El 11 de febrero de 2016 se anunció la detección de las ondas gravitacionales, una revolución en la física que llegó un siglo después de que Albert Einstein las predijo. Ayer el Premio Princesa de Asturias recayó en el proyecto que lo logró, llamado LIGO, y en algunos de sus impulsores.
El hito surge de la unión de investigadores de 18 países en el proyecto estadunidense Observatorio de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales (LIGO, por su sigla en inglés), y tres de los físicos que la inspiraron (Rainer Weiss, Kip S. Thorne y Barry C. Barish) fueron galardonados con el premio español en la categoría de Investigación Científica y Técnica, por responder a uno de los desafíos más importantes de la física.
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Einstein descubrió en su teoría de la relatividad general que los objetos que se mueven en el universo producen ondulaciones en el espacio-tiempo y que éstas se propagan por el espacio. Predecía así las ondas gravitacionales, aunque demostrar su existencia era el último reto pendiente de la teoría del físico alemán de origen judío.
Comprobación tardía
Durante décadas los astrónomos acumularon evidencias claras de que esas ondas podían existir, pero hace poco más de un año fue cuando se demostraron gracias al LIGO. El anuncio del descubrimiento fue en febrero de 2016, pero se detectaron en septiembre de 2015.
Hubo un trabajo de cientos de investigadores detrás que estaban seguros de que la predicción de Einstein se podía comprobar, entre ellos el físico estadunidense nacido en Alemania Rainer Weiss (Berlín, 1932), inventor de la técnica interferométrica láser que sentó las bases para este proyecto a principios de los años 70.
Weiss, quien en su día se preguntó “cómo pudo Einstein saber esto” y aseguró que le hubiera encantado enseñarle los datos de la primera detección, estudió Física en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).
Otro científico empeñado en comprobar las ondas gravitacionales es Kip S. Thorne (Utah, 1940), quien se licenció en Física en el Caltech Institute en 1962 y se doctoró en Princeton en 1965. Es cofundador del LIGO, igual que Weiss.
En Caltech desarrolló toda su carrera (también como docente), según una nota de la Fundación Princesa de Asturias. Aunque probablemente Thorne es más conocido por su trabajo en Hollywood, pues también es asesor y productor ejecutivo de películas de ciencia ficción como Interestelar.
El tercer científico galardonado es Barry C. Barish (Nebraska, 1936), que estudió Física en la Universidad de California en Berkeley y se doctoró en Física Experimental de Partículas.
Después de varios años centrado en el estudio de los neutrinos, se convirtió en 1994 en el investigador principal de LIGO y lideró los esfuerzos que condujeron a las etapas del diseño final, la aprobación de la financiación por parte de la Fundación Nacional de Ciencias de EU, así como la construcción de los interferómetros del observatorio.
Barish creó en 1997 la organización Colaboración Científica LIGO, que actualmente está formada por mil 167 científicos del campo de la física y ha sido reconocida también este año.
El premio
La detección de ondas gravitacionales “abre una nueva ventana para el estudio del universo que permitirá descubrir nuevos fenómenos y alcanzar regiones del espacio-tiempo no accesibles con las técnicas actuales”, destacó el jurado.
El acta reconoce tanto el talante individual como colectivo del proyecto que ha permitido “observar colisiones de agujeros negros muy masivos que ocurrieron hace más de mil millones de años”.
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En un escrito remitido a la Fundación Princesa de Asturias, Barish aseguró sentirse “humildemente honrado de recibir el prestigioso premio. Ahora, tenemos la perspectiva emocionante de ver el universo de una manera totalmente nueva. ¿Quién sabe qué maravillas encontraremos?”.
Thorne, uno de los astrofísicos más reputados y de los mayores expertos en la teoría de la relatividad general de Einstein, también aseguró estar “muy complacido” de que la Colaboración Científica LIGO reciba este galardón.
La portavoz adjunta de esta red, Laura Cadonati, también reivindicó en un comunicado que con esta investigación se han abierto “las fronteras de un nuevo tipo de astrofísica”.
Dotados con 50 mil euros y una escultura creada por Joan Miró, los premios distinguen a personas o instituciones relevantes en ámbitos (desde la investigación científica hasta los deportes) y serán entregados en octubre en una ceremonia en Oviedo.
RMR