San Martín Texmelucan, el pueblo del menjunje de chile

Viajes

El chile poblano le da la vuelta a sus usos tradicionales en la gastronomía y se transforma en licor a través de un proceso artesanal, una experiencia turística en sí misma y digna de apreciarse.

El mezcal Ancho Reyes es un menjurje de Chile Poblano (Cortesía).
chile Poblano
David Cáliz
Ciudad de México /

Más allá de sus iglesias magníficas, su gastronomía convertida en referente del sabor mexicano y su creciente vida cultural, Puebla podría compararse con una mujer discretísima, de esas del tipo de las que van desvelando sus secretos delicadamente para mantener el interés de quien las admira tras cada detalle exquisito que van sacando a la luz.

  De la riqueza sibarita poblana ya se ha hablado hasta el cansancio. Desde sus moles y sus chiles en nogada, pero son sus “pasitas” las que parecen tomarse un poco por sentado sin reparar en su importante valor histórico. Se trata de licores de origen ancestral que en la época de la posrevolución le dieron el primer carácter distintivo a este estado y que incluso muchos dicen, se convirtió en el origen de la industria destilera que hoy nos distingue en otros lugares, como Guadalajara y Oaxaca con sus tequilas y mezcales, respectivamente.

  Decir chile y poblano en una misma oración es referirse a la materia prima por excelencia de este destino, por eso no resulta extraño que sus licores apelaran a este como ingrediente al momento de querer experimentar con el interesante fenómeno de alquimia que tiempo después originó a los licores.


 La historia del licor de chile ancho, como se le denomina al chile poblano una vez seco, es sencilla, pero interesante.

Resultado de una plática del “amigo de un amigo”, que recordaba que en casa del Sr. Reyes, poblano desde luego, se solía tomar entre amigos y familiares un mejunje preparado tras la maceración de chile poblano y alcohol de caña, comenzó la efervescencia por traer de vuelta a la luz este aperitivo.

 Incluso, hay quienes se aventuran a nombrar a este licor como “el nuevo tequila” por su sabor picosito, pero sobre todo, por tratarse del único licor de origen mexicano que ha comenzado a alcanzar relevancia nacional e internacional entre los amantes de la mixología.

 De Puebla A San Martín Texmelucan


San Martín Texmelucan, tiene antecedentes Prehispánicos que datan del 600 A.C. Fundado por los españoles en 1598 al cumplirse la congregación de indígenas ordenada por el Virrey Gaspar de Zúñiga y Acevedo, durante los siglos XVII y XVIII fue considerada junto con Atlixco y Querétaro como una de las principales zonas productoras de trigo y maíz del país, de ahí que sea una región de grandes haciendas que en el siglo XIX tuvo grandes acontecimientos nacionales, como la Independencia, y la marcha triunfante en 1821 de Agustín de Iturbide con el Ejército Trigarante.

Aunque en San Martín Texmelucan no se cuenta con un platillo típico, son apreciados para degustar son sin duda, las carnitas de cerdo, la barbacoa de carnero mixiote, el mole poblano, así como dulces de muéganos, frutas cristalizadas y en ocasiones especiales el pulque curado.

La ciudad de Ancho Reyes


San Martín Texmelucan bien puede reconocerse como el origen de esta bebida espirituosa. En esta región, agricultores y productores de licor han desarrollado un vínculo importante que ha llevado a la industria del chile a un nuevo horizonte, alejado del que parecía su único destino, el gastronómico y que ahora apunta hacia los licores con una fuerza importantísima. 

El espectáculo es fantástico en la época de recolección. Los chiles poblanos son cortados a mano y secados al sol, para convertirse en chiles anchos. Presenciar este laborioso trabajo es posible gracias a los recorridos que el licor Ancho Reyes, ha puesto a disposición de manera gratuita desde el mes pasado con tan solo registrarse en su página web, además de que también han abierto las puertas de su planta en el centro de Puebla para que cualquier visitante pueda a conocer el proceso de maceración de seis meses tras el que finalmente nace esta bebida de la que pueden surgir cientos de posibles combinaciones.

  Hacer un viaje dentro de otro viaje es posiblemente el mayor anhelo de los viajeros apasionados. Conocer más allá de los monumentos, las atracciones principales de una ciudad o los “imperdibles” en una lista, hace toda la diferencia para aquellos que aprecian el valor de ir más allá. 




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