Infancia es destino, como dicta un postulado psicológico, tiende a a no ser una máxima constante, pero en el caso de Mariana Martin acierta. "Desde niña me gustaba mucho la moda, que me regalaban cositas Mi alegría para el maquillaje o pulseras, e incluso eso de agarrar las muñecas y ponerles la ropa", recuerda en entrevista con MILENIO.
Ese primer chispazo la llevó a ser, brevemente, imagen infantil del Palacio de Hierro, y paulatinamente fue aumentando su flama hasta que, apenas rebasando la mayoría de edad, por invitación de un maestro hizo su primera sesión de fotos si permiso parental. Así comenzó un camino donde pronto erigió el mote de Bad Redhead, modelo profesional.
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¿Cómo es ser una modelo profesional en México?
"Se me ocurre subir una de esas primeras sesiones y me encuentro una marca, pero yo muy temerosa porque apenas había cumplido 18 años; da el miedo, pero me aventé, me gustó y de ahí han salido varias cosas", recuerda la joven, que por sus tatuajes califica dentro de la terna 'alternativa'.
Varias cosas: sesiones bien pagadas ante cámaras de todo tipo de estilos y numerosos seguidores en redes sociales -154 mil en Instagram, 69 mil en X y 19 mil en TikTok, por dar algunos números-, pero también participaciones en videos musicales como el remix Tranquilito, original de Gerardo Ortiz con la colaboración de Alemán.
"Para mí es sencillo estar frente a una cámara, trato de disfrutarlo, no verlo como trabajo. Ya que tienes la confianza, te sueltas".
Aunque llegar a esta comodidad no fue ni ha sido fácil para la licenciada en Comunicación; en esa gestión de la confianza, ha sorteado dificultades variadas: desde prejuicios por los 'rayones' en su piel hasta ser mexicana.
"En unas entrevistas a veces es de que todo bien, pero lo que no aceptan son los tatuajes... Mis tatuajes no inciden en mi potencial, y ahorita ya es más abierto, pero aún me lo dicen. Entonces, inclúyanos más a las que tenemos (tatuajes), porque tenemos potencial. Muchas veces dicen 'Es que mi ropa no va a lucir tanto', pero se pueden maquillar".
Otro reto es "ser mexicana", pues por lo regular, cuando la competencia por un rol de modelaje abarca extranjeras, "las prefieren a ellas que a ti, eso es muy feo. Me dicen 'No digas que eres de México porque a veces te hacen menos', me ha pasado varias veces".
Físicamente también hay desafíos, no solo es pararse frente al lente: en sesiones editoriales hay que hacer "poses raras"; y cuando se trata de mostrarse en lencería, " a veces son muchas horas de no comer para que te veas bien, con el abdomen planito. (...) Yo ya tengo problemas del estomago por no comer".
"Es difícil decir que llevas un balance porque no existe, y creo que a medida que avanzas te encuentras más imperfecta, nos comparamos muchísimo... Es difícil el equilibrio mental y el físico, y a veces eso no lo ven, por ejemplo: una agencia en la que estuve me dijo 'Necesitas bajar tantos kilos' y fue muy drástico. Cosas así. A pesar de que se ha avanzado, hay proyectos donde tal cual te dice 'Estás gorda'", revela.
Además, el 'boom' del modelaje, impulsado sobre todo Instagram, ha acarreado cierto 'abaratamiento' de la profesión: "A medida de que las redes sociales avanzan, cualquiera se puede llamar modelo; tengo un teléfono, un tipie y puedo tomarme fotos".
"Pero es algo bien que ya es más inclusivo: no importa si eres delgada o las tallas grandes o colores de piel ya no se cierra el mercado en un prototipo", acentúa.
De cómo se sublima el feminismo en su trabajo, comenta que aunque por lo regular se expresa que hay unión, "las mujeres son las primera que te ponen el pie; hay compañeras con las que me he portado bien, pero avanzas un escalón y te dejan de hablar o algo feo. En todo hay competencia".
