía embalados. Pertenecen a su mayor cliente: un empresario italiano que ha decidido guardar en Lyon sus 13.000 botellas de grandes vinos de Francia.

Como el guardián de un templo, Philippe Gangneux conoce las historias que se ocultan detrás de cada etiqueta. "Ésta es de mi más pequeño cliente, un cirujano que salvó a alguien. El paciente, sumamente agradecido, le regaló dos Châteaux Petrus."

"Aquí, son botellas de un cliente que vive en India. 20% de mis clientes viven en el extranjero", precisa.

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