Munich se convertía en campo de matanza

En 1972, las Olimpiadas en Alemania sufrieron la tragedia de los asesinatos de 11 atletas israelíes y un policía germano. El hambre amenazaba al mundo y La Laguna tenía huelga de estibadores.

Septiembre de 1972.
Cecilia Rojas
Torreón, Coahuila /

Se celebraban las Olimpiadas en Munich. Nada indicaba que serían una tragedia. El gran atleta gringo Mark Spitz, "El bigote que nada", era la estrella. México como siempre. Rusia daba pelea y muy ruda.

Algunos grupos aprovecharon la cobertura olímpica para manifestarse contra las guerras muchas que había en el mundo. Los desordenes estuvieron al nivel de los campeones.[OBJECT]

Echeverría fue el primero que se aventó eso de la cruzada contra el hambre. Hasta eso, reconoció que había muy bajos ingresos entre la gente, pero pos nomás dijo que había que resolver eso. El hambre mundial avanzaba.

Muy agitada América Latina. En Chile andaban muchos subversivos patrocinados por la CIA.

México tuvo una explosión en Palacio Nacional. Los Tupamaros en friega en Uruguay. Cerca de las fiestas patrias, más bombas en DF, Guadalajara, Morelia y Oaxaca.

Apenas en La Laguna se hablaba de alternativas respecto al riego y se anunciaba que iba a haber goteo para un nuevo poblado llamado ahí nomás, "Supremos Poderes".

Munich al día 5 se convirtió en campo de matanza. Presuntos terroristas árabes mataron a once atletas israelíes y un policía germano. Cuatro de los agresores también perdieron la vida en un tiroteo. Pero no se cancelaron los juegos.

Lo que si pasó fue la revancha israelí y las delegaciones árabes se fueron. Fue algo inédito y que dejó al mundo perplejo y ya con la certeza de que todo es posible. Todo. Lo bueno y lo malo y hasta lo peor.[OBJECT]

Amén de miles de consecuencias, como la más inmediata, la matanza por parte de Israel de 32 árabes en aldeas de Líbano. Los juegos se clausuraron en medio de gran tristeza. La ONU, pues bien, gracias.

Los alianceros decidieron soltar todo y largarse, pero a Gómez. Todo por una huelga de estibadores, que querían más lana, que les dejó podridos los tomates y otras mercancías que estaba difícil bajar desde sus altos huacales.

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