Stephanie Potakis abandonó la carne cuando cursaba el cuarto año de primaria. Según sus propias palabras, la decisión tenía que ver con su intención de cuidar el medio ambiente. Su familia —de ascendencia griega y con una longeva tradición en el consumo de carne— fue la más sorprendida.
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Hace unos meses, durante un recorrido en un festival de carne, Stephanie se sintió extrañamente atraída por los aromas de los cortes. Poco después le propusieron aceptar el desafío de probar las mejores recetas del chef Chris Pandel, del restaurante Swift &Sons, popular en Chicago por sus finísimos platillos con carne.
La primera prueba fue un muslo de pollo con piel crujiente que la enloqueció de inmediato.
Luego probó médula ósea, que aunque consideraba la "parte más extraña para comer de un animal", la convenció de que comería ese platillo por el resto de su vida.
Por último, un jugoso Rib eye que la hizo afirmar que su su vida se separa en antes y después de probar carne.
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