¿Por qué comemos picante los mexicanos?

Un mexicano empieza a comer picante a los 5 años y de ahí en adelante consume en promedio 10 kilos de chile al año.

En La Laguna, la producción de chile mantendrá precios estables.
Miriam Castro
Ciudad de México /

En San Jerónimo Xayacatlán, Puebla, cuando un hombre pedía la mano de la mujer con la que planeaba casarse, los futuros suegros le preparaban una salsa hecha sólo de chiltepines, unos minúsculos chiles cuya característica principal es aflojar el llanto y los mocos del valiente que se atreve a comerlos. Para acompañar la salsa, el menú del novio era completado con un generoso plato de frijoles de olla recién bajados del fuego y tortillas hechas a mano.

El novio debía comer delante de todos, mientras exponía sus buenas intenciones para con la novia. El reto, aguantar el llanto y el escurrimiento nasal, pues así demostraba su fortaleza para trabajar y su seriedad hacia la familia. Con la bendición del padre, el matrimonio se consumaba y el dolor provocado por el chiltepín se convertía en placer. O eso dice mi abuelo...

Esta escena quizá sea una de las muchas que capturan el drama y placer que para los mexicanos representa el chile; contradicción de la que además se han encargado escritores como Juan Villoro y cantantes como Jorge Negrete. “La vida en compañía del chile está acompañada de toda clase de aventuras gastrointestinales, a tal grado que hemos hecho de la diarrea una forma del patriotismo”, dice Villoro. “Yo soy como el chile verde, picante pero sabroso”, cantaba Jorge Negrete.

Desde los huevos a la mexicana en el desayuno, hasta la rajita de chile en el sándwich de la cena, pasando por la salsa de la quesadilla en la comida, comer chile para los mexicanos es casi una forma de hacer patria.

“Para un mexicano no tener picante en la mesa, ya sea en su casa o en su lugar de trabajo, es como comer incompleto. Lo pueden dejar uno o dos días, pero después hace falta ese sabor para disfrutar la comida”, aseguró Andrés Garibay, director comercial de la firma de chiles enlatados La Morena.

Desde los 5 años y 10 kilos al año

Cifras de la Secretaría de Agricultura muestran que el consumo de chiles promedio de un mexicano es de 10 kilos al año y de acuerdo con algunos datos de La Morena, los mexicanos empezamos a consumir picante alrededor de los cinco años.

Dependiendo de la edad y de la zona del país, los mexicanos consumimos cierto tipo de chiles. Así, por ejemplo, mientras los jóvenes prefieren las rajas, las personas de mayor edad prefieren los chiles enteros a mordidas.

En el norte del país la preferencia se inclina hacia los chiles jalapeños verdes, en rajas o rodajas; en el Bajío prefieren los chiles enteros y en el sur los chipotles. El centro del país mantiene un consumo equilibrado de todos los tipos.

El gusto por el picante es tal, que marcas como salsa La Valentina, han sacado distintas variantes de su producto para satisfacer a sus consumidores. La razón de que existan dos tipos de etiqueta –amarilla y negra- para esta popular salsa es simple: los consumidores le pedían una salsa más picante a Don Manuel Maciel.

Hay también Valentina en sobrecito de 10 gramos y en polvo. Las personas necesitaban llevar salsa a todas partes, por si hacía falta.

Y qué decir del mole, la salsa mexicana “que más está en el gusto y el sentimiento de los mexicanos”, aseguró Eduardo González, Grouper de mole Doña María en Herdez.

Con más de 65 años en el mercado, mole Doña María produce 10 mil toneladas de producto al año y asegura que el éxito del producto se debe a que sintetiza perfectamente el sazón de México y el gusto de los mexicanos por comer.

El chile pues, encierra una de las tantas contradicciones de nuestra cultura. El gusto por el dolor se mide en niveles de picor. Así, los mexicanos estamos dispuestos a pagar con nuestra vida, o por lo menos con la salud de nuestro estómago, antes que dejar de ponerle “tantita salsa” a la comida.

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