Fundación Emilio Moro mantiene su compromiso con México

En una alianza con la organización Cántaro Azul continuarán el apoyo a comunidades de escasos recursos, en Oaxaca y Chiapas, para llevar agua segura a las escuelas.

José Moro, presidente de fundación Emilio Moro. (Juan Carlos Bautista Hernando)
José Moro, presidente de fundación Emilio Moro. (Juan Carlos Bautista Hernando)
Eduardo Gutiérrez Segura
Ciudad de México /

La fundación Emilio Moro, que cumplió 10 años de labor altruista, reafirmó su compromiso con comunidades de escasos recursos en los estados de Chiapas y Oaxaca para llevar agua segura a las escuelas, a través de un sistema que capta la lluvia y tras un tratamiento simple, pero de alta fiabilidad, la transforma en potable; lo que significa un amplio desarrollo para los habitantes.

“La filosofía de Emilio Moro es muy clara, con tres pilares fundamentales: tradición, porque somos una bodega familiar; innovación, y aplicar responsabilidad social. Queremos hacer sentir la expresión de nuestra forma de ser bajo el eslogan ‘El vino ayuda al agua', porque es el mayor problema que tiene el mundo”, explicó José Moro, presidente de fundación Emilio Moro, a M2.

Para el también presidente de Bodegas Emilio Moro, la falta del vital liquido supera a problemáticas como la hambruna, debido a los daños colaterales que causa, por ello luego de desarrollar el programa “Agua Segura en Escuelas” en Sri Lanka, Nicaragua y en Lima, Perú, decidieron llegar al sureste de nuestro país, de la mano de la organización Cántaro Azul.

“En 2015 decidimos apoyar proyectos en México, porque nos ha ganado el corazón, lo llevamos dentro, en las entrañas, con mucho cariño porque hace más de 15 años decidimos traer nuestros vinos y la aceptación ha sido impoluta, con carga emocional, y que mejor manera de regresar ese cariño a la sociedad, por eso impulsamos programas que tienen que ver con el agua.
“Buscamos a Cántaro Azul que trabaja intensamente en ese sentido, más de 60 personas dedicadas a llevar agua segura a las escuelas y nos sumamos, porque trata de paliar todos los problemas que tiene el profesorado y los alumnos a donde no llega el agua potable, lo que hacemos es mecanismos de desinfección a la lluvia y la convertimos en tomable”, abundó Moro.

Con este esfuerzo, de acuerdo con el directivo, se logran vencer enfermedades gastrointestinales, pero también las causadas por la alta ingesta de bebidas azucaradas, como la diabetes y la obesidad: “En la visitas de cada año los niños nos dicen ‘esto nos ha venido bien, porque ya no tenemos que beber agua del tubo y ya no nos ponemos malitos’”.

Así el trabajo se traduce, finalizó José Moro, no solo en una concientización del uso del recurso, sino también en un ámbito pedagógico: “Hay una enseñanza especial de todos los hábitos de consumo, con profesores especialmente sensibilizados con el tema, lo que se pretende es que estos niños sean el cordón umbilical entre sus familias y la escuela”. 

ES