Renata Petersen. La subjetividad del mal gusto

La artista combina su agudo sentido del humor con técnicas artesanales tradicionales de Guadalajara, de donde es originaria; el resultado son piezas que satirizan temas sociales con repercusiones notables en la cultura popular

Renata Petersen | Juan Luis González
Sarah Gore Reeves y Daniela Gutiérrez
Ciudad de México /

En forma de viñetas (con una estrecha relación con el cómic y la caricatura) Renata Petersen produce piezas cuya inspiración es cualquier tema que tenga relevancia cultural: las sectas, las leyendas urbanas, los roles de género, la sexualidad contemporánea y la subjetividad implícita en el “mal gusto”.

Su obra utiliza el humor negro para abordar temas de carácter religioso y social a través de técnicas como la cerámica y el vidrio soplado, logrando una yuxtaposición de contradicciones: lo conservador de sus métodos tradicionales con lo progresista de su visión vanguardista.

Tiene especial interés en entrelazar guiños referenciales a obras de artistas como Mike Kelley, Sarah Lucas, Raymond Pettibon o Kim Gordon.

¿La cerámica como arte o en el arte?

La cerámica en el arte. Me interesa cómo la utilizaban los griegos; fueron los primeros en contar historias o mitos a través de dibujos en las vasijas. Lo que yo hago tiene que ver con esta longeva historia de la cerámica.

¿De dónde viene tu interés por la cerámica?

Desde la escuela de arte. Estudié Artes plásticas y visuales, y cuando tenía que elegir una especialidad, no sentí afinidad por muchos talleres. Me quedé en el de dibujo con José Luis Sánchez Rull, y tuve un curso de cerámica. Ahí me di cuenta de que necesitas de otros compañeros para llevar a cabo un proyecto, pues se requieren dos personas para cuidar el horno durante la quema. Entonces, me gustó encontrar que la cerámica era una práctica colaborativa, por lo que los últimos dos años de mi carrera me entregué por completo a esta disciplina.

Obras de Renata Petersen | Juan Luis González

¿Siempre has sido política y humorística en tu arte?

Sí, me gusta trabajar con movimientos religiosos o con sectas, y contar sus historias a través de jarrones. Es una manera de dejar un testimonio, porque la cerámica es un material que mientras se preserve, dura lo que hemos visto que duran las vasijas chinas y las griegas.

¿Cómo colaboraste con José Suro?

Lo conocí hace muchos años; sinceramente, trabajar en Cerámica Suro es mágico. Es una especie de embajada artística a la que vienen muchos artistas que tienen ganas de hacer algo, y junto a José Noé logran materializar estas ideas. Ahí he conocido a personas de todo el mundo que no hacían cerámica, pero que conocieron a José y adquirieron esta visión de que todo es posible.

¿A qué artista admiras más?

Me interesan muchos artistas que constantemente estoy citando en mi trabajo. Suelo referenciar a otros, incorporando técnicas tradicionales de Guadalajara, como la cerámica y el vidrio soplado. A los que más suelo hacer guiños en mi trabajo son: Mike Kelley, Sarah Lucas, Kim Gordon y Pettibon, entre otros.

¿Qué consideras que es el “mal gusto”?

Para mí, es todo lo que no entra en la categoría del arte elevado, o que en algún momento ha sido considerado kitsch. Es todo lo que no pasó a la historia del arte, ni por medio de instituciones, ni museos, ni libros. Quería rescatar el “mal gusto” porque me interesa esta otra faceta del arte que se suele abandonar. _

La subjetividad del mal gusto | Especial


jk

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