Ante esto, para Mariana es importante sanear el panorama, partiendo del compañerismo. "Es lo que hace mucha falta, no ponerse el pie, e ir a lo que vas; también hay muchas que se dejan deslumbrar porque estás con tal artista o porque la campaña es muy grande". Y fomentar que, tras una etapa de aprendizaje, una modelo debe empezar a cobrar.
— ¿Hay muchas tentaciones en esta carrera?
— Claro, de 'Yo te puedo ayudar, yo puedo estar contigo, te puedo ayudar a entrar', pero siempre hay algo a cambio, nada es gratis. Hay chicas que saben como espuma y a veces digo '¿Será por su bonita cara?'... Cada quien su tema personal, pero hay todo tipo de cosas.
Bad Redhead confiesa su meta profesional dentro del modelaje: "Siempre dicen que le pegues a lo grande y eso me encantaría, no me cierro a ninguna posibilidad. Me gustaría algo de conducción porque la verdad es que el modelaje sí me ha dejado pero tengo más para dar. Y si no es por ese lado, por la caracterización; si no me enfoco por el cine, por la televisión".
— ¿Qué es la belleza?
— Los estándares de belleza ahorita están a los límites y siento que va más por la personalidad, porque puedes tener el rostro más bonito pero estás vacía o eres egocéntrica.
— ¿Y crees que con el auge de plataformas de contenido erótico se ha abaratado el erotismo, el deseo?
— Claro. Llegó la pandemia y todo mundo tenía OnlyFans. Fui alguien que estuvo en la plataforma y sí llegaba más trabajo porque la gente tenía mucho tiempo, y si había 100 personas que lo hacían de repente había mil personas. Pero el estar ahí es un trabajo sexual porque estás ofreciéndole un placer a alguien más, entonces ese tipo de cosas... fue un tema que llegó y comió todo. Pero no es algo malo, es trabajo honesto, adelante, aunque en mí caso dije 'Si quiero otra cosa debo dejar esto porque me va afectar mi autoestima, mis situaciones mentales, profesionales'".
"El sexo deja muchísimo dinero, puede mover muchísimas cosas. Incluso la gente te puede ver un hombro destapado y eso puede generar muchísimo dinero. O hay chicas que han llegado a cosas muy extremas y lo respeto mucho, pero pienso en el día que ya no haya nada que ver, vas a pasar de moda, ya no hay nada que puedas monetizar. Y hay gente que te deja de hablar, hay demasiados prejuicios, a mí me llegaron a borrar de redes sociales".
Una caracterizadora en ciernes
A la par de la moda, Mariana gestó un gusto por las películas de terror que por mucho tiempo se mantuvo sin un cause expresivo, hasta que "un amigo que es editor me invitó a una escuela" de caracterización para moldear sus propios monstruos.
"Me sentía tan feliz, ni siquiera sentía que tenía que ir los sábados", dice.
De esta labor, donde apenas cimienta su camino, dice: "Si el modelaje es difícil, esto es más".
Su referente en este camino es el realizador y ganador del Oscar Guillermo del Toro, de quien dice es "una inspiración para muchos chavos, pero también dice que no te desesperes, las cosas van pasando".
"Y no está aquí en México haciendo las cosas, tuvo que irse... Sí puede haber talento, pero tienen que migrar para ese propósito", acota, y luego revela que hace poco viajó a Canadá y quedó cautiva de que las escuelas de arte allá están a otro nivel.
La fanática de Drácula, en todas sus presentaciones, alaba el cine mexicano, pero ve áreas de oportunidad en cuestiones técnicas, como su rama de caracterizadora. Y para aprovecharlas, apela a la meritocracia. "Como es un medio tan cerrado, hay gente con muchos años de experiencia y rara vez quieren meter a alguien nuevo. Entonces, hay que ver más allá, dar oportunidad".
hc